miércoles, 14 de abril de 2021

CUANDO APRENDES A VER LO BUENO.


A Asun, Maestra de la Misericordia.

Es urgente y muy conveniente aprender a ver lo bueno. Lo bueno de todo lo que pasa.

La gente en su gran mayoría siempre ve lo malo de las cosas, de las distintas experiencias que ocurren, o que nos ocurren.

Cuando educas al alma a ver lo bueno, ella se acostumbra a vibrar con lo bueno. Aunque muchos teóricos digan que debemos estar más allá del bien y del mal. Es imprescindible que aprendas a ver lo bueno, lo positivo, lo noble y altruista de tus semejantes.

Si se ha enseñado que: “Los demás son el espejo donde nos miramos de cuerpo entero”; entonces debemos concluir que todo lo que vemos en otros, es porque nosotros también lo tenemos.

El niño inocente y puro no ve maldad en los actos ajenos, porque él no tiene maldad, y su pureza solo refleja lo bueno.

Cada evento que ocurre tiene dos polaridades: una buena y otra mala. Quien acostumbra  su alma a ver lo bueno, empieza a vibrar en una escala más elevada, aprende a superar lo malo, se sale del circuito de la maldad. Y eso le permite crecer, superarse, elevarse. He ahí la razón del filósofo que dijo: “Las águilas ignoran lo que el pantano dice.”

A continuación te presentamos algunos ejemplos de lo conveniente que es aprender a ver lo bueno.

Si estás en un grupo gnóstico y te pones a ver lo malo de todos los hermanos, terminarás yéndote. Y vivirás en un mundo de tinieblas, pues, la sabiduría gnóstica es perfecta, pero los gnósticos son imperfectos.

Si alguien te insulta y te dice una barbaridad de cosas; en vez de atacarlo, debes compadecerlo, porque la imperfección de sus sentidos no le permite ver lo maravilloso de tu Real Ser.

Si alguien escogió caminos de involución, bendícelo y ruega por él, porque tú sabes que su camino es de dolor y sufrimiento.

Si ves que muchos hermanos pagan mal con mal, como en la ley del Talión, alégrate porque tú comprendiste a tiempo que, el mal se combate con el bien. Porque aplicar el mal como terapia, solamente aumentará el mal. Si en todo aplicamos la ley del Talión, terminaremos todos ciegos.

Si te humillan, o te maltratan, ruega a Dios por quienes lo hacen, porque te han dado una oportunidad para crecer, te han puesto escalera para subir.

Cuando tienes escasez es bueno, porque aprenderás a valorar las cosas y a usarlas con mesura.

Cuando estás enfermo, valoraras la salud y apreciarás la vida.

Cuando Salomón, en el Eclesiastés, 7.1, dijo que: “Es mejor el día de la muerte que el día del nacimiento”, pensó que la vida era un ciclo recorrido para enriquecer el alma y acercarnos a Dios.

“Mejor es el pesar que la risa, porque con la tristeza se enmendara tu corazón.” Ecl, 7.3

Es decir, el mal funciona como principio aleccionador para llegar al bien. Eso explica aquel proverbio que dice: El diablo siempre trabaja para Dios.” Eso también está comprobado en la sabiduría de Lucifer, a quien muchos tienen convertido en diablo por lo espantoso de su fornicación y exageradas concupiscencias.

Si aprendes a ver lo bueno de lo malo, sabrás sacar luz en las tinieblas de la vida. Y esa actitud permitirá que nazca en ti el Sol de Medianoche, que guía tu sendero con la Luz del Cristo.

Si en el acto sexual lo que ves es placer, morbo y lujuria, entonces jamás comprenderás que hay dos fuegos: el de la pasión y el del Espíritu. El primero te lleva al infierno, al reino de Proserpina, y el del Espíritu, a las dimensiones superiores del Universo, a los Reinos del Gozo y la Felicidad Supremos. A eso que algunos llaman cielo. Aunque el cielo no es un lugar, ni un tiempo, sino un estado de la Consciencia despierta.

Si ves la pérdida de un amor como un doloroso sufrimiento, nunca podrás valorar el aprendizaje que hay detrás. Nunca podrás ver que eso también implica un aprendizaje, una superación de flaquezas, un desprendimiento y liberación de apegos, hacia el despertar de la Consciencia, hacia la formación de alma.

No todo sufrimiento es malo. El escritor francés Musset, dijo que: “El hombre es siempre un aprendiz. El dolor es su Maestro, y nadie se conoce tanto como quien ha sufrido.”

La gente desconoce la causalidad del dolor, y su valor como forjador de Consciencia. La humanidad no conoce las 48 leyes que nos rigen. De ésas, tampoco conoce las leyes del karma, de retorno y recurrencia, y por ese desconocimiento no sabe cómo trascenderlas.

Dicen que el negro contiene todos los colores. Y también que el infierno es la matriz del cielo. De lo cual se infiere que todo error se paga con dolor, y que ese dolor produce cierta purificación. Algunos procesos de purificación de líquidos les aplican fuego, para evaporarlos, y después condensarlos, haciéndolos así, útiles a los fines del artesano.

Y el artesano, es el sano arte del Creador, en la Alquimia celestial para cristalizar su proyecto Cósmico.

Si la gente ve solamente lo malo de la crucifixión y muerte de Jesús, jamás podrá avanzar y comprender la grandeza y la gloria de Dios manifestadas en ese Santo Sacrificio. Ese es un acto de amor y de heroísmo del Cristo Jesús por la humanidad, y ese es el acto que lo consagra como Salvador y Redentor de la especie humana.

Amigo lector, tienes que ser inteligente y muy sabio para comprender que en ese martirio se establece el Nuevo Pacto entre Dios y los hombres. Ahí se rasga el Velo de todos los Misterios y Jesús sale fortalecido de ese aparente mal, de ese horrible dolor.

Esta pandemia para muchos es una oportunidad para buscar a Dios, y fortalecer su fe,  para valorar sus familias y seres queridos. Pero para otros será tiempo de hacer negocios con el sufrimiento ajeno, o para revolcarse en sus fornicaciones, en sus abominaciones y para aumentar la violencia intrafamiliar. Así que, búscale el lado positivo y beneficioso a los eventos y no te amargues la vida. Lo que ha de ser, será.

Sale fortalecido porque prueba que es el Hijo de Dios, o sea, su Cristo.

Sale fortalecido porque triunfa sobre la muerte.

Sale fortalecido porque ese acto lo unge como Sumo Sacerdote según el Orden de Melchisedeth y  por toda la eternidad. No como los Sumos Sacerdotes de los tiempos mosaicos que eran mortales, y que usaban sangre de animales para la remisión de los pecados.

Sale fortalecida y beneficiada toda la humanidad con la muerte y resurrección de Jesús, porque su astral de Cristo Cósmico impregna toda alma que encarne sobre la tierra y le da la oportunidad de reconciliarse  con el Padre Creador, a través de la sangre redentora del Verbo Divino, que es Cristo Jesús. Esa es: “La poderosa mediación Astral que enlaza nuestra personalidad física con la inmanencia Suprema del Padre Solar.”

Ese Astral es a lo que la cristiandad llama, sin saberlo, la “Sangre de Cristo”. Y por tal motivo, dicen: “la sangre de Cristo tiene poder. Sangre de Cristo, protégenos. Sangre de Cristo, sálvanos. Sangre de Cristo, lávanos. Sangre de Cristo, cúranos. La sangre de Cristo nos libre de las tinieblas, del dolor y de la muerte.” Amén. Amén. Amén.

Observe, además el lector que, todas esas súplicas invocan a la sangre de Cristo, y nunca dicen “sangre de Jesús.” Y eso está correcto, porque Jesús es la parte humana, entre tanto que el Cristo es la parte Divina, es el Espíritu de Dios hecho carne. He allí por qué ninguno de los 4 Evangelios habla de la muerte del Cristo, sino de la muerte y resurrección de Jesús. Hablan de las 14 Estaciones en el Vía Crucis, y tampoco hablan del juicio y condena del Cristo, sino de Jesús.

Esa crucifixión de Jesús también nos enseñó que en él se realizó aquella su enseñanza de que: “Es preciso que el grano de trigo muera, para que dé abundante cosecha.”

Quienes ven a Judas como un vulgar traidor, jamás podrán saber que era una escalera para ascenso de Jesús y un mal necesario para su gloriosa resurrección y ascensión a los cielos infinitos. Era necesario, porque todo Maestro necesita un traidor.

Quienes ven al apóstol Pablo de Tarso como un perseguidor de los cristianos de esa época, jamás podrán beber las aguas cristalinas de la inmensa sabiduría crística, que advino a él con la experiencia esotérica de las “4C”.

La primera “C” es la Conmoción. Ya sabemos que el rayo poderoso del Cristo lo derriba del caballo y entra en Conmoción por tres días. La segunda “C” es la Conversión. Conversión al cristianismo. La tercera “C” es la Contrición, es el dolor de su alma por los errores cometidos y su ofensa a Majestad Divina. La cuarta “C” es la Convicción. “La certeza de lo que se espera. La Convicción de lo que no se ve.” Según lo enseña en Hebreos, 11.

Los que ven lo bueno, saben que Pablo es el más grande filósofo y teólogo del cristianismo primitivo. Saben que sus 13 Epístolas forman la base del cristianismo y que fue el más exaltado de todos los apóstoles, el más esforzado en explicar la doctrina de salvación vivida por Jesús el Cristo.

Pablo recorrió más de 10.000 kilómetros en sus viajes misioneros, a pie, a caballo, fue náufrago en algunas veces. Fue también apedreado, azotado, picado de serpientes. Estuvo preso más de tres años y finalmente, los malvados romanos le cortaron la cabeza, dando muestras de su amor por Cristo Jesús y su doctrina.

Ver lo bueno de Pablo apóstol, es escuchar la voz que le dijo desde las alturas: “Te he puesto para luz a los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta los confines de la tierra.”

Amigo lector, aunque la Biblia enseña que: “Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios”, te has puesto a pensar, ¿Qué hubiera sido del cristianismo sin Pablo?

Quien aprende a ver lo bueno, no se queda en el tiempo en que Moisés mató al egipcio para vengar al judío oprimido, sino que ve en él al hombre más grande del Antiguo Testamento. El que recibió de Dios, los 10 Mandamientos. El que escribió los Cinco libros del Pentateuco. El que obró prodigios en Egipto, como instrumento de Dios contra el Faraón. El que abrió el Mar Rojo, que es el mar de las pasiones, para salvar al pueblo de Dios.

La gloria que Dios concedió a Moisés fue tan grande que después de estar durante 40 días con Dios en el Monte Nebo, su rostro se volvió tan resplandeciente que debió ponerse un velo para no enceguecer a los israelitas.

La muerte de Moisés, “a los 120 años, conservando todo su vigor y el brillo de sus ojos”, fue una muerte en victoria, porque lo traspuso Dios a otras dimensiones, por lo cual, nunca se encontró su tumba. Si aprendes a ver lo bueno, descubrirás en Moisés al hombre-Cristo, al siervo de Dios, de quien el Creador nunca se apartó.

Si aprendes a ver lo bueno, descubrirás en David al profeta que supo lo que ocurriría a Jesús, prediciéndolo siglos antes, en el Salmo 69. Descubrirás que de sus lomos, según la carne, nacería el Salvador, y no verías al Rey que le quitó la mujer al General Urias, de su propio ejército, y después lo mandó al frente de batalla y lo abandonó en manos del enemigo.

Si aprendes a ver lo bueno, descubrirás que Job fue probado por el mismísimo Satanás, cumpliendo órdenes de Dios. Y así sabrás que Job pasó esa dura prueba sin renegar de la Majestad Suprema. Y la lepra purificó su cuerpo y engrandeció su alma. Por lo cual, Dios le recompensó con el doble de todos los bienes que el diablo le quitó en la dura prueba sufrida. Por esa razón, dice la Biblia que “agradó más a Dios su postrer estado que el primero.”

Si aprendes a ver lo bueno, te identificaras con lo bueno. Tu alma empezará a vibrar en el bien, en la felicidad, en la luz. Y de esta forma, atraerás lo bueno, porque “uno no atrae lo que quiere, sino lo que es”. Eso es una ley universal que el Maestro Huiracocha enseñó como “Ley de Armonía Vibratoria.” De cuya acción nos advirtió el Cristo, cuando nos aconsejó: “No os unáis en yugo desigual.”

Amigo lector, no te quejes tanto, y empieza a ver el lado positivo de la vida, lo positivo de cada experiencia.

Aprende a ver la vida desde una perspectiva positiva, de pedagogía divina para tu alma.

Aprende a leer donde el Maestro no escribe.

Cuando aprendes a ver lo bueno, descubrirás que en cada crisis hay una oportunidad de crecimiento, de expansión, de resiliencia, de redimensionamiento y de Triunfo.

Que Dios nos bendiga a todos y que la sangre del Cristo nos proteja y ayude a salir triunfantes de esta pandemia. Que la sangre del Cristo prepare nuestras almas para la vida eterna.

Amén. Amén. Amén.

GNOSIS DE VANGUARDIA

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