miércoles, 28 de abril de 2021

CUIDANDO TU CRISTO ÍNTIMO.

A Cristo, a su Gloria eterna.

El Cristo es la manifestación de Dios Padre para salvación y reunificación con la Majestad Suprema.

El Cristo es la única vía para la reconciliación, es el único camino. Por esa razón dice de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida.”

El camino porque es la única vía, el puente que está construido desde la tierra al cielo, de la materia al Mundo de Dios. Por esa misma y única razón, Dios tenía que enviar a su Divina Emanación, a su Hijo, para que “todo aquel que en Él crea no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Según el capítulo 6, del Evangelio de Juan, “A Dios nadie le vio jamás. Sólo el Hijo que habita en su seno, él le ha dado a conocer.” Y esto es así, porque Dios es espíritu puro; es decir, no tiene cuerpo físico. Por tanto, en Cristo toma expresión corporal para enseñar el Misterio de la salvación de las almas y cumplir así el plan divino de formar hombres solares, a través de la sustancia del amor, usada como energía para reconciliarnos con el Padre y volver a la casa celestial. Enseñanza que está plasmada en la parábola del hijo pródigo.

Y entiéndase que hijo pródigo es toda la humanidad. La humanidad es Lázaro que está muerto y frío por la lepra que es una enfermedad consecuencia de las abominaciones del alma. Lázaro tiene que ser resucitado por el Cristo y la palabra dicha a Lázaro, es también dirigida a toda la humanidad que está muerta, y debe ser resucitada para Dios por el Cristo, el único y Santo Mediador.

Cristo es la Verdad, porque él es con el Padre. Es decir, en cuanto al descenso de Cristo a la tierra, él es su Santa Emanación, pero en su gloriosa resurrección y ascensión, es en el Padre. Por eso la frase dicha al apóstol Felipe: “Mi Padre y yo somos uno. Y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre que me envió.”

Cristo es la Verdad para salvación, porque en él se esconden todos los tesoros de la deidad. Él contiene todos los Misterios de la salvación, y el mismo es ese Misterio. Por cuya razón él se constituye en el Salvador, el Jeshua, en el Emmanuel.

La venida del Cristo fue profetizada por Isaías 723 años antes, con el nombre de Emmanuel, que en lengua judía significa “Dios con nosotros.” Y en los tiempos de su encarnación, fue profetizado con el nombre de Jeshua, que significa, “el Mesías, el Salvador.” Si hacemos el ejercicio místico de juntar los dos nombres, veremos un mensaje completo. Así: “Emmanuel es Dios con nosotros” y Jeshua es Dios Salvador. Por tanto, Emmanuel Jeshua, significa: “Dios con nosotros para salvarnos.”

Cristo es la Vida porque él posee el llamado “Don de la Continencia”, es decir, la Causa existente por sí misma. Esa es la Cuarta Prueba de la existencia de Dios, de las Cinco explicadas por Tomás de Kempis, en su libro “Imitación de Cristo.”

Cristo es la Vida porque quien encarna su esencia, su divina naturaleza, su divina consciencia, sus virtudes y sus niveles energéticos, llega también a tener vida en sí y por sí. Esto significa vida eterna.

Hemos explicado así la frase del Maestro Jesús en el Evangelio de Juan, que es el Evangelio del Águila, porque es el de mayor altura espiritual: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.”

Ahora bien, a este punto de nuestra disquisición, es insoslayable afirmar que, el Cristo para su nacimiento, crecimiento y desarrollo total, hay que cuidarlo.

Así mismo como se hace con la concepción, gestación, parto y crecimiento de un bebé normal, similarmente hay que proceder en todos los aspectos para llegar a ese hombre nuevo, a ese parto de gloria del cual nos habló Pablo, en su epístola a los Gálatas, 4.19, cuando dijo: “Hijitos míos, por quienes sufro dolores de parto, hasta que Cristo se haya formado en vosotros.”

En ese camino de nuestra propia Belén, para que nuestro Cristo particular nazca del fuego y del agua, tienes que estar atento y vigilante, Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Cuando te convertiste en hazme reír de tus amigos, en chiste cruel para tu familia, y nunca desfalleciste en tus propósitos, es porque estabas Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Cuando en tu trabajo todos te veían raro, y te invitaban a las antiguas orgías, y tú preferías congregarte en tu Lumisial, a escuchar conferencias gnósticas, o participar en la Sagrada Liturgia, es porque estabas Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Cuando tuviste que sufrir los malos tratos de tu pareja, que te pedía fornicación, morbo, aberración, y tú resistías los embates de los demonios Rojos de Seth. Cuando después de tanto martirio y sufrimiento, tuviste que decidir separarte, dejando a tus niños, tu casa, y todo, entonces te cobijaste con el manto del dolor y el llanto, y sin embargo, bendijiste el pan y el vino, en la soledad de tu alma, invocando el auxilio de Dios, estabas Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Cuando cambiaste las lecturas de palangres y dejaste de ver basura televisiva, y te refugiaste, sin fanatismo en la sana doctrina del Cristo y su Avatara Samael, es porque en esos actos estabas Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Cuando hiciste carne y sangre las palabras del Ritual de Consagración: “Dolor y Reflexión, he ahí tu camino”, te preparaste con fe para las pruebas de los 4 Elementos. Te abrumaban los malsanos comentarios de todos, incluida tu familia, que decían que “estabas loco, que la difícil situación económica era por esos estudios en que ahora se metió.”

Viviste una etapa dura, de liberación, de soltar cosas y de aprendizaje para seguir en tu luminoso camino, es porque estabas Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Te abrumaba el recuerdo cuando tu hermano mayor en el mundo físico, poniendo su dedo índice sobre tu pecho, te dijo arrogante: “Usted traicionó la religión de sus padres. Apártese de esa religión y verá que hace dinero.” En ese momento, no perdiste la conexión con tu Ser, le perdonaste su atrevimiento, siguiendo la enseñanza crística, porque querías seguir Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Sabemos cuánto sufriste para desarrollar la castidad. Comprendiste que sin castidad no hay santidad y sin crucifixión no hay ascensión. Después de quedarte sólo, innumerables parejas se postularon para destruir tu soltería obligada. Pero conscientemente, sabías que las mejores parejas no eran las más convenientes. Y en tu soledad, recordabas la frase de Pablo cuando escribió: “Todo me es lícito, pero no todo me es conveniente.”

Tú buscando auxilio, te aferraste con Fe al Divino Gran Jerarca Anubis, el Señor de Toda Perfección, a su perdón y misericordia, y le suplicabas la pareja santa y casta diariamente. Hiciste una pausa en tus súplicas, y un día recibiste la buena nueva. La Madre Divina había intercedido por ti en el Panteón de MAAT, y ya estabas acompañado. Podías encender la Pira Santa, de Pedro. Tu ruego fue escuchado y podías seguir Cuidando a tu Cristo Íntimo.

La castidad era un calvario. Renunciar al inmundo e infernal coito era cosa de vida o muerte, para triunfar. Te recordabas de Samael cuando te enseñó que: “Siete veces cae el justo, y si lo es, siete veces se vuelve a levantar”. Pero lo tuyo eran más de siete veces. Era casi siempre. Nostálgico te venía a la memoria, la anécdota del Maestro Rabolu, quien después de muchas pérdidas, se presentó al Maestro Samael, y con una pistola apuntando a su propia sien, le dijo llorando: “Maestro, yo no sirvo para esto”. Sin embargo, su espíritu rebelde, y la fuerza con que el Iniciador lo ayudó, hicieron que ese Trono de la Justicia Divina, que es Rabolu, pudiera seguir su camino triunfante hacia la Primera Montaña. Cuidando a su Cristo Íntimo.

Tu persistencia, tu disciplina y tu fe han sido armas indispensables para estar atento y vigilante como el vigía en época de guerra. Recuerdas aquella vez, que al terminar una visita misional al Budha Viviente Gargha Kuichines, le pediste su bendición, y él te dijo: “Que el cielo te bendiga, hijo, porque lo vas a necesitar…” Cuando llegaste a tu país, los hermanos gnósticos amotinados en tu contra, habían colocado una gruesa cadena en la reja del Santuario y no te dejaron entrar, no obstante ser tú el mayor benefactor de ese templo sagrado. Terminaron en su rebeldía y desazón, lanzándote las vestiduras sagradas a la calle. Como una chispa, te acordaste de la bendición que te dió el Venerable Anciano.

Te metiste a vivir los Tres Factores, y hace más de cuatro décadas, me dijiste que la muerte psicológica, o transformación de los defectos en virtudes, era como cruzar el océano a nado. Pero veo que bastante has trabajado. Grande es tu comprensión de los defectos. Muchas son las súplicas a la Madre Divina Kundalini y millones los pranayamas hechos en pleno Maithuna para cuidar la energía y para que la Adorable Majestad Femenina te ayude a sacar los mercaderes del Templo.

Me dijiste que tu cambio fue paulatino, pero firme. Tus palabras, tu modo de ver la vida, la valoración de los eventos, de las personas, de sus debilidades, sus méritos. Tu gerencia del tiempo, que ahora utilizas al máximo, sin perder la ubicación de tu país psicológico, te han hecho crecer. Nunca has perdido la vista en el galardón. Todas tus cosas te llevan a estar siempre Cuidando a tu Cristo Íntimo.

Trabajas duro, demasiado duro y eso te ha permitido sobrevivir a terremotos, hecatombes, y movimientos sísmicos de los gnósticos. Ahora sabes que no has perdido tu existencia. Sabes que Dios te bendijo con la sabiduría dulce que tú Maestro te enseñó cuando tomaste el camino de la gloria.

Aprendiste que el Cristo es la puerta estrecha. Aprendiste que la sabiduría está en el temor a Dios, y la inteligencia en cumplir su voluntad.  Por cuya razón, el Sabio Salomón en su Invitación proclamó: “Inteligencia y sabiduría, dadme la corona”. La Corona Sephirotica que es la Corona de la Vida Eterna.

Has comprendido que Cristo es la Misericordia del Padre vertida en el Sacratísimo Ser de Jesús, para salvación y redención del género humano. Has comprendido que la gloria es el Sol de los muertos. Sí. De los que han muerto en sí mismos. Y han levantado la Serpiente de Fuego sobre su vara, como lo hizo Moisés en el desierto. Sí. En el desierto de su vida.

Negarte a ti mismo te permitió conocer tu verdadera dimensión. La dimensión donde todas las máscaras se caen y sólo tu Ser se manifiesta.  La eternidad del Todo.

Sigues en guardia, vigilando. Siempre estás Cuidando a tu Cristo Íntimo.

¡Que Dios guarde tu camino, guerrero de la Luz Divina!


GNOSIS DE VANGUARDIA

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jueves, 22 de abril de 2021

PARALELO ENTRE UN SANTO Y UN MAESTRO

 

A Asun, primer alma misericordiosa del mundo.

Muchas personas del común, e incluso de las filas gnósticas, no saben con exactitud y certeza cuáles son las diferencias entre un Santo y un Maestro.

Por el método de comparación y contraste trataremos de abordar pedagógicamente tales diferencias.

Un Maestro es un Santo, pero un Santo no es un Maestro.

Un Santo desarrolla algunas virtudes, pero no trabaja con el fuego sexual del Espíritu Santo.

Todo Maestro es hijo del fuego Sagrado y por tanto, una chispa del Gran Todo convertida en hoguera del Mahamvantara.

Un Maestro cuando tiene Cuerpos Solares es dueño de su propio destino.

Un Santo está sujeto a la ley de Retorno y Recurrencia; es decir, no se ha liberado de las leyes que rigen la humanidad, pues no posee Cuerpo Causal Cristificado.

Un Maestro para lograr tal nivel, tiene que trabajar con su esposa en la Cruz del Cristo, morir psicológicamente, es decir,  transformar sus defectos en virtudes, y cumplir con los Protocolos sagrados enseñados por la Majestad Divina para tales actos tántricos.

Un Maestro no necesita ser un ermitaño; al contrario, cumple rigurosamente lo establecido por la Biblia en 1Timoteo, cap.3.

Un Santo es reconocido como tal en determinada religión, y su elevación a los altares depende de procedimientos y de humana burocracia, e incluso, hasta de influencias o dádivas a los funcionarios encargados de su canonización.

Un Maestro es Maestro en el Cosmos Infinito, y su condición es otorgada en función de sus obras, por Jerarquías Siderales, que no están sujetas a humanos procedimientos. Es decir, es Hijo del fuego Sagrado por los trabajos realizados en la Novena Esfera.

Un Santo por su creencia, y a veces, por su fe, puede interceder ante Dios, pero su poder es limitado, y los llamados “milagros”, son realizados con ayuda de material psíquico del creyente.

Un Maestro es un sabio que conoce a cabalidad las leyes de la naturaleza, y puede mandar los 4 Elementos y sus elementales, sin violar ninguna ley. Por ser hijo del fuego, tiene poder sobre los integrantes de la Creación entera.

El conocimiento de un Maestro abarca ciclos anteriores y posteriores a su encarnación; pues, puede decidir en concordancia con los Ángeles de la Vida y los Jerarcas de la Ley Divina, la ubicación y tiempo de su nuevo nacimiento carnal.

Un Santo puede tener defectos, o manifestaciones egoicas, pero jamás tratará de transformarlos en virtudes usando la energía sexual, porque no la conoce y por esa razón, no trabaja con ella.

Respecto al uso de las energías creadoras, podríamos decir que algunos Santos están cerca de la Cruz del Cristo, merodean alrededor de ella, pero no suben a ella para crucificarse y morir con el Salvador en su máximo sacrificio tántrico. Ese es el máximo sacrificio, el que elabora el Elixir de la Resurrección y de la Vida Eterna. Ese es el Misterio de todos los Misterios, que es harto conocido y practicado por todo Maestro verdadero. Por todo hijo del Fuego Sagrado de Pentecostés. Es esa práctica la que da la santidad al Maestro. Esa es la sabiduría  que el apóstol Pablo conocía y practicaba, por lo cual pudo escribir:

“Sin santidad nadie podrá ver a Dios.”

Algunos que se dicen cristianos, son enemigos de la Cruz de Cristo. Y no practican las enseñanzas ocultas que encierran sus Misterios, como lo dice la Biblia en  Efesios, 1.16.

“Y mediante la Cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Reconciliar a ambos, quiere decir a la pareja tantrica. Porque es por medio de la Cruz que llegamos a Dios. Por eso se dice que: “Solo la Cruz salva.”

Así mismo, la frase: “matando en ella las enemistades”, significa que en el acto sagrado de la Cruz, es donde debemos llevar nuestros defectos, previamente comprendidos para que la energía y el amor de nuestra Madre Divina Kundalini particular los transforme en virtudes. Esa sabiduría es totalmente desconocida por la inmensa mayoría de los Santos, a excepción de muy pocos, como San Benito que si conocía estos Misterios y practicaba con Santa Gertrudis el Arcano AZF, de lo cual hay prueba fehaciente, porque su Cruz o su llamada medalla, contiene en latín todas esas enseñanzas y valiosas para toda persona que busque la realización plena de la Redención de su alma.

Un Santo es un individuo religioso, público, que sólo es venerado después de muerto. Mientras que un Maestro es habitante sagrado de Tierra Santa.

Un Maestro maneja energías y fuerzas ocultas y desconocidas para un Santo. El Maestro tiene poder para meter su cuerpo físico en el Hiperespacio y desaparecer de los ojos carnales. Puede moverse en diferentes dimensiones del Cosmos Infinito.

Todo Maestro sabe transformar energías y usarlas para su crecimiento y desarrollo espiritualPor esas energías contenidas en los respectivos Hidrógenos sexuales, es que el Maestro nace a la vida por segunda vez. Ese nacimiento del que habló Jesús el Cristo a Nicodemo, cumpliéndose en el Maestro lo consagrado en el Evangelio de Juan, cap. 1. 12, 13.

Un Santo es muy limitado en el manejo de las fuerzas de la naturaleza, y por no ser hijo del fuego sagrado no tiene poder sobre los Elementos y las creaturas que los integran.

Todo viene del Fuego y todo vuelve al Fuego. Si sabemos que Dios es fuego abrasador, también debemos entender que todo viene de Dios y todo vuelve a Dios.  Un Maestro que realice el Orden de las Jerarquías Divinas y que haya trabajado en las Tres Montañas, ascendiendo a los cielos infinitos, es de hecho, un Hijo de Dios.

Un Santo tiene una relativa fuerza basada en creencias, en castidad abstemia, en ayunos, en oración, en misticismo, alejamiento del mundo, penitencias voluntarias, en pratyaras de silencio, en votos de humildad, y tampoco está sujeto a tentación con mujer alguna. Es decir, no trabaja en la cristificación de su alma con el fuego de Pentecostés.

Innegable que algunas veces para llegar a ser Maestros hay que pasar por la etapa del Santo. Pues esta etapa desarrolla un misticismo, una disciplina, que la condición de Maestro requiere como indispensable.

Así tenemos ejemplos: Tomás de Kempis fue una etapa del Iniciador Samael Aún Weor. San Francisco de Asís, fue una encarnación del Maestro Anubis René Sabaoth. Pablo de Tarso fue una etapa del Maestro Hilarión, Ser Divino, del Rayo de la Ciencia y de la Medicina, y así, sucesivamente.

Un Santo está lleno de dogmas de su grupo religioso. Mientras que un Maestro está lleno de razones, y de una lógica superior que le dan una sabiduría y un discernimiento espiritual objetivos.

El Maestro contiene al Santo, pero un mundo al revés, como el occidental, venera y valora más al Santo que al Maestro, debido a su fanatismo e ignorancia.

Un Maestro es un ciudadano del Cosmos y miembro del Círculo Consciente de la Humanidad Solar. Entre tanto que, a algunos Santos sólo los conocen en su religión o en su país natal.

Un Maestro enseña a desarrollar virtudes, que son valores purificados por el fuego divino. Mientras un Santo enseña a aceptar creencias y a multiplicar dogmas ciegos.

Lo que es inexplicable para un Santo, es plenamente explicable para un Maestro.

Los Santos desarrollan férrea disciplina, pero a excepción de muy pocos, no desarrollan los sentidos del alma, como sí lo hace un Maestro con la Telepatía, la Clarividencia, Intuición, Clariaudiencia, Sentido Espacial, Cuerpo Astral y Recuerdos Conscientes de Vidas pasadas.

Por lo cual, un Maestro tiene encendidos los 7 Candeleros, del que habla el profeta Zacarías, en el capítulo 4 de su libro. Veamos la siguiente transcripción:

“Volvió el Ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.

Y me dijo, ¿qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él.

Y junto a él, dos olivos, uno a la derecha del depósito, y el otro a la izquierda...

Hablé más y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro, y a su izquierda?

Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

Y él dijo: Éstos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.

En la Sagrada Gnósis de los Misterios de la Luz Divina, enseñamos a comprender y trabajar con esas revelaciones de la Santa Biblia. Por eso, nuestras enseñanzas tienen raíces divinas, todas ellas inspiradas en la Roca de Salvación que es el Cristo.

Ser Santo es bueno, pero ser Maestro, es mejor.

El Santo tiene sueños que sólo el Maestro puede realizar a través del Fuego Divino.

¡Salve, oh Maestro de las Ofrendas!

¡He aquí que llego en paz hacia vosotros para gustar el alimento que la Gran Divinidad me concede todos los días!

De nuestro libro, “Poemas de Luz y Esperanza”, transcribimos lo siguiente:

 

MAESTRO

El Maestro es un halo de Luz

salido del fuego universal

Gracias, Maestro.

Eres la sal de la sabiduría

que junta azufre

con mercurio filosofal.

Eres el éter

sagrado e infinito

que me permite

besar estrellas

y buscar mi sol

en el Sol.

Maestro, Sol de medianoche.

Maestro Sol

Maestro Luz.

¡Heme aquí, Maestro!

 

QUE DIOS TODOPODEROSO NOS BENDIGA A TODOS EN ESTA HORA DE LA GRAN TRIBULACIÓN.

AMÉN. AMÉN. AMÉN.

MARIANO JOSÉ HERRERA VILLERA

MAESTRO MOISÉS KAOMNICO


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martes, 20 de abril de 2021

PARALELO ENTRE UN SANTO Y UN MAESTRO.

A Asun, primer alma misericordiosa del mundo.

Muchas personas del común, e incluso de las filas gnósticas, no saben con exactitud y certeza cuáles son las diferencias entre un Santo y un Maestro.

Por el método de comparación y contraste trataremos de abordar pedagógicamente tales diferencias.

Un Maestro es un Santo, pero un Santo no es un Maestro.

Un Santo desarrolla algunas virtudes, pero no trabaja con el fuego sexual del Espíritu Santo.

Todo Maestro es hijo del fuego Sagrado y por tanto, una chispa del Gran Todo convertida en hoguera del Mahamvantara.

Un Maestro cuando tiene Cuerpos Solares es dueño de su propio destino.

Un Santo está sujeto a la ley de Retorno y Recurrencia; es decir, no se ha liberado de las leyes que rigen la humanidad, pues no posee Cuerpo Causal Cristificado.

Un Maestro para lograr tal nivel, tiene que trabajar con su esposa en la Cruz del Cristo, morir psicológicamente, es decir,  transformar sus defectos en virtudes, y cumplir con los Protocolos sagrados enseñados por la Majestad Divina para tales actos tántricos.

Un Maestro no necesita ser un ermitaño; al contrario, cumple rigurosamente lo establecido por la Biblia en 1Timoteo, cap.3.

Un Santo es reconocido como tal en determinada religión, y su elevación a los altares depende de procedimientos y de humana burocracia, e incluso, hasta de influencias o dádivas a los funcionarios encargados de su canonización.

Un Maestro es Maestro en el Cosmos Infinito, y su condición es otorgada en función de sus obras, por Jerarquías Siderales, que no están sujetas a humanos procedimientos. Es decir, es Hijo del fuego Sagrado por los trabajos realizados en la Novena Esfera.

Un Santo por su creencia, y a veces, por su fe, puede interceder ante Dios, pero su poder es limitado, y los llamados “milagros”, son realizados con ayuda de material psíquico del creyente.

Un Maestro es un sabio que conoce a cabalidad las leyes de la naturaleza, y puede mandar los 4 Elementos y sus elementales, sin violar ninguna ley. Por ser hijo del fuego, tiene poder sobre los integrantes de la Creación entera.

El conocimiento de un Maestro abarca ciclos anteriores y posteriores a su encarnación; pues, puede decidir en concordancia con los Ángeles de la Vida y los Jerarcas de la Ley Divina, la ubicación y tiempo de su nuevo nacimiento carnal.

Un Santo puede tener defectos, o manifestaciones egoicas, pero jamás tratará de transformarlos en virtudes usando la energía sexual, porque no la conoce y por esa razón, no trabaja con ella.

Respecto al uso de las energías creadoras, podríamos decir que algunos Santos están cerca de la Cruz del Cristo, merodean alrededor de ella, pero no suben a ella para crucificarse y morir con el Salvador en su máximo sacrificio tántrico. Ese es el máximo sacrificio, el que elabora el Elixir de la Resurrección y de la Vida Eterna. Ese es el Misterio de todos los Misterios, que es harto conocido y practicado por todo Maestro verdadero. Por todo hijo del Fuego Sagrado de Pentecostés. Es esa práctica la que da la santidad al Maestro. Esa es la sabiduría  que el apóstol Pablo conocía y practicaba, por lo cual pudo escribir:

“Sin santidad nadie podrá ver a Dios.”

Algunos que se dicen cristianos, son enemigos de la Cruz de Cristo. Y no practican las enseñanzas ocultas que encierran sus Misterios, como lo dice la Biblia en  Efesios, 1.16.

“Y mediante la Cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Reconciliar a ambos, quiere decir a la pareja tantrica. Porque es por medio de la Cruz que llegamos a Dios. Por eso se dice que: “Solo la Cruz salva.”

Así mismo, la frase: “matando en ella las enemistades”, significa que en el acto sagrado de la Cruz, es donde debemos llevar nuestros defectos, previamente comprendidos para que la energía y el amor de nuestra Madre Divina Kundalini particular los transforme en virtudes. Esa sabiduría es totalmente desconocida por la inmensa mayoría de los Santos, a excepción de muy pocos, como San Benito que si conocía estos Misterios y practicaba con Santa Gertrudis el Arcano AZF, de lo cual hay prueba fehaciente, porque su Cruz o su llamada medalla, contiene en latín todas esas enseñanzas y valiosas para toda persona que busque la realización plena de la Redención de su alma.

Un Santo es un individuo religioso, público, que sólo es venerado después de muerto. Mientras que un Maestro es habitante sagrado de Tierra Santa.

Un Maestro maneja energías y fuerzas ocultas y desconocidas para un Santo. El Maestro tiene poder para meter su cuerpo físico en el Hiperespacio y desaparecer de los ojos carnales. Puede moverse en diferentes dimensiones del Cosmos Infinito.

Todo Maestro sabe transformar energías y usarlas para su crecimiento y desarrollo espiritual. Por esas energías contenidas en los respectivos Hidrógenos sexuales, es que el Maestro nace a la vida por segunda vez. Ese nacimiento del que habló Jesús el Cristo a Nicodemo, cumpliéndose en el Maestro lo consagrado en el Evangelio de Juan, cap. 1. 12, 13.

Un Santo es muy limitado en el manejo de las fuerzas de la naturaleza, y por no ser hijo del fuego sagrado no tiene poder sobre los Elementos y las creaturas que los integran.

Todo viene del Fuego y todo vuelve al Fuego. Si sabemos que Dios es fuego abrasador, también debemos entender que todo viene de Dios y todo vuelve a Dios.  Un Maestro que realice el Orden de las Jerarquías Divinas y que haya trabajado en las Tres Montañas, ascendiendo a los cielos infinitos, es de hecho, un Hijo de Dios.

Un Santo tiene una relativa fuerza basada en creencias, en castidad abstemia, en ayunos, en oración, en misticismo, alejamiento del mundo, penitencias voluntarias, en pratyaras de silencio, en votos de humildad, y tampoco está sujeto a tentación con mujer alguna. Es decir, no trabaja en la cristificación de su alma con el fuego de Pentecostés.

Innegable que algunas veces para llegar a ser Maestros hay que pasar por la etapa del Santo. Pues esta etapa desarrolla un misticismo, una disciplina, que la condición de Maestro requiere como indispensable.

Así tenemos ejemplos: Tomás de Kempis fue una etapa del Iniciador Samael Aún Weor. San Francisco de Asís, fue una encarnación del Maestro Anubis René Sabaoth. Pablo de Tarso fue una etapa del Maestro Hilarión, Ser Divino, del Rayo de la Ciencia y de la Medicina, y así, sucesivamente.

Un Santo está lleno de dogmas de su grupo religioso. Mientras que un Maestro está lleno de razones, y de una lógica superior que le dan una sabiduría y un discernimiento espiritual objetivos.

El Maestro contiene al Santo, pero un mundo al revés, como el occidental, venera y valora más al Santo que al Maestro, debido a su fanatismo e ignorancia.

Un Maestro es un ciudadano del Cosmos y miembro del Círculo Consciente de la Humanidad Solar. Entre tanto que, a algunos Santos sólo los conocen en su religión o en su país natal.

Un Maestro enseña a desarrollar virtudes, que son valores purificados por el fuego divino. Mientras un Santo enseña a aceptar creencias y a multiplicar dogmas ciegos.

Lo que es inexplicable para un Santo, es plenamente explicable para un Maestro.

Los Santos desarrollan férrea disciplina, pero a excepción de muy pocos, no desarrollan los sentidos del alma, como sí lo hace un Maestro con la Telepatía, la Clarividencia, Intuición, Clariaudiencia, Sentido Espacial, Cuerpo Astral y Recuerdos Conscientes de Vidas pasadas.

Por lo cual, un Maestro tiene encendidos los 7 Candeleros, del que habla el profeta Zacarías, en el capítulo 4 de su libro. Veamos la siguiente transcripción:

“Volvió el Ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.

Y me dijo, ¿qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él.

Y junto a él, dos olivos, uno a la derecha del depósito, y el otro a la izquierda...

Hablé más y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro, y a su izquierda?

Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

Y él dijo: Éstos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.

En la Sagrada Gnósis de los Misterios de la Luz Divina, enseñamos a comprender y trabajar con esas revelaciones de la Santa Biblia. Por eso, nuestras enseñanzas tienen raíces divinas, todas ellas inspiradas en la Roca de Salvación que es el Cristo.

Ser Santo es bueno, pero ser Maestro, es mejor.

El Santo tiene sueños que sólo el Maestro puede realizar a través del Fuego Divino.

¡Salve, oh Maestro de las Ofrendas!

¡He aquí que llego en paz hacia vosotros para gustar el alimento que la Gran Divinidad me concede todos los días!

De nuestro libro, “Poemas de Luz y Esperanza”, transcribimos lo siguiente:

 

MAESTRO

El Maestro es un halo de Luz

salido del fuego universal

Gracias, Maestro.

Eres la sal de la sabiduría

que junta azufre

con mercurio filosofal.

Eres el éter

sagrado e infinito

que me permite

besar estrellas

y buscar mi sol

en el Sol.

Maestro, Sol de medianoche.

Maestro Sol

Maestro Luz.

¡Heme aquí, Maestro!

 

QUE DIOS TODOPODEROSO NOS BENDIGA A TODOS EN ESTA HORA DE LA GRAN TRIBULACIÓN.

AMÉN. AMÉN. AMÉN.

MARIANO JOSÉ HERRERA VILLERA

MAESTRO MOISÉS KAOMNICO


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