jueves, 24 de junio de 2021

YO CREO EN DIOS

A Sophia, Rennata e Isabella, Angeles de Quetzalcóatl.

Dios es una realidad que está más allá de las palabras y de los signos lingüísticos convencionales del hombre.

La lengua como forma de comunicación humana es siempre limitada y fruto del contexto social, de la cultura, la tradición, las épocas y las necesidades.

Por tanto, Dios jamás podrá ser una realidad expresada en términos finitos y relativos. Si al decir de Einstein, vivimos en un mundo de relatividad, entonces, todo es relativo, incluyendo las concepciones que tengamos de Dios. Pues sería incongruente que siendo Dios una realidad infinita, pueda ser definido por una realidad relativa, finita y cambiable de instante en instante, a decir de Demócrito.

El hombre en su afán de definir a Dios le ha asignado categorías. Sin embargo, es necesario aclarar que, definir algo es circunscribirlo a límites, a características que lo identifican. Pero ese no es el caso de Dios como Deidad Suprema.

Una de las categorías asignadas a Dios es la Infinitud. Lo cual significa que Dios no está limitado absolutamente por nada.

Entonces, tenemos que, es Infinito con relación al espacio, lo cual da origen a la concepción que Dios está en todas partes, en todos los espacios; es decir, goza de Omnipresencia.

En cuanto a que Dios es Infinito en relación al tiempo, le confiere el don de la Eternidad, puesto que no puede ser limitado por ningún tiempo. De hecho, es Eterno, atemporal.

Afirmamos que Dios es completamente Simple y en Él no hay partes, sino manifestaciones. De manera que compartimos totalmente la sabia palabra de Gargha Kuichines, cuando nos enseñó diciendo: “Dios es simple, pero el hombre es complicado.”

Dios goza de Omnipotencia, lo que en su caso significa que tiene absoluta Libertad y Poder.

La Libertad es su capacidad de escoger o decidir lo que quiera y cuando quiera. Y el Poder es la soberanía que tiene para hacer, para realizar lo que decida. Esta condición comúnmente se denomina Omnipotencia. Significando que lo puede todo. Por tanto, Omnipotencia es también Control y Soberanía sobre todo lo creado o lo que puede ser creado.

La Omnisciencia es el conocimiento o sabiduría de Dios que son perfectos y totales. Así, tenemos que la sabiduría de Dios es la mezcla de su Omnisciencia y su Omnipotencia. Por todo lo dicho, sabemos que Él lo sabe todo y lo puede todo.

Además de ésas categorías anteriores, también se le asigna a Dios el ser Omnibenevolente o el ser Omnimisericordioso, condición ésta que todos invocamos pidiendo a cada momento misericordia, piedad, compasión o clemencia.

Muchas religiones o grupos de creyentes invocan a menudo la misericordia divina, y piensan que pueden lograr así el perdón de todos sus pecados o transgresiones invocando misericordia. No obstante, nosotros pensamos que la misericordia no elimina el juicio de Dios, ni los efectos de las faltas cometidas.

Para que se active el poder de la misericordia divina, debe activarse primero el arrepentimiento más profundo y verdadero en nuestro corazón y en nuestra alma, además de la corrección de nuestra equivocada conducta. Porque perdonar sin haber corregido nuestras acciones equivale a crear campo favorable a nuevas faltas o a ser cómplice de ellas.

Por tanto, hemos afirmado relativamente, algunas categorías de Dios, pero sólo buscando una explicación que siempre será parcial. Puesto que conocer lo Incognoscible es tarea de necios e insensatos. ¿Cómo podría lo finito de nuestra mente abarcar lo infinito de la mente de Dios?

Respecto a su propia naturaleza, Dios es:

Infinito

Eterno porque el tiempo no afecta su naturaleza.

Omnipresente porque está en todas partes.

Omnipotente porque todo lo puede. Recordemos que: “Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios.”

Omnimisericordioso, su don de misericordia es infinito. Algunos teólogos afirman que su misericordia es más grande que todas sus obras.

Incognoscible pues no puede ser conocido totalmente.

Por su condición divina posee el don de la Continencia, es decir tiene vida en sí mismo, puede existir sin necesidad de nada externo a Él.

Imperativo afirmar que Dios no tiene cuerpo físico, ni forma alguna. Sin embargo, debido a que el hombre no puede imaginar contenidos sin continentes; es decir, para imaginar algo y tener una imagen mental, como diría en su signo, el lingüista suizo, Ferdinand de Saussure, entonces el ser humano le asigna figuras que lo representen, como a Shiva y Ganesha en India y Tibet, Quetzalcóatl en México, Anubis y Ra en Egipto, Mitras y Zeus en Grecia, Juno en Roma, el Espíritu Santo, en el cristianismo, etcétera.

Radicalmente sostenemos que Dios no es el concepto de ningún teólogo, ni de ninguna religión o cuerpo de preceptos morales. Dios está más allá de todo eso. Pues las religiones son asociaciones de creyentes, con dogmas, e intereses de poder sobre sus miembros y de vista corta para ver las realidades divinas, las que sin duda, enceguecerían a los líderes religiosos y sus manadas de seguidores.

El evangelio de Pablo afirma que: “Cristo es el motivador y consumador de la Fe.” Pero el mundo actual está viviendo una profunda crisis de Fe. La gente no cree ni siquiera en ellos mismos. No existe el mínimo interés en las cosas espirituales, pues no producen dinero. Tuve un amigo excelente en New York, muy inteligente e ilustrado, de origen judío. Y en una conversación me dijo con franqueza: “Tú eres muy sabio, pero con esa sabiduría no vas al supermercado.” En los tiempos actuales, el Dios de los materialistas, que es Don Dinero, ha hecho que muchos dejen tirones de sus almas en sus negocios y placeres. Pues han amado más el Tener que el Ser.

Comprender que estamos viviendo la sociedad de la Gran Ramera es indispensable y necesario. Pues ella está acabando con todo vestigio de espiritualidad e intereses superiores. Transcendentales. Ya no existen valores, ni virtudes. Pero sí hay excesivo morbo y  deseos de placeres de todo tipo, con exagerada precocidad. Placeres creados o inducidos por las perversas redes sociales, la sociedad de consumo y el vendaval de pasiones que azota las almas en estos momentos. Esa misma sociedad de consumo que crea héroes de cristal e “influencers” sin alma ni sangre, pero sí con capacidad de cambiar los chips de muchos incautos en todas las sociedades.

Esta es la época de la Gran Apostasía y de la abominación desoladora, como la llamó el buen profeta Daniel.

Según lo presagiado por el número 21, interpretado por el Tarot egipcio, arreciará la traición en todas sus formas y la gran Apostasía.

Los que tienen algo de vista saben que ese 21, repetido 6 veces, encierra un mensaje oculto para la humanidad. La conjunción de ese número se observa así:

21 de junio,

21 el año,

21 el siglo,

21.00 horas de ese día,

21 minutos de esa hora, y

21 segundos.

Las casualidades no existen. Existen las causalidades. Los números 21 repetidos sin paralelo en un mismo día, indican la traición, la mentira, el engaño, el fraude, la apostasía, la duda e inseguridad, la atracción hacia una aberrada sexualidad, legalización de actos impuros y vergonzantes. Todo ello es la crisis de fe que de ahora en adelante arreciará en toda la humanidad.

Para nosotros, Dios es uno solo. Pero es Triuno, es decir en su unicidad existen tres manifestaciones conocidas como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es decir, el Uno que se desdobla en 2.

El 2 que se desdobla en 3 para dar origen y vida a todas las formas y manifestaciones vivientes y no vivientes de la Creación entera.

Al Padre corresponde la Luz. Al Hijo el Amor y al Espíritu Santo la Vida. Ellos dan origen a los Cinco Surtidores Vivientes, que son Luz, Amor, Vida, Libertad y Triunfo. La Libertad es el libre albedrío que tenemos para decidir lo que queremos hacer. Ese libre albedrío es el que nos hace responsables ante la Justicia Divina. Y el Triunfo es la victoria que sólo la concede la Madre Divina al hijo fiel que le honra y obedece. Por eso, en su excelso Ritual, ella exclama: “Triunfad. Eso es todo.”

Dios no tiene cuerpo físico. Por eso el Cristo lo declara en Juan, diciendo: “Dios es Espíritu puro y los que le adoren le adorarán en Espíritu y en Verdad.”

Creer en Dios y conviccionar de su existencia es poner en nuestras vidas al Amo de toda la Creación. Al Omnipotente, a la Causa Infinita de todo lo existente. Al Padre de todas las paternidades, al Padre de todas las luces y todos los infinitos.

Los gnósticos comprobamos la existencia y la benignidad de Dios de instante en instante. Sabemos absolutamente que de Él venimos y hacia Él vamos.

Quien no cree en Dios es porque tiene el alma vacía. Porque es un cascarón humano. Porque nunca ha conocido las  mieses del amor, porque Dios es amor. Y el que no ama no tiene a Dios en su corazón.

Creer en Dios y vivir de acuerdo a sus preceptos es encarnar el principio de la sabiduría eterna y tener el corazón lleno de gozo, de felicidad, de motivos para comprender el misterio de la vida propia y la ajena que se manifiesta como su gloria.

El error garrafal de muchos está en buscar a Dios fuera de sí, y no en las profundidades de su propio Ser, pues la Escritura Sagrada dice: “No dudéis que sois templos vivos del Espíritu Santo.”

En estos tiempos de sufrimiento y de carencias morales, éticas y espirituales, creer en Dios no solo es una bendición de lo alto, sino una necesidad de la vida misma.

El Credo Gnóstico es una excelente y acertada declaración de Fe y de sabiduría de las Edades. Con permiso del Altísimo, tomamos algunos apartes, sólo como argumento probatorio de Didáctica Superior.

“YO CREO EN EL PADRE COMO LA ENTIDAD IMPERSONAL, INEFABLE E IRREVELADO, QUE NADIE HA VISTO, PERO CUYA FUERZA Y POTENCIA CREATRIZ HA SIDO Y ES PLASMADA EN EL RITMO PERENNE DE LA CREACIÓN…

YO CREO EN MARÍA, MAYA, ISIS, O BAJO EL NOMBRE QUE SEA, EN LA FUERZA FÍSICA SIMBOLIZANDO LA NATURALEZA, CUYA CONCEPCIÓN Y ALUMBRAMIENTO REVELA LA FERTILIDAD DE LA NATURALEZA…

CREO EN EL BAUTISMO DE LA SABIDURÍA, LA CUAL REALIZA EL MILAGRO DE HACERNOS HUMANOS…

YO CREO EN EL HIJO, EL CRISTO CÓSMICO, COMO LA PODEROSA MEDIACIÓN ASTRAL QUE ENLAZA NUESTRA PERSONALIDAD FÍSICA CON LA INMANENCIA SUPREMA DEL PADRE SOLAR.”

De verdad que lo que dice el evangelio de Juan en el capítulo 3.18 es totalmente cierto: “A Dios nadie le vio jamás, sólo el Hijo que habita en su seno, él le ha dado a conocer.” De lo cual se deduce claramente que Jesús el Cristo, es la manifestación tangible de Dios.

Igualmente, en otro aparte del mismo evangelio le dice Jesús a Felipe: “Tanto tiempo andando conmigo y todavía me dices que te muestre a mi Padre, acaso no sabes que mi Padre y yo somos uno solo. Y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre que me envió.”

Yo creo en Dios y le suplico que en esta hora de tribulación, de enfermedades, muertes y de mucha confusión, Dios bendiga a los que creen en Él, y nos proteja y libre todo mal y peligro e incluso, de apostasía.

Que Dios nos ayude a permanecer en su Luz, en su Amor y en su Divina Gracia.

Amén. Amén. Amén.

GNOSIS DE VANGUARDIA

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