jueves, 5 de marzo de 2020

EN LAS CUMBRES DEL DOLOR


Desde nuestra salida de los mundos superiores de Consciencia o mundos paradisíacos, el dolor ha sido acompañante en los días del hombre sobre la tierra.

El momento del nacimiento es marcado por un grito de dolor del niño, que la madre ha mascullado previamente en su intensidad máxima. 

"Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces. Con dolor darás a luz a tus hijos". Génesis, 3.16

Desde los días del Génesis hasta nuestros días, el dolor ha ido creciendo en forma exponencial. Personalmente creo que el dolor es directamente  proporcional a la distancia de la casa celestial, paterna. Los ingleses llaman a esto "homesickness". Es el sentimiento que vivimos cada día, desde la evocación, desde la añoranza que nos llena de recuerdos, de vivencias que tuvimos en nuestro hogar.

A veces esa añoranza es recordando lo vivido. A veces, es "En búsqueda del tiempo perdido", como parodiando el título de la novela del escritor francés. Pero siempre está latente esa evocación.  Aunque hace mucho tiempo habíamos explicado que: "Recordar es volver a vivir, pero también es dejar de vivir". Eso es algo que no podemos soslayar, porque aún no hemos llegado plenamente al "aquí y el ahora" en forma estable y permanente.
La actual civilización está sufriendo extremos de dolor. Dolor físico y dolor Espiritual. El dolor físico se experimenta en muchos aspectos. Por ejemplo,  la hambruna pandémica que sufren millones de seres  humanos en todo el planeta. En enfermedades, en carencias, en limitaciones. Gente que vive con menos del mínimo para algún nivel de dignidad. Hogares en Hong Kong que viven en 16 metros cuadrados de limitaciones. 

En África solamente hay  más de 50 millones de seres humanos muriendo de una hambruna que parece no tener solución, ni final alguno, ni nadie que se conduela de esos seres humanos. Y ahora con la reciente plaga de langostas que por millones está azotando los países de África Oriental, la situación de hambruna será peor.  Una civilización indiferente, que en su azarosa moral luce desinteresada en estos eventos, pero con fuertes inversiones  y sueños en el proyecto de colonizar Marte.

Dolor físico patente en enfermedades de todo tipo.  En Madagascar, por principios religiosos no permiten vacunación de niños, lo cual aumenta el índice de mortalidad y morbilidad infantil.
Dolor físico en patologías de alta complejidad, que requieren solvencia económica e infraestructura de Salud Pública moderna y con equipos de alta tecnología. Todo esto escapa de las posibilidades del grueso de la población. De esta condición es la mayoría de los enfermos en países subdesarrollados. Países donde el sistema de salud está en bancarrota. Donde la corrupción y la falta de escrúpulos roba los recursos, afectando a los más vulnerables.

El dolor aumenta directamente proporcional a la falta de recurso económico y a las aspectaciones del Karma en nosotros.

Más de 40 millones de enfermos oncológicos en el mundo, de los cuales 9.2 millones mueren anualmente, después de penosos sufrimientos y de dolorosos cuadros de deterioro familiar. Más de 4 millones de alcohólicos mueren al año. Por desastres naturales, mas de 15.000 muertes y pérdidas económicas  por más de 140.000 millones de dólares que obviamente sufren los más pobres.

Hay dolor físico, que es endémico. Parece que la Justicia Divina hubiera juntado en ciertas zonas del planeta, a las almas que tienen similares características karmicas. Por ejemplo, Siria con una guerra cruel, destructiva. Con corazones maculados desde la aurora del alma. Guerra interminable, infinita y eterna. Rostros sin corazón. Almas caminando en la cornisa del dolor.

Irán, Irak, Palestina, cuerpos desmembrados, con un solo doliente: El Corán. Cuerpos amputados a la alegría de vivir. Sonrisas inéditas, que nunca llegaron a ser públicas. Guerra sobre guerra. Calles espectrales. Desoladas. Cañones entre la maleza de las calles. Calles llenas de fantasmas y el dolor, vestido de Califa, en Bagdad, Terán, en Tiblik, en campos minados de pánico, de ausencia de mañanas. De noches luctuosas que se olvidaron de amaneceres radiantes.
Pakistán y Afganistán con el miedo, destrozando rostros y sueños. Niños que nunca lo fueron. Kalashnikov no es un arma, es un juguete que duerme bajo la almohada de criaturas que todavía no tienen dientes, pero sí veneno de crótalos en sus mandíbulas.

India con 900 millones de habitantes desamparados. Anclados entre la virtud y el vicio. No saben si mirar al futuro o quedarse en el pasado. Rostros famélicos. Cuerpos enjutos. Pero preparando misiles nucleares de largo alcance para borrar a Pakistán del mapa. Para aumentar la geografía del dolor.

El dolor espiritual se aferra al alma. Pega en la estructura del Ser. Y aunque no se crea, allí es donde el Cristo se fortalece. El dolor que lava el vestido del alma, que retuerce la Arquitectura de nuestro ser. Que te hace perder el brillo y el azogue de los ojos. Es el dolor de la Consciencia, del Justo Juez, que te perseguirá hasta más allá de las fronteras de la muerte.

Sobre el tal dolor, Pablo, el apóstol de los gentiles, nos dice: “...Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo cual, por amor a Cristo, me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte." 2Corintios, 11, 9.10

El dolor espiritual es un mecanismo para el despertar de la Consciencia. Es un mecanismo que está más allá del poder de los opioides. Es una lección para el alma. Es un estado indispensable por el que debemos pasar, para pagar el precio de la desobediencia original. Por esa razón, el Ritual Gnóstico de Iniciación lo dice resignado: "Dolor y reflexión. He ahí tú camino".
Parece que la Iniciación para ser tal, siempre está acompañada de dolor, de soledad, de infinitas pruebas, de transitar por las cumbres del dolor. Musset, un gran escritor francés, escribió alguna vez: "L'homme est toujour un apprenti. La douleur est son maitre. Et nul,  ne se connait tant comme ce lui qui a de la suffer"  Es decir, "El hombre es siempre un aprendiz. El dolor es su maestro. Y nadie se conoce tanto como quien ha sufrido".

Los mártires de la cristiandad dan pleno testimonio de nuestras palabras. Jesús el Cristo, Esteban el protomártir, Pedro apedreado hasta la muerte, Pablo decapitado en Roma. Jacobo traspasado a espada. Galileo, Juana de Arco y tantos otros inocentes que pasaron por las cumbres del dolor afligiendo duramente sus almas. Son hitos que marcan la Historia y la presente humanidad. Pero, individualmente, cada Iniciado tiene su propia historia escrita con caracteres de fuego en las páginas de su alma. 

Llorando y atormentado me incliné una vez ante el Gran Jerarca Anubis y le pregunté, “¿Por qué  tantas pruebas?”  A lo cual me respondió: “Si no te prueban, no te ascienden. Los exámenes son para los que están en la escuela.”

Por eso, el camino de la Iniciación es terriblemente doloroso. Se sustenta sobre los pilares del dolor físico y espiritual y se vive ante la faz del mundo que te contempla vengativo y que grita ante el propio Sanedrín:
Crucifixia !!!
Crucifixia !!!
Crucifixia !!!
Menos mal,  que sin crucifixión, no hay Ascensión. Tú lo sabes.

MARIANO JOSÉ HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.

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