Con profunda pena y gran vergüenza, el mundo de hoy ve con horror la masacre sangrienta que el sionista Estado de Israel comete contra el pueblo palestino.
Tanta muerte, tanta sangre, tanto dolor y destrucción asquea la Consciencia de la actual civilización, pero nadie hace nada para frenar esa matanza.
El pueblo palestino está mortalmente secuestrado por Hamás, que es una organización terrorista y criminal, y por Israel que ha jurado su aniquilación total, en cuyo objetivo, ha sacrificado miles de vidas inocentes.
Ese conflicto no tiene raíces religiosas como algunos quieren afirmar. No. Su génesis se remonta al Siglo XIX, cuando el periodista astrohungaro Theodor Herzl propuso al mundo europeo formar un Estado Judío, al cual llamó el Judestaat.
Al comienzo, la zona de Palestina no estaba en los planes sionistas para fundar el Estado Judío, y se propuso construirlo en Argentina, por tener el mayor número de habitantes judíos en Latinoamérica.
Muchos otros lugares fueron pensados para ese fin, entre otros, la Península del Sinaí, Chipre, el Congo, Uganda, Mozambique y Kenia.
Hacia 1.917,en plena Guerra Mundial, los ingleses derrotaron a los Otomanos, y en la Batalla de Beersebá, y tomaron el control sobre Palestina, con lo cual comenzó el colonialismo y destrucción de esa zona. Lo que originó constantes levantamientos de la población árabe y cristiana que habitaba esos territorios.
Grabados en la Historia están los levantamientos de Al-Burag en 1.929. La gran revuelta de 1.933 y de 1.936 al 39 que fueron largas y sangrientas.
Finalmente, los ingleses colonialistas, no pudiendo soportar con sus fuerzas de invasión las constantes revueltas, pasaron el caso de Palestina a decisión de la recién creada Naciones Unidas, en 1.948.
En ese Foro Mundial recién inaugurado, y sin ninguna experiencia en conflictos territoriales, el 29 de Noviembre de 1.948, se aprueba la Resolución 181 que ordena la división de Palestina en dos partes. Una para construir Israel, a quien con solo el 6% de población, se le otorga el 55% del territorio y a los palestinos que, teniendo la mayor población, fue otorgado un 45% de las tierras.
Por causa de esa decisión, hubo rechazo e inconformidad por ambos lados. Los judíos querían más territorio para expandir sus asentamientos urbanos y rurales. Y los árabes reclamaban por ser mayoría.
Así fue cómo comenzó la disputa entre esos dos bandos. Los árabes defendiendo sus asentamientos y los judíos con sus planes expansionistas de colonización blanca, que consiste en tierra arrazada para sus enemigos.
Con esa injusta decisión de la ONU, el territorio palestino quedó dividido en tres grupos humanos. Los que emigraron hacia los países árabes vecinos, los que se fueron a Israel y los que se regresaron a Gaza, Cisjordania y a sus antiguos asentamientos.
No hay entonces, ninguna disputa enraizada en razones religiosas, sino en odios ancestrales por injusticias que históricamente se han cometido.
Con el paso del tiempo, y especialmente en el gobierno de Netanyahu, Israel expandió sus límites desalojando a los palestinos de sus hogares, asentamientos y comunidades y reemplazando a los árabes por colonos judíos. En una terrofagia criminal e inhumana carente de todo respeto por el derecho humanitario.
Hemos comprobado que en todos los conflictos bélicos, lo que menos se respeta es el Derecho Humanitario. En esta guerra, la dignidad humana queda eliminada del escenario geográfico, pues los planes del Primer Ministro Netanyahu, con el fin de salvar su jefatura política, es convertir a toda Gaza y Palestina, Jan Yunin, Raffah en tierra arrazada, en escombros, como lo vemos diariamente en los noticieros mundiales.
Las declaraciones diplomáticas, la verborrea cómplice de los Foros Mundiales de políticos falaces, es totalmente inútil y no causa ninguna paralización de este genocidio a cielo abierto, en cuya comisión está involucrado directamente el poderío bélico norteamericano.
En esta guerra, la doble moral de los países presenta dos caras de una misma falsa moneda. La comunidad internacional afirma que Israel está en pleno derecho de defenderse. Y por otro lado, condena con vanas palabras la masacre del ejército sionista, cuyo Comandante General ha dicho que sus tropas actúan con sumo profesionalismo, y eso lo hacen matando a civiles inocentes, que Hamás utiliza como escudos humanos.
Afirmamos que ya la defensa de Israel no es defensa, es masacre, es crueldad, es genocidio a cielo abierto a los ojos de la vestidura de Aristipo, quien falazmente trata de engañar a Socrates, que es la humanidad entera.
Las siguientes cifras actualizadas al 6 de noviembre, podrían ayudar a crear una idea apropiada de los números fatales de este monstruoso conflicto.
Según la BBC y fuentes gubernamentales de ambos lados, hay más de 18.000 palestinos muertos, de los cuales 4.104 son niños menores de 10 años y muchos de ellos, neonatos. Adicionalmente, hay reportes de 270 niños desaparecidos bajo escombros.
No hay agua potable, porque la red de acueductos fue bombardeada y destruída por la aviación israelita. No hay alimentos y se pronostica una hambruna colectiva. No hay medicamentos. Algunas operaciones quirúrgicas debieron hacerse sin anestesia. No hay frazadas. Y en esa zona ya llegó el invierno.Los pocos e inseguros albergues han sido afectados por bombardeos indiscriminados.
Es un infierno sobre la tierra. Es fuego llovido de almas enfermas y satánicas que nada tienen que ver con la gloria del pueblo de Dios.
Cardinal y necesario afirmar que, la Fuerza Aérea de Israel tiene 70 de los poderosos aviones F35 C, que son los aviones más modernos del mundo.
Las imágenes y noticias de ese conflicto crean en nosotros un recorderis del Armagedón. De que por muchos alardes y vanagloria de la presente humanidad, tendremos que decir como León de Greiff: "Todo vale nada y el resto, vale menos."
Este pueblo no es el pueblo de Dios. La Biblia es taxativa y certera cuando dice: "Por sus frutos los conoceréis."
Este Israel no es el pueblo que desciende del Patriarca Abraham, a quien Dios le dijo:
"De cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como la arena del mar, por cuanto obedeciste mi voz".
Dios misericordioso y bueno vuelva su rostro de bendiciones hacia esa atribulada región y traiga la paz a esas almas, a esas vidas, a esos corazones , a esos pobres seres humanos, cuyo futuro no está en ninguna parte, sino bajo el fuego de los misiles y bombas de Israel, del Israel infernal que escupe fuego del abismo contra nuestros semejantes.
MARIANO JOSÉ HERRERA V.
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