Estupefacto e impotente, el mundo actual asiste ahora al terror y tristeza de esta guerra de Ucrania, que desangra el rostro marchito y hueco de la humanidad.
Una guerra expansionista e imperial que jamás debió ser, y que no cabe dentro de ninguna lógica, dentro de ninguna razón, sino en parámetros de locura esquizofrénica y de maldad satánica.
"The hell goes out", fue un titular del Washington Post en 1.994, cuando viví en esa capital y estaba referido al sofocante calor del verano.
Ahora parece que en toda Ucrania, el infierno se hubiera desbordado, y que el objetivo de Putin es convertir en ruinas y pueblo fantasma a esa sufrida nación.
La historia de la humanidad está escrita con sangre en el libro de todas las Edades.
Demasiadas guerras. Demasiada maldad. Recién acaba de conmemorarse el 6 de agosto, el holocausto de Hiroshima que fue el legado mortal de Oppenheimer y del presidente Truman a las posteridades.
El 6 de agosto de 1.945, a las 8.15 AM, el mundo inauguró la Era del Terror Nuclear, y abrió la puerta a su autodestrucción.
Más de 200.000 muertos y secuelas endémicas para siempre fueron el sello fatidico de esa acción.
La guerra de Ucrania es un complejo juego de ajedrez, donde se mueven las piezas más letales y el crímen más espantoso que juzga con odio las entrañas de la sociedad europea.
Desconocida y oculta, la cifra de muertos ucranianos, aunque la del ejército ruso se calcula en 50.000 efectivos. Además del armamento y el creciente repudio mundial que genera su criminal agresión.
En el 2.014, Rusia por la fuerza se anexó Crimea, y desde entonces empezaron ambos países a preparar recursos bélicos y humanos para el horror que hoy estamos viendo.
Recuerdo que un soldado alemán, viejo combatiente de la Segunda Guerra Mundial, que fue mi profesor de Alemán en la universidad, me dijo una inolvidable definición de la guerra: "La guerra es sangre, dolor, lágrimas y m..." Y la exactitud de su definición está plenamente comprobada con este genocidio; aunque en la historia mundial existen casos peores.
La guerra de Ucrania es conjunción de muchos intereses. Es una agresión de Rusia, no sólo contra Ucrania que representa a Europa, sino contra el principio universal de autodeterminación de los pueblos.
Ninguna guerra tiene Ética, ni códigos morales. La guerra es un abismo donde el hombre cae por la ausencia del Espíritu Divino, por sed de sangre o de poder.
Esta guerra demuestra la vergonzosa sumisión de los militares rusos a Putin, su nuevo Zar, quien parece haber heredado el ADN de Iván el Terrible, o de Rasputín, el monje maldito.
Lanzar misiles y bombas contra graneros de trigo, cebada y cereales, en medio del hambre que sufren 840 millones de seres humanos, no solo es suicida, sino una bofetada al rostro de los más pobres.
Atacar hospitales y clínicas de transfusión sanguínea es innoble y cruel.
Secuestrar niños y llevarlos a sitios inhóspitos y lejos de sus padres, es matar a ambos a cuentagotas.
Bombardear edificios y zonas residenciales de civiles, es cobardía.
Destruir represas que servían de agua potable y riego para la agricultura, anegando pueblos enteros y destruyendo hogares, es vileza.
Esta guerra es una lucha de Goliath contra David. Pero el gigante antropomorfo es tarado mental, y como tal, perecerá ante David que es la inteligencia y la Gracia Divina.
Según la falaz diplomacia rusa, ellos pueden invadir y atacar a Ucrania con todo tipo de armas, pero Ucrania no puede atacar posiciones rusas en territorio de esa geografía. Una paradoja que nadie entiende.
Estados Unidos está inhabilitado moralmente para ser juez de este conflicto, por su holocausto en suelo nipón y por su negro historial de guerras en todo el mundo. Sin embargo, en Aras de enmendar sus letales errores, y ahora poniéndose del lado de la razón, ha ayudado grandemente con material bélico, logística e inteligencia militar a la maltrecha Ucrania.
El rostro de dolor y de amargura ha dejado huella traumática en el presidente Zelenski. Su cara es un mapa de tragedia que delata los sufrimientos de su alma.
Geopolíticamente, si Ucrania cae, caerá también cualquier país de Europa, limitrofe con Rusia, que es el país más grande del mundo, y la primera potencia nuclear de la actualidad.
Todos los países de Europa son flancos débiles ante un ataque Nuclear ruso. Igualmente, las repúblicas del Mar Báltico, del Mar Negro, y las antiguas repúblicas soviéticas son militarmente vulnerables a una reconquista por el Kremlin.
Las noticias de esa guerra, de esa masacre son una triste lágrima de nuestro corazón.
Inmensos y dorados campos de trigo, ahora sembrados de minas antipersonales, son una tragedia congelada y una lágrima que rueda lentamente por la mejilla pálida y temblorosa de los niños y jóvenes de Ucrania.
En la antilógica de Putin, el grupo de mercenarios Wagner, es como el Ángel de la muerte ruso, que realiza el macabro funeral insepulto de los soldados y del pueblo ucraniano.
Cuando veo empresas que contratan mercenarios en cualquier país, para asesinar personas que ni remotamente conocen, te tienes que auto preguntar, ¿Dónde está el avance de la actual civilización?
Es una civilización de locos, de homicidas, de zombies que hace tiempo perdió el alma, perdió el azogue, el brillo y la mirada espiritual. Caín no es Caín. Es cada uno de esos políticos falaces y traidores, que andan por el mundo esparciendo su fragancia como Las Flores del Mal, de Charles Baudelaire.
Desgarrar el alma nacional de Ucrania, es una mácula tenebrosa que deja a Rusia convertida en pueblo salvaje, sin ADN humano. Queda en el Reino de Proserpina para siempre.
Quiérase o no, la historia es justiciera, y ahora que rueda una lágrima en las tumbas de los soldados ucranianos caídos, Máximo Gorki, en su novela La Madre, sentencia a sus connacionales y elocuente dice: "La sangre de los inocentes asesinados resucitará por la fuerza de la razón."
Estoy convencido que no nace la espiga de trigo en la boca de los cañones en el fragor de las batallas.
Conviccionado estoy que el corazón del justo se conmueve ante tanto horror y tanta masacre. Y entonces, furtivamente, corren ríos de lágrimas por el rostro ensangrentado de Jarkov, de Jerson, del Donbass, de Zaporilla, que es una olla de presión amezante contra Europa si llega a explotar en cualquier accidente, por encargo,como el de Chernobyl.
El Mar Negro, ahora más negro y parecido a la Consciencia de Putin, encierra en sus fauces, el trigo y la cebada que saciarian el hambre karmica del África subsahariana.
Todo esto es una lágrima colectiva de los humanos que aún tienen alma, sentimientos y sangre en sus venas.
Putin es el rostro del déspota asesino que hace realidad aquella frase de que: "La guerra es la continuación de la política por medios violentos." Mirar la figura de ese presidente es mirar la figura de un tirano que, desde esta tercera dimensión ya está en el Tritocosmos.
Discípulo fiel de Maquiavelo, Putin aplica al pie de la letra los consejos que el maligno escritor italiano daba a los Medici en 1.531.
"La violencia no es buena ni mala. Todo depende de quién la administre."
Quienes estamos convencidos que existe una Justicia Divina, objetiva y real, que cumple lo que pensaron Ulpiano, Seneca y Cicerón, cuando dijeron que "La Justicia es darle a cada quien lo que se merece", pensamos que el camino de Putin, su régimen y sus cómplices será de dolor y sufrimiento.
Recordemos que "el mal es un boomerang que siempre se devuelve hacia quien lo lanza", y a veces con efecto multiplicado por infinito.
Somos seres de fé. Sabemos que con los poderes de Dios no puede el diablo. Por lo cual, lo único que nos queda será elevar nuestras oraciones y súplicas en forma constante al Justo Juez, al Cristo, para que en su Excelsa y Divina Majestad lleve la paz de su Santo Reino a esa sufrida nación.
ORACIÓN POR UCRANIA.
Padre mío, Señor mío, Dios mío, Padre bueno y misericordioso, te suplico, te ruego, en el Nombre de tu Santo Hijo, el Cristo, que vuelvas tu rostro de piedad, de compasión y misericordia hacia el pueblo de Ucrania.
Vuelve tu rostro a esa atribulada nación, a esas vidas, a esas almas, esos corazones, a esos hogares, y devuelveles tu bendición, tu amor, tu Gracia Divina, tu misericordia, tu Paz, oh Dios Todopoderoso y Eterno.
Te suplico por el Nombre Santo de tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador, que se acabe esa guerra.
Que vuelva la Paz a ese pueblo. Que infinitas y eternas bendiciones caigan ahora sobre Ucrania, sobre todos sus habitantes, sobre esos corazones que contritos te suplican Paz, Paz, Paz.
Sabemos, Señor, que tú escucharás nuestros ruegos y súplicas y que la alegría de tus bendiciones nos acompañará por eternidad de eternidades.
Que la bendición de Dios Todopoderoso sea ahora y siempre sobre todos nosotros y sobre toda la república de Ucrania.
Que todo se haga por la misericordia del Cristo, y de acuerdo con la voluntad de la Santísima Ley Divina.
Amén. Amén. Amén.
(Unos minutos de meditación y silencio mental. Dar gracias a Dios por escuchar nuestras oraciones).
Hacer esta oración diariamente y todas las veces posibles.
MARIANO JOSÉ HERRERA V.
M.K.
Es muy triste y se siente una gran impotencia al ver que ésto tenga tanto tiempo sucediendo y solo seamos observadores 😔 La gran verdad es que el poder , la avaricia, la codicia , el materialismo, vuelven ciegos a las personas, pero peor aún la maldad del presidente de Rusia No tiene límites, no es un ser del bien , es un ser vacío por dentro, no le importa más que sus propios intereses, le ha robado la sonrisa a los niños y todas las personas que hoy sufren las consecuencias de su frío corazón, Dios interceda y haga que esto termine de una vez y para siempre 🙏🏻🙏🏻🙏🏻 Excelente artículo y muy bien explicado
ResponderEliminarEs realmente cruel el daño que la avaricia del presidente de Rusia a causado en Ucrania, dejando desamparado a tantos niños personas, causando la muerte de personas inocentes, sus actos demuestran lo que una persona sin la presencia de Dios puede hacer, es triste y lamentable😔
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