lunes, 8 de enero de 2018

AGRADECIENDO AL PADRE POR EL NUEVO AÑO

Imagen: Pixabay 

Hermanos en Cristo Redentor, Bendecido Año 2018. Dios nos colme de la abundancia de sus bendiciones y de su santa misericordia. Envió articulo para su lectura y puesta en práctica. La Gloria Eterna sea para Dios, nuestro Padre común.

Siempre y en todo momento el hombre tiene que dar gracias a Dios Todopoderoso por las bondades y misericordias que de Él recibimos a cada instante. Estamos viviendo una época de grandes tribulaciones, de mucho peligro, de muchas carencias, de muchas enfermedades, de violencia, de convulsiones y de acciones dolorosas y fatales que la Madre Naturaleza nos ha dado como respuesta a las suicidas agresiones que la civilización actual ha hecho en su contra.

Aunque un gran intelectual materialista me decía que: “Un año más es un año menos,” sabemos que si actuamos rectamente y de acuerdo a los planes divinos, un año es una valiosa oportunidad para crecer en Espíritu, en Fe, en Verdad. Para ejercitarnos en el despertar de nuestra consciencia, de nuestra alma y dejar huella profunda en el camino que vamos poco a poco recorriendo para cumplir con el: “Creced y multiplicaos,” que se nos ordenara por el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.

El Salmo 82 lo proclama con gloria cuando dice: “Vosotros sois Dioses, hijos del Altísimo, pero como hombres moriréis.” Es decir, estamos llamados a ser grandes, inmensos en el Espíritu del Creador, pero como carnales tenemos muchas deficiencias, muchas carencias que solo pudiéramos superar si entendemos el plan divino y trabajamos de acuerdo a sus prescripciones. Nos enseña la Escritura Sagrada que fuimos creados un poco menor que los Ángeles, pero con potencialidades infinitas que, incluso podríamos y podemos participar del Banquete del Señor, de celebrar las Bodas del Alma. Razón está que le permitió al doblemente nacido Gargha Kuichines decirme: “Hijo, tienes para crecer el infinito, y como limites la eternidad.” 

El agradecimiento es una manera de reconocer la grandeza del Creador y también de sentirnos parte de Él, de su congregación, parte de sus bienaventuradas criaturas. Agradecer es ver la vida desde la perspectiva del amor, de la armonía entre el Todo y la parte. Entre la Unidad y la diversidad. En Lucas, capítulo 17, se narra la curación de 10 leprosos por parte de Jesús, el Cristo, de los cuales solo uno volvió para dar gracias al Salvador y este le inquirió por los otros 9, que no agradecieron la misericordia de Dios; por lo cual dijo al que agradeció: “Vete, tu fe te ha salvado.”

Agradecer es un acto de Fe, de reconocimiento a la Majestad divina, reconocimiento de su grandeza y aceptación de nuestra pequeñez, de nuestras limitaciones. Agradecer es una forma de crecer, de agradar, de estar en paz, en armonía y de estrechar distancias con lo infinito, con lo eterno. Muchos de nuestros semejantes no alcanzaron a ver el nuevo año, ni el día de hoy. La aurora del nuevo día, dibujada como un cuadro espectacular con los colores de lo divino, no pudo ser repetida en las retinas de muchos. Razón por la cual nos regocijamos en la generosidad que Dios ha tenido con nosotros. Agradecer porque hemos escuchado su voz y acatado sus mandamientos aun en medio de grandes tribulaciones y aflicciones. Hemos cumplido su palabra: “Si escuchareis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.”

Agradezcamos por el nuevo día, por la vida nuestra y la de nuestros hijos, la vida de nuestros hermanos en Cristo. Agradezcamos por las bendiciones que de Dios y de sus Ángeles recibimos continuamente. Agradezcamos y bendigamos los alimentos que consumimos diariamente. Agradezcamos por el fuego, por el aire, por el agua, por la tierra santa que pisamos, para que Dios la vivifique, la santifique y la bendiga por los siglos de los siglos.

Agradezcamos porque hemos conocido los Misterios del Altísimo, porque ya no andamos en valle de muerte y de abominaciones. Aunque impuros todavía, clamemos a Dios que, por los méritos infinitos de nuestro Salvador, permanezcamos siempre en su Luz, bajo su amor, bajo su misericordia y su divina Gracia. Que Dios robustezca cada día nuestra Fe, nuestra confianza plena en El, que seamos siempre dignos de ser considerados en su santo reino.

Agradezcamos a Dios por el avance que hemos tenido espiritualmente, por las experiencias astrales, mentales o de cualquier índole que hemos tenido en este año que termina. Agradezcamos a Dios porque como apóstoles hemos cumplido y seguiremos cumpliendo con la misión encomendada de dar a conocer los santos evangelios de la salvación.  Agradezcamos por la sabiduría que ha depositado en nuestros corazones, y en nuestras almas,  por la inteligencia con que ahora comprendemos las sagradas enseñanzas del Cristo, a quien sea el honor, la honra,  la gloria, el poder, la Luz divina y la Gracia del Imperio Sempiterno. Agradezcamos a Dios por la paz, el don divino de la paz en que ahora transcurre nuestra vida. Pablo, apóstol, escribió una vez: “Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz; de los que anuncian las buenas nuevas.” Esa es la paz de los que han cumplido con la Ley y con el Orden Cósmico a cabalidad. La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano.

Agradezcamos a Dios, por medio de Jesús el Cristo, por el misterio de la vida que se desarrolla en nosotros de instante en instante. Vida física, Vida Eterna y vida en abundancia. Recordemos la Misa Gnóstica cuando dice: “Ven Santo Aliento, Inmaculado Soplo y purifica mis glándulas internas donde el ritmo de mi vida existe. Ven y encamina mi corazón desorientado, para que los puros sentimientos míos broten de esa santa fuente.”

El Salmo 92 y el 90 son exactamente indicados para agradecer a Dios y pedirle su bendición y su Divina Gracia en estos tiempos de comienzos de año nuevo. Si es posible pueden orarse en familia con mucha Fe y devoción. Orar es producir el oro del Espíritu y también comunicarse con Dios y con sus Ángeles. Por lo cual exclamemos con verbo sagrado en el lenguaje de los Dioses:

Que todos los seres creados por Dios seamos felices
Que todos los seres creados por Dios seamos dichosos,
Que todos los seres creados por Dios seamos en paz.

OOOOMMMMM  TAAAATTTT  SAAAAATTTT IIIIIAAAAOOOO IIIIIAAAAOOO IIIIAAAAOOO

Que la Santísima bendición Araonica sea con todos nosotros, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y en el Nombre del Santo, del Poderoso, del Misterioso Tetragrammaton. Así es. Así es. Así es. Hecho está. Hecho está. Hecho está.


MARIANO JOSE HERRERA VILLERA      
MAESTRO M.K.

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