Desde nuestra salida
de los mundos superiores de Consciencia o mundos paradisíacos, el dolor ha sido
acompañante en los días del hombre sobre la tierra.
El momento del
nacimiento es marcado por un grito de dolor del niño, que la madre ha mascullado
previamente en su intensidad máxima.
"Multiplicaré en
gran manera los dolores en tus preñeces. Con dolor darás a luz a tus hijos".
Génesis, 3.16
Desde los días del
Génesis hasta nuestros días, el dolor ha ido creciendo en forma exponencial.
Personalmente creo que el dolor es directamente proporcional a la
distancia de la casa celestial, paterna. Los ingleses llaman a esto
"homesickness". Es el sentimiento que vivimos cada día, desde la
evocación, desde la añoranza que nos llena de recuerdos, de vivencias que
tuvimos en nuestro hogar.
A veces esa añoranza
es recordando lo vivido. A veces, es "En
búsqueda del tiempo perdido", como parodiando el título de la novela
del escritor francés. Pero siempre está latente esa evocación. Aunque
hace mucho tiempo habíamos explicado que: "Recordar es volver a vivir, pero también es dejar de vivir".
Eso es algo que no podemos soslayar, porque aún no hemos llegado plenamente al
"aquí y el ahora" en forma
estable y permanente.
La actual
civilización está sufriendo extremos de dolor. Dolor físico y dolor Espiritual.
El dolor físico se experimenta en muchos aspectos. Por ejemplo, la
hambruna pandémica que sufren millones de seres
humanos en todo el planeta. En enfermedades, en carencias, en
limitaciones. Gente que vive con menos del mínimo para algún nivel de dignidad.
Hogares en Hong Kong que viven en 16 metros cuadrados de limitaciones.
En África solamente
hay más de 50 millones de seres humanos muriendo de una hambruna que parece no tener solución, ni final alguno, ni
nadie que se conduela de esos seres humanos. Y ahora con la reciente plaga de langostas que
por millones está azotando los países de África Oriental, la situación de
hambruna será peor. Una civilización indiferente, que en su azarosa moral
luce desinteresada en estos eventos, pero con
fuertes inversiones y sueños en el proyecto de colonizar Marte.
Dolor físico patente
en enfermedades de todo tipo. En Madagascar, por principios religiosos no
permiten vacunación de niños, lo cual aumenta el índice de mortalidad y morbilidad infantil.
Dolor físico en
patologías de alta complejidad, que requieren solvencia económica e
infraestructura de Salud Pública moderna y con equipos de alta tecnología. Todo
esto escapa de las posibilidades del grueso de la población. De esta condición es la mayoría de los enfermos en países
subdesarrollados. Países donde el sistema de salud está en bancarrota. Donde la
corrupción y la falta de escrúpulos roba los recursos, afectando a los más
vulnerables.
El dolor aumenta
directamente proporcional a la falta de recurso económico y a las aspectaciones
del Karma en nosotros.
Más de 40
millones de enfermos oncológicos en el mundo, de los cuales 9.2 millones mueren
anualmente, después de penosos sufrimientos y de dolorosos cuadros de deterioro
familiar. Más de 4 millones de alcohólicos mueren al año. Por desastres naturales, mas de 15.000 muertes y pérdidas económicas por más de
140.000 millones de dólares que obviamente sufren los más pobres.
Hay dolor físico, que
es endémico. Parece que la Justicia Divina hubiera juntado en ciertas zonas del
planeta, a las almas que tienen similares características karmicas. Por ejemplo, Siria con una guerra cruel, destructiva. Con corazones
maculados desde la aurora del alma. Guerra interminable, infinita y eterna.
Rostros sin corazón. Almas caminando en la cornisa del dolor.
Irán, Irak,
Palestina, cuerpos desmembrados, con un solo doliente: El Corán. Cuerpos
amputados a la alegría de vivir. Sonrisas inéditas, que nunca llegaron a ser
públicas. Guerra sobre guerra. Calles espectrales. Desoladas. Cañones entre la
maleza de las calles. Calles llenas de fantasmas y el dolor, vestido de Califa, en
Bagdad, Terán, en Tiblik, en campos minados
de pánico, de ausencia de mañanas. De noches luctuosas que se olvidaron de
amaneceres radiantes.
Pakistán y Afganistán
con el miedo, destrozando rostros y sueños. Niños que nunca lo fueron.
Kalashnikov no es un arma, es un juguete que duerme bajo la almohada de
criaturas que todavía no tienen dientes, pero sí veneno de crótalos en sus
mandíbulas.
India con 900
millones de habitantes desamparados. Anclados entre la virtud y el vicio. No
saben si mirar al futuro o quedarse en el pasado. Rostros famélicos. Cuerpos
enjutos. Pero preparando misiles nucleares de largo alcance para borrar a
Pakistán del mapa. Para aumentar la geografía del dolor.
El dolor espiritual se aferra al alma. Pega en la estructura del Ser. Y
aunque no se crea, allí es donde el Cristo se fortalece. El dolor que lava el vestido del alma, que retuerce la Arquitectura de
nuestro ser. Que te hace perder el brillo y el azogue de los ojos. Es el dolor
de la Consciencia, del Justo Juez, que te perseguirá hasta más allá de las
fronteras de la muerte.
Sobre el tal dolor,
Pablo, el apóstol de los gentiles, nos dice: “...Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo cual, por amor a Cristo,
me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en angustias; porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte." 2Corintios, 11, 9.10
El dolor espiritual
es un mecanismo para el despertar de la Consciencia. Es un mecanismo que está
más allá del poder de los opioides. Es una lección para el alma. Es un estado
indispensable por el que debemos pasar, para pagar el precio de la
desobediencia original. Por esa razón, el Ritual Gnóstico de Iniciación lo dice
resignado: "Dolor y reflexión. He
ahí tú camino".
Parece que la
Iniciación para ser tal, siempre está acompañada de dolor, de soledad, de
infinitas pruebas, de transitar por las cumbres del dolor. Musset, un gran
escritor francés, escribió alguna vez: "L'homme est toujour un apprenti.
La douleur est son maitre. Et nul, ne se connait tant comme ce lui qui a
de la suffer" Es decir, "El hombre es siempre un aprendiz. El dolor
es su maestro. Y nadie se conoce tanto como quien ha sufrido".
Los mártires de la cristiandad
dan pleno testimonio de nuestras palabras. Jesús el Cristo, Esteban el
protomártir, Pedro apedreado hasta la muerte, Pablo decapitado en Roma.
Jacobo traspasado a espada. Galileo, Juana de Arco y tantos otros inocentes que
pasaron por las cumbres del dolor afligiendo duramente sus almas. Son hitos que
marcan la Historia y la presente humanidad. Pero, individualmente, cada
Iniciado tiene su propia historia escrita con caracteres de fuego en las
páginas de su alma.
Llorando y
atormentado me incliné una vez ante el Gran Jerarca Anubis y le pregunté, “¿Por
qué tantas pruebas?” A lo cual me
respondió: “Si no te prueban, no te
ascienden. Los exámenes son para los que están en la escuela.”
Por eso, el camino de
la Iniciación es terriblemente doloroso. Se sustenta sobre los pilares del
dolor físico y espiritual y se vive ante la faz del mundo que te contempla
vengativo y que grita ante el propio Sanedrín:
Crucifixia !!!
Crucifixia !!!
Crucifixia !!!
Menos mal, que
sin crucifixión, no hay Ascensión. Tú lo sabes.
MARIANO JOSÉ HERRERA
VILLERA
MAESTRO M.K.
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