miércoles, 20 de junio de 2018

¿POR QUE SUFRIMOS?

Imagen: Pixabay

Una de las preocupaciones más fuertes del ser humano es el sufrimiento. La búsqueda, obtención y disfrute de la alegría, del gozo, de la felicidad, se convierte en algo fundamental para todo individuo y para toda sociedad.

Aunque parezca incomoda nuestra afirmación a los ojos de la actual civilización, el hombre contemporáneo no sabe por qué sufre, ni cómo evitar el sufrimiento.

Obviamente no propugnamos por el resurgimiento del hedonismo de la Edad Antigua, que infelizmente se convirtió en una gran aberración para sus propulsores y practicantes de la otrora cultura grecolatina.

Sin pretender hacer una exhaustiva disertación sobre la Etiología del sufrimiento, trataremos de explicar algunas causas que, a nuestro entender, producen el sufrimiento in crescendo de la actual raza humana.

Hace años dirigía un Taller sobre Psicofisiologia de los Sueños, en New York, y una participante me preguntó cuál había sido el primer pecado del hombre.  La desobediencia, le respondí de inmediato, eufóricamente. Si analizamos objetivamente, observaremos que la desobediencia es la causa del pecado original, que fue la fornicación y también esa misma desobediencia genera actualmente infinita cantidad de transgresiones en todos los órdenes de nuestro diario vivir, y produce como consecuencia dolorosa el sufrimiento generalizado que nos azota.

La desobediencia es palpable en todos los escenarios e instituciones. Hay desobediencia de los presidentes y gobernantes  al mandato de los pueblos que dicen representar. Hay desobediencia mezclada con traición de los legisladores hacia los ciudadanos de a pie. Hay desobediencia de los hijos hacia los padres. Desobediencia entre esposos y entre todos los miembros de la institución familiar.  Abunda la desobediencia entre los subalternos y los superiores. Desobediencia a la ley y a toda norma. Desobediencia del discípulo al Maestro. Desobediencia del hombre hacia los cánones y preceptos divinos, y esto  produce como consecuencia lógica e irrefutable, la mayor cantidad de sufrimiento. La Sagrada Liturgia gnóstica es preclara cuando dice: “Te he dado mi paz y me has devuelto la guerra, te he dado mi amor y me has devuelto el desengaño. ¿Hasta cuándo, hijo mío, habrás de contristarme?”

La desobediencia a las leyes divinas ha engendrado ese terrible monstruo en que se ha convertido la raza humana con sus miles de problemas y complejas patologías de todo tipo, tanto a nivel individual como nacional e internacionalmente.

Además de la desobediencia, la rebeldía produce ese disgusto interno que obnubila el entendimiento y produce sufrimiento, infelicidad. Esa rebeldía que proviene de los profundos abismos individuales y colectivos de la sociedad es mortal. Hay personas rebeldes, que no encajan con nadie, que no comprenden ni se adaptan a nada. Igualmente, hay familias donde la mayoría de sus miembros son rebeldes, mal geniados, iracundos compulsivos. En algunos países hay regiones donde sus habitantes se caracterizan por ser rebeldes empecinados, incluso con rebeldías seculares y endémicas. Por todo lo cual, estos cuadros de rebeldía, en cualquiera de sus manifestaciones o etapas, producen sufrimiento tanto para quien los vive como para quien los recibe.

La verdadera rebeldía debería ser contra uno mismo, contra esa legión de defectos e impurezas que nos llevan a estadios de sufrimiento, de malestar. Esas rebeldías permanentes y recurrentes nos alejan del gozo, de la felicidad y nos propician enfermedades físicas o psicológicas que nos impiden ver la vida más allá del blanco y negro de los antiguos tiempos.

Un amigo hinduista me dijo hace muchos años que la vida era como una obra de teatro. Y que el sufrimiento se originaba porque las personas se salían  del libreto,  del papel que les asignaba el Director de la obra y querían entonces imponer otros actores, otro escenario, cambiar los tiempos y cambiar los papeles. Creo que mi amigo tiene mucha razón. Todo ello configura una gran transgresión. 

Afirmamos enfáticamente que toda transgresión a la Ley produce sufrimiento. La Ley fue dada a Moisés, el profeta más grande de los hijos de Israel, el hombre causal, que levantó la serpiente en el desierto, el que pudo ver a Dios cara a cara, el que vivió 120 años conservando su vigor y el brillo de sus ojos. A él fue dada la Ley, pero toda esa sarta de mandamientos, de normas, preceptos y protocolos del Antiguo Testamento, el Cristo, Señor Nuestro, las resumió en un solo precepto: “Amaras al Señor tu Dios con toda tu alma, con todo tu corazón y con toda tu mente y   a tu prójimo como a ti mismo.”

La transgresión es la causa, el sufrimiento es el efecto. Acción y reacción. Crimen y castigo, parodiando a Fedor Dovstoieski.  Es cierto que: “Donde abundó  el pecado, sobreabundó la gracia.” Sin embargo, es de inferir que esta frase de la epístola de Pablo, no constituye un permiso o patente de corzo para delinquir impunemente. Ahora el punto concreto es que: “Todo pecado será perdonado, menos el pecado contra el Espíritu Santo.”

Todo sufrimiento es consecuencia de las actuaciones del ego, en cualquier plano de sus manifestaciones. Toda identificación conlleva a la fascinación. Toda fascinación produce sueño de Consciencia y todo sueño de Consciencia conlleva al error, al abismo, a actos equivocados que producen sufrimiento.

Es cierto que la caída era necesaria, que el Plan Divino necesitaba del error para que despertáramos Consciencia. Como también es cierto que la luz sale de las tinieblas. Y eso está plasmado en 2Corintios, 4,6: “Porque Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la Luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” De paso, afirmamos que esta frase contiene el misterio tántrico del Bafómeto.

Aunque cada caso de sufrimiento es particular, y muy sui generis, también es cierto que el común de la gente enfrenta  eventos de sufrimiento manifestado en infinitas formas, pero desconocen sus causas. Causas que pudieran encontrarse en la vida presente o en sus vidas pasadas. Por ejemplo, sufrimientos por enfermedades crónicas, incurables, hereditarias o no. Sufrimiento de grupos familiares por homicidios, suicidios, por psicopatías variadas, por deformaciones congénitas.  Discapacidades múltiples. Accidentes inexplicables.  Familias cuyos miembros mueren jóvenes. Grupos karmicos que jamás surgen ni progresan en ningún aspecto. Gentes y pueblos enteros sumidos en la desgracia, en la abyección, en la desesperanza, en la miseria crítica. Ahí están los pueblos del África, donde millones de seres humanos mueren de hambre actualmente, ante la indiferencia de una sociedad mundial que envía sondas espaciales a Marte y cuyo arsenal nuclear está construido y capacitado para borrar todo vestigio de vida sobre la faz de la tierra.

Una sociedad que está a años luz del Reino del Amor y cuyo único objetivo es el dinero. Una sociedad que basa sus triunfos en la capacidad de producir dinero, no importa si para ello, tiene que sacrificar millones de inocentes vidas humanas, o destruir el planeta,  la Madre Naturaleza  y el sano equilibrio de sus especies animales o vegetales.

Una sociedad que se ha apartado de Dios y que ofende y transgrede toda norma divina y humana,  no puede experimentar otra cosa que el sufrimiento y el dolor en que lamentablemente está condenada y esclavizada. Una sociedad sodomita y gomorrita, que blasfema y se cree con poder para desafiar a su Creador, no puede sino recibir muerte, desolación lágrimas y sufrimiento. Ya  Pablo, lo sentenció hace 2.000 años al plasmar con letras de fuego en su epístola a los Romanos, 6,23:   “La paga del pecado es la muerte.” La muerte existe en dos formas: muerte física y muerte segunda que es un proceso que demora miles de años y que consiste en la destrucción del alma en los mundos sumergidos o infiernos atómicos de la naturaleza.

Ya lo hecho, hecho está. Sin embargo, podemos sembrar para recoger buenos y excelentes frutos en el futuro. Debemos entender que todo lo malo que hagamos hoy, tarde o temprano, repercutirá contra nosotros mismos, porque eso es acción y reacción. El mal es igual que un boomerang, siempre regresa hacia quien lo lanza. Luminosa la Liturgia Gnóstica cuando sentencia: “Para los indignos todas las puertas están cerradas, menos una, la del arrepentimiento.”

Las causas que hemos generado no las podemos anular, pero si podemos menguarle su impacto karmico sobre nuestras vidas para dejar de sufrir. A saber: 1. Elevando las vibraciones de nuestra alma, a propósito, recomendamos un escrito nuestro publicado en este blog, titulado: “Las Vibraciones del Alma”. 2. Uniéndonos a la Ley, acogiendo sus preceptos; por eso  la sagrada Liturgia Gnóstica afirma: “Cumple todas las leyes, el que une su voluntad a la Ley”. 3. Haciendo el bien por toneladas. 4. Despertando Consciencia y fabricando alma, para lo cual es preciso transmutar nuestras energías y trabajar desintegrando los defectos que tenemos en nuestra psiquis, que son los que han generado todo este mar de sufrimiento y confusión en que se debate nuestra vida, a esto es a lo que llaman los esoteristas modernos el Rescate de Valores. 5. Aceptando a Cristo como supremo y único Salvador y viviendo verdaderamente sus enseñanzas públicas y ocultas, imitando su ejemplo de vida. Practicando de instante en instante su doctrina del amor.  6. Implorando el perdón divino y mereciéndolo. 7. Apartándonos  del mundo.  La Escritura Sagrada dice: “El que se hace amigo del mundo se hace enemigo de Dios”. Eso es debido a que el mundo con sus aberraciones es lo contrario de Dios.

El hombre,  crea o no en Dios, debe entender que de la Justicia Divina,  jamás podrá escapar.  Aquí no es válida la frase de Tartufo cuando en su grotesca maldad y tratando de seducirla,  le dijo a la esposa de su amo: “Pecher en silence, ce nést pas pecher.” Pecar en silencio no es pecar. Pecar es pecar en silencio o en público, porque en la Anatomía oculta del hombre, a nivel de los riñones,  existe el kaom interno, que es  un escriba sagrado que graba todos nuestros actos buenos o malos. Ese es un representante de la Ley Divina del cual no podemos huir, y mucho menos engañar.

Lamentablemente, el hombre ha caído en la trampa mortal del escritor francés Musset, cuando dijo: “L´homme est toujours un apprendi, la douleur est son maitre, et nul ne se connait tant comme ce lui qui a de la souffert”. “El hombre es siempre un aprendiz, el dolor es su maestro y nadie se conoce tanto como quien ha sufrido”.
El plan divino es que todos seamos felices. Que todos participemos de la gracia de Dios. Del Banquete del Señor. El propósito divino es convertir al hombre en Superhombre y al Superhombre en Dios. El salmo 82 lo proclama luminosamente: “Vosotros sois Dioses, hijos del Altísimo, pero como hombres moriréis.”

Es urgente reflexionar. Inaplazable explorar las reconditeces de nuestro Ser para descubrir las causas de nuestro sufrimiento. Solamente desintegrando nuestros defectos y viviendo de acuerdo a los cánones divinos podemos salir del mar de sufrimiento que secuestra nuestras almas y las llena de dolor. Es necesario hacer cosas diferentes para apartar la bestia negra del sufrimiento de nuestras vidas. Cosas normales producen resultados normales, pero cosas transcendentales producen resultados transcendentales. Indispensable auto observarse, auto recordarse así mismo. Preciso es meditar diariamente  en las causas y razones del sufrimiento. Clamar misericordia y perdón para equilibrar la balanza personal. Urgente dejar de ver hacia afuera y empezar a mirar hacia adentro, para  producir el sagrado: “Gnosce te ipsum.”

Recuerdo ahora cuando María Magdalena me dijo hace muchos años: “Hijo, te sobran alas, pero te falta Fe”. Urgente crecer en Fe, en Espíritu, en Luz Divina  y en Verdad. Que entienda el que tenga entendimiento, porque aquí hay sabiduría universal. Dios tenga misericordia de todos nosotros y nos ayude a permanecer siempre bajo su Luz, su Amor y su Divina Gracia. Sur sum corda. Paz Inverencial!!!

OM TAT SAT IAO IAO IAO.


MARIANO JOSE HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.

Los lectores con inquietudes o preguntas pueden escribir a herreramarianoj@gmail.com y gustosamente les daremos objetiva y oportuna respuesta.


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