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Hermanos en Cristo Redentor, Bendecido Año 2018. Dios nos colme de la
abundancia de sus bendiciones y de su santa misericordia. Envió articulo para
su lectura y puesta en práctica. La Gloria Eterna sea para Dios, nuestro Padre
común.
Siempre y en todo momento
el hombre tiene que dar gracias a Dios Todopoderoso por las bondades y
misericordias que de Él recibimos a cada instante. Estamos viviendo una época
de grandes tribulaciones, de mucho peligro, de muchas carencias, de muchas
enfermedades, de violencia, de convulsiones y de acciones dolorosas y fatales
que la Madre Naturaleza nos ha dado como respuesta a las suicidas agresiones
que la civilización actual ha hecho en su contra.
Aunque un gran intelectual
materialista me decía que: “Un año más es un año menos,” sabemos que si
actuamos rectamente y de acuerdo a los planes divinos, un año es una valiosa oportunidad
para crecer en Espíritu, en Fe, en Verdad. Para ejercitarnos en el despertar de
nuestra consciencia, de nuestra alma y dejar huella profunda en el camino que
vamos poco a poco recorriendo para cumplir con el: “Creced y multiplicaos,” que
se nos ordenara por el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.
El Salmo 82 lo proclama
con gloria cuando dice: “Vosotros sois Dioses, hijos del Altísimo,
pero como hombres moriréis.” Es decir, estamos llamados a ser grandes, inmensos en el Espíritu
del Creador, pero como carnales tenemos muchas deficiencias, muchas carencias
que solo pudiéramos superar si entendemos el plan divino y trabajamos de
acuerdo a sus prescripciones. Nos enseña la Escritura Sagrada que fuimos
creados un poco menor que los Ángeles, pero con potencialidades infinitas que,
incluso podríamos y podemos participar del Banquete del Señor, de celebrar las
Bodas del Alma. Razón está que le permitió al doblemente nacido Gargha
Kuichines decirme: “Hijo, tienes para crecer el
infinito, y como limites la eternidad.”
El agradecimiento es una
manera de reconocer la grandeza del Creador y también de sentirnos parte de Él,
de su congregación, parte de sus bienaventuradas criaturas. Agradecer es ver la
vida desde la perspectiva del amor, de la armonía entre el Todo y la parte.
Entre la Unidad y la diversidad. En Lucas, capítulo 17, se narra la curación de
10 leprosos por parte de Jesús, el Cristo, de los cuales solo uno volvió para
dar gracias al Salvador y este le inquirió por los otros 9, que no agradecieron
la misericordia de Dios; por lo cual dijo al que agradeció: “Vete, tu fe te ha
salvado.”
Agradecer es un acto de Fe, de
reconocimiento a la Majestad divina, reconocimiento de su grandeza y aceptación
de nuestra pequeñez, de nuestras limitaciones. Agradecer es una forma de
crecer, de agradar, de estar en paz, en armonía y de estrechar distancias con
lo infinito, con lo eterno. Muchos de nuestros semejantes no
alcanzaron a ver el nuevo año, ni el día de hoy. La aurora del nuevo día,
dibujada como un cuadro espectacular con los colores de lo divino, no pudo ser
repetida en las retinas de muchos. Razón por la cual nos regocijamos en la
generosidad que Dios ha tenido con nosotros. Agradecer porque hemos escuchado
su voz y acatado sus mandamientos aun en medio de grandes tribulaciones y
aflicciones. Hemos cumplido su palabra: “Si escuchareis hoy su voz, no
endurezcáis vuestros corazones.”
Agradezcamos por el nuevo
día, por la vida nuestra y la de nuestros hijos, la vida de nuestros hermanos
en Cristo. Agradezcamos por las bendiciones que de Dios y de sus Ángeles
recibimos continuamente. Agradezcamos y bendigamos los alimentos que consumimos
diariamente. Agradezcamos por el fuego, por el aire, por el agua, por la tierra
santa que pisamos, para que Dios la vivifique, la santifique y la bendiga por
los siglos de los siglos.
Agradezcamos porque hemos
conocido los Misterios del Altísimo, porque ya no andamos en valle de muerte y
de abominaciones. Aunque impuros todavía, clamemos a Dios que, por los méritos
infinitos de nuestro Salvador, permanezcamos siempre en su Luz, bajo su amor,
bajo su misericordia y su divina Gracia. Que Dios robustezca cada día nuestra
Fe, nuestra confianza plena en El, que seamos siempre dignos de ser
considerados en su santo reino.
Agradezcamos a Dios por
el avance que hemos tenido espiritualmente, por las experiencias astrales,
mentales o de cualquier índole que hemos tenido en este año que termina.
Agradezcamos a Dios porque como apóstoles hemos cumplido y seguiremos
cumpliendo con la misión encomendada de dar a conocer los santos evangelios de
la salvación. Agradezcamos por la
sabiduría que ha depositado en nuestros corazones, y en nuestras almas, por la inteligencia con que ahora comprendemos
las sagradas enseñanzas del Cristo, a quien sea el honor, la honra, la gloria, el poder, la Luz divina y la
Gracia del Imperio Sempiterno. Agradezcamos a Dios por la paz, el don divino de
la paz en que ahora transcurre nuestra vida. Pablo, apóstol, escribió una vez: “Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz; de los que
anuncian las buenas nuevas.” Esa es la paz de los que han cumplido con la Ley y
con el Orden Cósmico a cabalidad. La paz de Dios que sobrepasa todo
entendimiento humano.
Agradezcamos a Dios, por
medio de Jesús el Cristo, por el misterio de la vida que se desarrolla en
nosotros de instante en instante. Vida física, Vida Eterna y vida en
abundancia. Recordemos la Misa Gnóstica cuando dice: “Ven Santo Aliento,
Inmaculado Soplo y purifica mis glándulas internas donde el ritmo de mi vida
existe. Ven y encamina mi corazón desorientado, para que los puros sentimientos
míos broten de esa santa fuente.”
El Salmo 92 y el 90 son
exactamente indicados para agradecer a Dios y pedirle su bendición y su Divina Gracia
en estos tiempos de comienzos de año nuevo. Si es posible pueden orarse en
familia con mucha Fe y devoción. Orar es producir el oro del Espíritu y también
comunicarse con Dios y con sus Ángeles. Por lo cual exclamemos con verbo
sagrado en el lenguaje de los Dioses:
Que todos los seres
creados por Dios seamos felices
Que todos los seres
creados por Dios seamos dichosos,
Que todos los seres
creados por Dios seamos en paz.
OOOOMMMMM TAAAATTTT
SAAAAATTTT IIIIIAAAAOOOO IIIIIAAAAOOO IIIIAAAAOOO
Que la Santísima
bendición Araonica sea con todos nosotros, en el Nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo y en el Nombre del Santo, del Poderoso, del Misterioso
Tetragrammaton. Así es. Así es. Así es. Hecho está. Hecho está. Hecho está.
MARIANO JOSE HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.
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