La etiología es la
ciencia que en medicina estudia las causas clínicas que originan una situación
patológica o una enfermedad.
El dolor físico se
define como una percepción sensorial localizada en una zona u órgano del
cuerpo, que puede ser más o menos intensa, molesta o desagradable y que ocurre
como resultado de una excitación o estimulación de terminaciones nerviosas
sensitivas, especializadas.
También existe el dolor espiritual que se expresa debido a razones psicológicas
o emocionales. A razones del alma humana, en su tránsito hacia el Padre de todo
lo creado.
Cierto es que el dolor
ha sido compañero de la raza humana desde nuestra salida de los mundos
celestiales, cuando desobedecimos a Dios, y perdiendo su bendición y su gracia
divina, empezamos a recorrer un camino de llanto y dolor desde nuestro propio
nacimiento biológico, hasta la partida final al mundo del más allá.
Por lo cual dijo Dios
a la mujer:
“Multiplicare en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a
luz tus hijos.”
Y al hombre:
“Maldita será la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los
días de tu vida. Con el sudor de tu rostro comerás el pan.” Génesis, cap. 3.
Esas palabras airadas y de anatemas justicieras se cumplen durante toda la historia de la humanidad. Creyentes o no creyentes, todos sufrimos el impacto de la palabra de Dios en alguna época de nuestras vidas.
El dolor es nuestro acompañante fiel de toda la historia de la humanidad. Veamos algunos episodios de la historia y reflexionemos sobre lo que ha sufrido el ser humano durante todas las edades y siglos de la historia conocida.
En Egipto fuimos esclavos. Y aunque esa cultura abrió paso a la fuerza impetuosa del pueblo de Israel conducido por Dios y su siervo Moisés, bastante fue el dolor y las penurias que allí sufrimos. Sólo él Omnipotente pudo gloriarse sobre Faraón enviando 11 plagas terribles para obligarlo a permitir el Éxodo hacia la tierra prometida.
En Roma nos apresaban y vendían como esclavos. Nos ponían a pan y agua, para después echarnos encima a jaurías de leones
estando nosotros semidesnudos y enterrados en las infernales arenas del circo. Famélicos
y raudos felinos devoraban nuestras cabezas y nuestros cuerpos causándonos una
muerte cruel, ante el alborozo y cínica mirada de la nobleza y el populacho
imperial. La única razón para esa sevicia mortal era que como cristianos éramos
una amenaza para la sobrevivencia del imperio romano. Tamaña farsa.
Por ser templarios fuimos perseguidos por los cruzados y traspasados a filo
de espadas, llegando en su persecución contra
nosotros hasta el Reino de Jordania, donde extinguieron los últimos guardianes
de los Misterios de los castillos templarios y del Santo Grial.
En Nombre de Dios, los católicos, en la Batalla de París, asesinaron a
cientos de cristianos. Y antiguas crónicas, narran que el
mismo San Jorge decía a sus soldados: “Matadlos
a todos. Matadlos a sangre y fuego, que después en el cielo, Dios escogerá los
de él.”
Cuan terrible sería el
dolor de Juana de Arco, cuando la malvada y satánica Santa Inquisición, la
quemó viva en una calle de Roma, entre risas y burlas.
La humanidad ha vivido
ciclos de terror, de dolor sin límites. Las
pandemias de 1.720, de 1.820, de 1.920 y 2.020 lo comprueban fehacientemente.
La hedentina y maldad
usadas por Hitler y los nazis quemando vivos a más de diez millones de judíos
en los hornos crematorios de Auswitch y Cracovia son una herida abierta e incurable en el alma colectiva de la presente
civilización.
El dolor sufrido por
los habitantes ancestrales de América, a manos de los conquistadores españoles
que asesinaron más de diez millones de nativos. Que, además, saquearon todas
nuestras riquezas. Que violaron impúberes nativas y aniquilaron todo
vestigio de cultura y civilización autóctona, es una altanera bofetada en el rostro de América.
Las bombas de
Hiroshima y Nagasaki son genocidios dolorosos en la paz del mundo japonés.
Y así sucesivamente, el trasegar de la humanidad a lo largo del tiempo, está signado por el dolor, la muerte, la enfermedad, la agresión repetitiva de una cultura sobre otra, dejando esculpidos en el corazón un ADN de sangre y violencia, que a veces, ni el tiempo logra borrar.
En el camino iniciático, el dolor es el sello infaltable que marca nuestro
sendero.
Las Iniciaciones de todo aspirante tienen ese aderezo de dolor y
sacrificio, que sacude las fibras del alma y nos ayuda a comprender mejor la
vida en los mundos superiores de Consciencia. Preciso recordar
ahora el Ritual de Iniciación, cuando el Sacerdote orienta al consagrante
diciéndole: “Dolor y reflexión. He ahí
tu camino.” De lo cual debemos inferir que en este camino el dolor trae
consigo una enseñanza, deja algo positivo.
De una Iniciación a
otra, hay infinita cantidad de pruebas para el aspirante. Muchas de esas
pruebas traen consigo no solamente dolor físico, sino espiritual. Desencantos, engaños,
traiciones, incomprensiones, calumnias, humillaciones, vejaciones,
enfermedades, carencias, hambre, miserias, desprecios, burlas, odios, y
tempestades urdidas todas contra los objetivos nobles y sinceros del caminante.
Lógico y necesario que
en todos esos procesos jamás estamos solos. Nunca Dios pone sobre nuestros hombros una carga mayor de la que
podemos soportar. Siempre que vayamos de la mano del Cristo y de la Madre
Divina saldremos victoriosos. Razón por la cual tenemos que hacer bien las
cosas espirituales y humanas, orando y suplicando la ayuda, la asistencia, la
orientación de Dios Todopoderoso para lograr el galardón prometido a los
triunfadores, a los Hijos del Sol Cristo.
Cada prueba superada tiene su recompensa.
Cada prueba superada es un escalón que avanzamos en la escalera mágica de
Jacob, que va de la tierra al cielo, de la materia al Espíritu. Cada prueba superada es una derrota que infligimos al satán interior, que
es quien tiene secuestrado al Cristo en nuestras mazmorras infernales. Por esa razón,
el Divino Samael dijo: “A toda subida le
precede una bajada. A toda humillación le precede una exaltación.”
Lo importante para
nosotros es no desfallecer. No perder el rumbo. Para nosotros los gnósticos nos
está reservada la corona de la Victoria. Dichosos
nosotros si un día podemos escribir una sola línea en el Libro de la Vida.
Aunque en este mundo pasemos por tribulaciones y sufrimientos pasajeros, somos
herederos del Reino Eterno, de la felicidad y el gozo Supremo de la casa de
Dios.
El dolor de Jesús en la Cruz del calvario y sus Siete Palabras son temas de
meditación y enseñanzas transcendentales.
El dolor de Pedro muerto a pedradas por los romanos está
escrito en el akash infinito.
El dolor de Pablo a quien le cortaron la cabeza en una plaza de Roma, donde ahora está la pileta de las Tres Fontaines es la verdad que salió del gentilhombre para gloria de Dios.
El dolor de Job a quien Dios le quitó todo,
absolutamente todo, incluyendo sus diez hijos y toda su fortuna, para
finalmente restituírsela duplicada, además de la sarna y las enfermedades que
pasó, son enseñanza para Vida Eterna. Admirables.
El Rey David vivió procesos dolorosos que están
narrados en el salmo 22. En el cual escribe: “Todos mis huesos se descoyuntaron. Mi corazón ha sido como cera
derritiéndose en medio del desierto. Y me has puesto en el polvo de la muerte.”
Del escritor francés
Musset, aprendí una frase inolvidable:
“El hombre es siempre un aprendiz. El dolor es su Maestro. Y nadie se conoce
tanto como quien ha sufrido.”
El dolor es el fruto sufrido del ego y sus bestiales deseos. “Solve et
coagula.”
Hermanos, oremos siempre para que, en esta hora de la Gran Tribulación, Dios Todopoderoso nos colme de bendiciones y nos libre de todo dolor que no sea para Gloria del Cristo y su redención en nosotros aquí y ahora.
PRACTICA ESPECIAL.
MEDITAR DIARIAMENTE EN
LAS 7 PALABRAS DE LA CRUZ Y BUSCAR EL HONDO SIGNIFICADO ESOTERICO QUE HAY EN
ELLAS.
SÓLO QUIEN COMPRENDE
CON EL CORAZÓN Y EL ALMA ESTA EXPERIENCIA DE JESÚS EL CRISTO, PODRÁ ABORDAR LA
PROPIA CON ILUMINACIÓN Y ACIERTO.
1. “PADRE, PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
2. SEÑOR, ACUÉRDATE DE MI CUANDO ESTÉS EN TU REINO.
3. MADRE, HE AHÍ A TU HIJO. HIJO, HE AHÍ A TU MADRE.
4. PADRE MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
5. TENGO SED.
6. TODO SE HA CONSUMADO.
7. PADRE MÍO, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.”
IMPORTANTE
ESTOS ARTÍCULOS SON
PARA LEERLOS Y RELEERLOS CON DETENIMIENTO. MEDITAR SU CONTENIDO Y ANOTAR APARTE
LAS PRÁCTICAS PARA REALIZARLAS CON DISCIPLINA Y MUCHA FÉ, NO UNA SOLAVEZ Y ENSEGUIDA
QUERER RESULTADOS. “SIN FÉ ES IMPOSIBLE
AGRADAR A DIOS”
MARIANO JOSÉ HERRERA
VILLERA
M.K.
GNOSIS DE VANGUARDIA
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