martes, 3 de noviembre de 2020

LA ROCA Y EL NACIMIENTO SEGUNDO

REFLEXION XLVII

Cabe entonces explicar, ¿Qué es nacer de nuevo? Nacemos la primera vez del vientre de nuestras madres. Ese es el nacimiento primero y es nacimiento de carne; por tanto, sujeto a corrupción, a enfermedades, a muerte. Es un nacimiento hijo del tiempo y por tanto desaparece con el tiempo.

El segundo nacimiento, el que permite tener vida eterna, el que nos salva de perecer, es el nacimiento segundo, porque el primero es de la carne. El nacimiento segundo, es el que se produce del agua y del fuego. Es decir, el nacimiento espiritual que solo se consigue en el lecho santo y sin mancilla del que habla Pablo Apóstol.

El nacimiento que se logra practicando magia sexual, sin derramamiento de la entidad seminal y subiendo con los protocolos reglamentarios y sagrados, los vapores seminales a través de las 33 vertebras de la columna vertebral; hasta llevar ese fuego al corazón. Ese es el misterio y el gran simbolismo que representa el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que se venera en muchos hogares. Eso es lo que significa la muerte de Jesús a los 33 años. Cuando ya su obra, misión y drama cósmico habían terminado.

El nacimiento segundo es el nacimiento en nosotros del Hijo del Hombre, (Obsérvese que Hijo y Hombre están con mayúsculas para diferenciarlo de los hijos comunes de fornicación, de la carne). Hijo del Hombre es el del Cristo, que nos hace coherederos del Reino del Padre y que, por tanto, nos abre las puertas de los cielos. Recordemos que a Pedro dice el Señor: “A Ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y las puertas de los infiernos no prevalecerán contra ellos”. Mateo capítulo 16 versículo 19.

Esto le dice el Señor a Pedro, porque éste representa los misterios salvadores del sexo y del fuego sagrado. Las llaves son dos: una de oro y una de plata. Para representar en la de oro al hombre y en la de plata a la mujer. Estas llaves están amarradas por un cordón, que representa el cordón seminal. Hombre y mujer unidos en maridazgo sagrado. Más profundamente, estas dos llaves se entregan a Pedro, porque él representa el Hierofante de los misterios del sexo. Pedro es Pathar, es la piedra, la roca y la roca es el Cristo, que es el Salvador, el Redentor de todo aquel que en Él cree y practique sus enseñanzas.

Por esa razón, Cristo le cambia el nombre de Simón al de Pedro y le dice: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia”. No es la iglesia católica, como afirman los clérigos romanos a la que se refiere este pasaje, porque eso ni existía para la época. Además, por iglesia se entiende la comunidad de las almas purificadas y despiertas en la consciencia de nuestro Señor el Cristo. Anteriormente explicamos que quien edifica es el Cristo y ese poder dado a Pedro fue también dado a todos los apóstoles.

La roca espiritual es Cristo, dice Pablo en 1 Corintios, capitulo 10 versículo 4.

En la Primera Epístola Universal de Pedro, en el capítulo 2 versículo del 2 al 8, el apóstol afirma lo siguiente, porque a él le toca instruir sobre los misterios del sexo: “Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación sí es que habéis gustado la benignidad del Señor.

Acercándose a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa.

Vosotros también como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios, por medio de Jesucristo.

Por lo cual también, contiene la escritura:

He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida y preciosa Y el que creyere en Él (Cristo), no será avergonzado.

Para vosotros pues, los que creéis Él es precioso (Cristo); pero para los que no creen;

La piedra que los edificadores desecharon (o sea el Cristo) Ha venido a ser la cabeza del ángulo y

Piedra de tropiezo y roca que hace caer…”

Obviamente la práctica de la castidad, la renuncia a la fornicación, a las iniquidades y a todas las abominaciones sexuales, llámense estas prostitución, lujuria, adulterio, lascivia y placeres sexuales sodomitas que incluyen todo tipo de aberración o degeneración, eso no es fácil.

Por eso la escritura dice: “Piedra de tropiezo y roca que hace caer”. Hay que tener coraje, voluntad de acero puro, un nivel de consciencia espiritual, una formación esotérica, oculta, una fe inquebrantable, un compromiso y responsabilidad con Cristo y un amor a Dios a través de su Hijo, para seguir una vida con castidad.

Porque si la magia sexual no se practica con la convicción, la fe en que esa es la puerta estrecha, que Cristo es la roca de salvación, la piedra que desecharon los constructores del Templo de Salomón, de la ciudad Santa de la Jerusalén Celestial, la cual esta cimentada sobre 12 piedras que son los 12 apóstoles, los 12 ángeles custodios de sus doce puertas, repito si la práctica no se hace con esas convicciones todo os será perdido, todo os será negado y tarde o temprano el discípulo fracasara espantosamente. La práctica hace al Maestro, pero es la buena practica

Repito, si no se tiene esa convicción, esa responsabilidad con el Cristo y ese nivel de formación conscientiva y si no se está trabajando simultáneamente sobre la eliminación de los defectos, entonces el buscador de la verdad fracasará y su Vellocino de Oro se convertirá en la triste Hidra homérica, en un monstruo de mil cabezas que lo convertirá en su esclavo, en un Hanasmussen, en un aborto de la Madre Cósmica, con doble centro de gravedad, es decir en ángel y demonio a la vez.

En todo este pasaje bíblico “La piedra de Dios escogida y preciosa” es el Cristo, la energía crística que convierte al hombre de simple mortal en inmortal, de simple esclavo y siervo del pecado en verdadero ciudadano del Cosmos Infinito, con facultad para penetrar en los misterios y en la realidad del universo entero. Con poderes sobrenaturales y con voluntad para decidir sobre la vida y la muerte. En Señor de la Eternidad. A eso, eso es a lo que se le llama tener vida eterna, a ubicarse más allá del tiempo y del espacio, a ser el hijo de sus propias obras. En una sola palabra a Ser.

Pero lastimosamente el hombre ha desechado la piedra angular, que es el Cristo Vivo. Ha escogido caminos de perdición, de maldad, de llanto, de amarguras y muerte que es lo que abunda por doquier en estos días de la gran tribulación. Invitamos al amable lector a que lea y analice las noticias mundiales para que saque sus propias conclusiones.

En el evangelio de Mateo, capitulo 7, versículos del 24 al 27, Jesús dice:

“Cualquiera pues que me oye estas palabras y las hace, le comparare a un hombre prudente, que edifico su casa sobre la roca.

Descendió lluvia y vinieron ríos y soplaron vientos y golpearon contra aquella casa y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca (O sea sobre el Cristo).

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le comparare a un hombre insensato, que edifico su casa sobre la arena.

Y descendió lluvia, y vinieron ríos y soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó y fue grande su ruina.” La casa es el alma, y aquí la palabra ruina se refiere a la muerte segunda.

Hermosa parábola crística que hay que descifrarla con la lámpara del cuerpo y con la ciencia del corazón, para extraer de ella su luz, en la búsqueda de la Iniciación, en el camino que nos lleva al nacimiento segundo, el cual verifica nuestra entrada al Reino de lo eterno.

En la metáfora de esta parábola hay varios símbolos propios del lenguaje sagrado y de los misterios de Dios. Por ejemplo, la roca sobre la cual debemos edificar la casa, es el Cristo. La casa simboliza la vida del cuerpo – alma y su lucha por lograr la cristificación. Las lluvias representan la prueba del elemento agua en el camino Iniciático. O sea, el control que debe tener el Iniciado sobre las aguas de vida eterna, que es el ens seminis, sobre el cual reside el ens virtutis.

Los vientos huracanados significan las pruebas, los malos pensamientos, la falta de trabajo y control sobre la mente que es la guarida de los defectos. Eso también significa las pruebas en la fe, la apostasía y la duda en que a veces muchos iniciados son tentados. Siendo todo ello fruto de la carencia absoluta del trabajo psicológico. Y este es el peligro más grande para la Casa Somática en cuyo dintel debe aparecer la espiga de trigo como señal de nacimiento del Cristo.

Finalmente, la casa (o sea el hombre-alma) es destruida, cae y queda en ruinas estruendosas, porque estaba construida sobre la arena. La arena es símbolo de teorías. De intelectualismos y fanatismos de los fariseos y saduceos. Por lo cual el apóstol de los gentiles ya había advertido: “El Reino de Dios no consiste de palabras sino de poder”. Todas esas teorías y creencias son las que en su tiempo Jesús llamo la levadura de fariseos y saduceos, de las tales cosas había advertido a sus discípulos que debían cuidarse.

Los que son valientes, los estigmatizados con el sello de la fe en Cristo y que siguen al pie de la letra sus enseñanzas como lo hizo Moisés, son los que “levantan la serpiente de fuego en el desierto”. “Así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda más tenga vida eterna”.

La serpiente de fuego es la Madre Divina Kundalini que victoriosa subió por la columna vertebral del patriarca Moisés, hombre de Dios, que guardó sus leyes y “murió a los 120 años conservando su vigor y el brillo de sus ojos”. Señales estas dos que testimonian que a esa edad de anciano venerable guardaba sus energías, su fuego sagrado, sus aguas de vida eterna, pues tenía vigor y el brillo de sus ojos testimonia el fuego luminoso de sus transmutaciones. Porque, dicho sea de paso, el hombre o mujer que transmuta sus energías hacia dentro y hacia arriba, le refulge el brillo de sus ojos, el cabello se le pone sedoso y brillante. La turgencia de la piel crea una coloración, una metamorfosis especial, la voz adquiere fortaleza, aún en la vejez, y un sonido metálico vigoroso, porque la voz tiene mucha relación con el poder sexual, con las hormonas. Por eso se dice que la voz es el resultado de una lucha fraternal entre Venus y Marte.


MARIANO JOSÉ HERRERA VILLERA

M.K.


GNOSIS DE VANGUARDIA

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