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Una de las preocupaciones más fuertes del ser humano es el sufrimiento. La búsqueda, obtención y
disfrute de la alegría, del gozo, de la felicidad, se convierte en algo fundamental para todo individuo y para toda sociedad.
Aunque parezca incomoda
nuestra afirmación a los ojos de la actual civilización, el hombre contemporáneo
no sabe por qué sufre, ni cómo evitar el sufrimiento.
Obviamente no propugnamos por el
resurgimiento del hedonismo de la Edad Antigua, que infelizmente se convirtió
en una gran aberración para sus propulsores y practicantes de la otrora cultura
grecolatina.
Sin pretender hacer una exhaustiva disertación sobre la
Etiología del sufrimiento, trataremos de explicar algunas causas que, a nuestro
entender, producen el sufrimiento in crescendo de la actual raza humana.
Hace años dirigía un Taller sobre Psicofisiologia de los
Sueños, en New York, y una participante
me preguntó cuál había sido el primer pecado del hombre. La desobediencia, le respondí de inmediato, eufóricamente.
Si analizamos objetivamente, observaremos que la desobediencia es la causa del
pecado original, que fue la fornicación y también esa misma desobediencia
genera actualmente infinita cantidad de transgresiones en todos los órdenes de
nuestro diario vivir, y produce como consecuencia dolorosa el sufrimiento
generalizado que nos azota.
La desobediencia es palpable en todos los escenarios e
instituciones. Hay desobediencia de los presidentes y gobernantes al mandato de los pueblos que dicen
representar. Hay desobediencia mezclada con traición de los legisladores hacia
los ciudadanos de a pie. Hay desobediencia de los hijos hacia los padres. Desobediencia
entre esposos y entre todos los miembros de la institución familiar. Abunda la desobediencia entre los subalternos
y los superiores. Desobediencia a la ley y a toda norma. Desobediencia del
discípulo al Maestro. Desobediencia del hombre hacia los cánones y preceptos
divinos, y esto produce como
consecuencia lógica e irrefutable, la mayor cantidad de sufrimiento. La Sagrada
Liturgia gnóstica es preclara cuando dice: “Te he dado mi paz y me has devuelto
la guerra, te he dado mi amor y me has devuelto el desengaño. ¿Hasta cuándo,
hijo mío, habrás de contristarme?”
La desobediencia a las
leyes divinas ha engendrado ese terrible monstruo en que se ha convertido la
raza humana con sus miles de problemas y complejas patologías de todo tipo,
tanto a nivel individual como nacional e internacionalmente.
Además de la desobediencia, la rebeldía produce ese disgusto interno que obnubila el
entendimiento y produce sufrimiento, infelicidad. Esa rebeldía que proviene de
los profundos abismos individuales y colectivos de la sociedad es mortal. Hay
personas rebeldes, que no encajan con nadie, que no comprenden ni se adaptan a
nada. Igualmente, hay familias donde la
mayoría de sus miembros son rebeldes, mal geniados, iracundos compulsivos. En algunos países hay regiones donde sus
habitantes se caracterizan por ser rebeldes empecinados, incluso con rebeldías
seculares y endémicas. Por todo lo cual, estos cuadros de rebeldía, en
cualquiera de sus manifestaciones o etapas, producen sufrimiento tanto para
quien los vive como para quien los recibe.
La verdadera rebeldía
debería ser contra uno mismo, contra esa legión de defectos
e impurezas que nos llevan a estadios de sufrimiento, de malestar. Esas
rebeldías permanentes y recurrentes nos alejan del gozo, de la felicidad y nos
propician enfermedades físicas o psicológicas que nos impiden ver la vida más
allá del blanco y negro de los antiguos tiempos.
Un amigo hinduista me
dijo hace muchos años que la vida era como una obra de teatro. Y que el sufrimiento se originaba
porque las personas se salían del
libreto, del papel que les asignaba el
Director de la obra y querían entonces imponer otros actores, otro escenario,
cambiar los tiempos y cambiar los papeles. Creo que mi amigo tiene mucha razón.
Todo ello configura una gran transgresión.
Afirmamos enfáticamente
que toda transgresión a la Ley produce sufrimiento. La Ley fue dada a Moisés, el
profeta más grande de los hijos de Israel, el hombre causal, que levantó la
serpiente en el desierto, el que pudo ver a Dios cara a cara, el que vivió 120
años conservando su vigor y el brillo de sus ojos. A él fue dada la Ley, pero
toda esa sarta de mandamientos, de normas, preceptos y protocolos del Antiguo
Testamento, el Cristo, Señor Nuestro, las resumió en un solo precepto: “Amaras al Señor tu Dios con toda tu alma,
con todo tu corazón y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo.”
La transgresión es la
causa, el sufrimiento es el efecto. Acción y reacción. Crimen y castigo, parodiando a
Fedor Dovstoieski. Es cierto que: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.” Sin
embargo, es de inferir que esta frase de la epístola de Pablo, no constituye un
permiso o patente de corzo para delinquir impunemente. Ahora el punto concreto
es que: “Todo pecado será perdonado, menos el pecado contra el Espíritu Santo.”
Todo sufrimiento es
consecuencia de las actuaciones del ego, en cualquier plano de sus
manifestaciones.
Toda identificación conlleva a la fascinación. Toda fascinación produce sueño
de Consciencia y todo sueño de Consciencia conlleva al error, al abismo, a
actos equivocados que producen sufrimiento.
Es cierto que la caída
era necesaria, que el Plan Divino necesitaba del error para que
despertáramos Consciencia. Como también es cierto que la luz sale de las
tinieblas. Y eso está plasmado en 2Corintios, 4,6: “Porque Dios que mandó que
de las tinieblas resplandeciese la Luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo.” De paso, afirmamos que esta frase contiene el misterio tántrico
del Bafómeto.
Aunque cada caso de sufrimiento es particular, y muy sui
generis, también es cierto que el común de la gente enfrenta eventos de sufrimiento manifestado en
infinitas formas, pero desconocen sus causas. Causas que pudieran encontrarse
en la vida presente o en sus vidas pasadas. Por ejemplo, sufrimientos por
enfermedades crónicas, incurables, hereditarias o no. Sufrimiento de grupos
familiares por homicidios, suicidios, por psicopatías variadas, por
deformaciones congénitas. Discapacidades
múltiples. Accidentes inexplicables. Familias
cuyos miembros mueren jóvenes. Grupos karmicos que jamás surgen ni progresan en
ningún aspecto. Gentes y pueblos enteros sumidos en la desgracia, en la
abyección, en la desesperanza, en la miseria crítica. Ahí están los pueblos del
África, donde millones de seres humanos mueren de hambre actualmente, ante la
indiferencia de una sociedad mundial que envía sondas espaciales a Marte y cuyo
arsenal nuclear está construido y capacitado para borrar todo vestigio de vida
sobre la faz de la tierra.
Una sociedad que está a
años luz del Reino del Amor y cuyo único objetivo es el dinero. Una sociedad
que basa sus triunfos en la capacidad de producir dinero, no importa si para ello, tiene que
sacrificar millones de inocentes vidas humanas, o destruir el planeta, la Madre Naturaleza y el sano equilibrio de sus especies animales
o vegetales.
Una sociedad que se ha apartado de Dios y que ofende y
transgrede toda norma divina y humana, no puede experimentar otra cosa que el
sufrimiento y el dolor en que lamentablemente está condenada y esclavizada. Una
sociedad sodomita y gomorrita, que blasfema y se cree con poder para desafiar a
su Creador, no puede sino recibir muerte, desolación lágrimas y sufrimiento. Ya
Pablo, lo sentenció hace 2.000 años al
plasmar con letras de fuego en su epístola a los Romanos, 6,23: “La
paga del pecado es la muerte.” La muerte existe en dos formas: muerte
física y muerte segunda que es un proceso que demora miles de años y que
consiste en la destrucción del alma en los mundos sumergidos o infiernos
atómicos de la naturaleza.
Ya lo hecho, hecho está. Sin embargo, podemos sembrar para
recoger buenos y excelentes frutos en el futuro. Debemos entender que todo lo
malo que hagamos hoy, tarde o temprano, repercutirá contra nosotros mismos,
porque eso es acción y reacción. El mal es igual que un boomerang, siempre
regresa hacia quien lo lanza. Luminosa la Liturgia Gnóstica cuando sentencia: “Para los indignos todas las puertas están
cerradas, menos una, la del arrepentimiento.”
Las causas que hemos generado no las podemos anular, pero si
podemos menguarle su impacto karmico sobre nuestras vidas para dejar de sufrir.
A saber: 1. Elevando las vibraciones de nuestra alma, a propósito, recomendamos
un escrito nuestro publicado en este blog, titulado: “Las Vibraciones del Alma”.
2. Uniéndonos a la Ley, acogiendo sus preceptos; por eso la sagrada Liturgia Gnóstica afirma: “Cumple
todas las leyes, el que une su voluntad a la Ley”. 3. Haciendo el bien por
toneladas. 4. Despertando Consciencia y fabricando alma, para lo cual es
preciso transmutar nuestras energías y trabajar desintegrando los defectos que
tenemos en nuestra psiquis, que son los que han generado todo este mar de
sufrimiento y confusión en que se debate nuestra vida, a esto es a lo que
llaman los esoteristas modernos el Rescate de Valores. 5. Aceptando a Cristo
como supremo y único Salvador y viviendo verdaderamente sus enseñanzas públicas
y ocultas, imitando su ejemplo de vida. Practicando de instante en instante su
doctrina del amor. 6. Implorando el
perdón divino y mereciéndolo. 7. Apartándonos del mundo. La Escritura Sagrada dice: “El que se hace
amigo del mundo se hace enemigo de Dios”. Eso es debido a que el mundo con sus
aberraciones es lo contrario de Dios.
El hombre, crea o no en Dios, debe entender que de la
Justicia Divina, jamás podrá escapar.
Aquí no es válida la frase de Tartufo cuando en su grotesca maldad y
tratando de seducirla, le dijo a la
esposa de su amo: “Pecher en silence, ce nést pas pecher.” Pecar en silencio no
es pecar. Pecar es pecar en silencio o en público, porque en la Anatomía oculta
del hombre, a nivel de los riñones, existe el kaom interno, que es un escriba sagrado que graba todos nuestros
actos buenos o malos. Ese es un representante de la Ley Divina del cual no
podemos huir, y mucho menos engañar.
Lamentablemente, el hombre ha caído en la trampa mortal del
escritor francés Musset, cuando dijo: “L´homme est toujours un apprendi, la
douleur est son maitre, et nul ne se connait tant comme ce lui qui a de la
souffert”. “El hombre es siempre un
aprendiz, el dolor es su maestro y nadie se conoce tanto como quien ha
sufrido”.
El plan divino es que todos seamos felices. Que todos
participemos de la gracia de Dios. Del Banquete del Señor. El propósito divino
es convertir al hombre en Superhombre y al Superhombre en Dios. El salmo 82 lo
proclama luminosamente: “Vosotros sois
Dioses, hijos del Altísimo, pero como hombres moriréis.”
Es urgente reflexionar. Inaplazable explorar las reconditeces
de nuestro Ser para descubrir las causas de nuestro sufrimiento. Solamente
desintegrando nuestros defectos y viviendo de acuerdo a los cánones divinos
podemos salir del mar de sufrimiento que secuestra nuestras almas y las llena
de dolor. Es necesario hacer cosas diferentes para apartar la bestia negra del
sufrimiento de nuestras vidas. Cosas normales producen resultados normales,
pero cosas transcendentales producen resultados transcendentales. Indispensable
auto observarse, auto recordarse así mismo. Preciso es meditar diariamente en las causas y razones del sufrimiento. Clamar misericordia y perdón para
equilibrar la balanza personal. Urgente dejar de ver hacia afuera y empezar a
mirar hacia adentro, para producir el
sagrado: “Gnosce te ipsum.”
Recuerdo ahora cuando María Magdalena me dijo hace muchos
años: “Hijo, te sobran alas, pero te
falta Fe”. Urgente crecer en Fe, en Espíritu, en Luz Divina y en Verdad. Que entienda el que tenga entendimiento,
porque aquí hay sabiduría universal. Dios tenga misericordia de todos nosotros
y nos ayude a permanecer siempre bajo su Luz, su Amor y su Divina Gracia. Sur
sum corda. Paz Inverencial!!!
OM TAT SAT IAO IAO IAO.
MARIANO JOSE HERRERA
VILLERA
MAESTRO M.K.
Los lectores con
inquietudes o preguntas pueden escribir a herreramarianoj@gmail.com y gustosamente les daremos objetiva y oportuna respuesta.
Apreciado lector (a), mucho agradecemos hacer tu donación para el sostenimiento y pago de esta noble misión de Pedagogía Espiritual. "Dando es como se recibe".
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