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El nacimiento o encarnación de Jesús el Cristo
entre nosotros es un acontecimiento cósmico, que parte en dos el desarrollo de
la civilización. Este hecho está rodeado de misterios y de aristas que el
hombre común y corriente nunca entendió, ni entenderá hasta no convertirse en
pneumatychoi, o en hombre espiritual. Para comprender este acontecimiento es
necesario estudiar, asimilar, practicar los principios más profundos de la
Ciencia Universal y la palabra comprender aquí pertenece a la semántica del
alma, mientras que entender corresponde al intelecto materialista que depreda y
esclaviza la esencia del hombre actual.
Todos los profetas
predijeron su advenimiento; sin embargo, muchos habitantes del Israel terrenal
lo desconocieron intencionalmente y con su muerte en la cruz trataron de eliminar
la noble enseñanza del amor divino. El amor que crea el mundo y todos los
mundos y abre las puertas al hombre para crecer, para redimirse, convirtiéndose
así en amo y señor de todo cuanto existe.
Aunque para
abordar acertadamente el tema del nacimiento del Cristo nazareno se necesitaría
un conocimiento y sabiduría supra galáctico, en este escrito solo pretendemos
explicar algunos aspectos y conmemorar con nuestros lectores el magno
acontecimiento. Afirmamos que muchas personas, iglesias y credos religiosos
desconocen que Jesús es la parte humana, material, física y Cristo es la parte
espiritual, divina. Por esa razón, los gnósticos siempre decimos Jesús, el
Cristo. Porque Cristo es Dios
manifestado, es decir, materializado, aunque Dios existe en toda la Creación y
en todo lo creado, y la Creación entera solo es el resplandor de su gloria, de
su grandeza y de su inteligencia.
Tampoco conoce la
gente que la fecha del 24 de diciembre en la cual se celebra el nacimiento o
encarnación es simbólica y se refiere a los 24 ancianos del zodiaco o a la
manifestación del poder dual de las 12 constelaciones, en las cuales evoluciona
nuestra alma a través de múltiples encarnaciones. La verdadera fecha es el 20
de abril, bajo la constelación de Aries. Razón que lleva a los astrónomos a
afirmar que en Aries es cuando el fuego solar está más cerca de la tierra.
Recordemos que el mismo Cristo nos dijo: “Yo soy la luz del mundo”. He allí por
qué se le representa con el símbolo del cordero, perteneciente a Aries. Observe
también el lector que, si la fecha del 24 fuera verdadera y el nacimiento de
Jesús divide el tiempo en dos eras, entonces la Era cristiana debería empezar
el 25 de diciembre y el año en que estamos no sería el 2.017.
La Escritura
Sagrada afirma que el Cristo tiene un Nombre que es sobre todo nombre y ante él
toda rodilla se doblará en los cielos, en la tierra y en el infierno. Quienes
llevan la Gnosis como practica constante y la tienen como parte de su ADN
espiritual han comprobado que, en las dimensiones astral y mental, al conjurar
con fuerza y fe, con la palabra Cristo, las entidades infernales desaparecen
despavoridas. Cristo es la voz y presencia de Dios, por eso Isaías que
profetizó su nacimiento 743 años antes, dice que el niño se llamara Enmanuel, o
sea, Dios con nosotros. Entre tanto, Pablo, en Hebreos, capítulo 1, refiere de
su naturaleza y poder lo siguiente:
“Dios, habiendo
hablado muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien así mismo hizo el universo;
El cual, siendo el
resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta
todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación
de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad
en las alturas, hecho tanto superior a los Ángeles, cuanto heredó más excelente
nombre que ellos.
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy
Adórenle todos los Ángeles de Dios”.
Todo Iniciado sabe
que el Cristo es energía, es esencia, es consciencia, es la inteligencia pura,
es el fundamento y sustento de todo cuanto existe. Por esa razón, Pablo lo
expresa claramente en la transcripción bíblica anterior.
El advenimiento
del Cristo hace cumplir las profecías que se hicieron sobre él desde Moisés
hasta Malaquías, que es el último profeta que escribe sobre su venida y que
anuncia a Juan, quien era el mismo Elías. Aunque debemos aclarar que la
sustancia del Cristo existe antes de la Creación entera; también existe en cada
hombre en forma microcosmica, constituyendo el llamado Cristo Intimo que es el
Salvador individual, personal, de cada uno de nosotros. Sin embargo, la gloria
y grandeza del divino Jesús de Nazareth reside en que él resucitó y encarnó al
Cristo Cósmico, que es el desdoblamiento natural y absolutamente necesario del
Padre Eterno para que el día cósmico
pueda manifestarse con todas sus especies.
El nacimiento de
Jesús, el Cristo, es celebrado en estos tiempos en diversas formas. Pero muy
pocos meditan en lo profundo, en lo transcendental, en el significado verdadero
de navidad. Navidad es palabra derivada del latín, conformada por los términos:
nova y vita, por lo cual, el vocablo en castellano significa nueva vida. El
único que puede darnos nueva vida es Cristo con su mensaje de amor, con su
ejemplo, con su humildad, con su desprendimiento de las cosas materiales y con
su postrer y máximo sacrificio.
Cristo es el vino
de la sabiduría, la esencia de la vida. Él es el vino que aporta el espíritu a
toda carne y la razón a nuestra existencia. Por todo esto nos dijo: “No echéis
vinos nuevos en odres viejos”. Y también: “El que
come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna y yo le resucitaré en el
día postrero”. “Yo soy el pan de
vida eterna.”“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.”
Un gran Maestro de
la Luz enseñaba que: “Los judíos formaron a Cristo, los griegos lo
comprendieron y los romanos lo explotaron.” En conclusión, cada uno vive el
cristianismo a su conveniencia, pero nadie puede negarlo, ni ignorarlo. Por lo
cual, en estos tiempos en la cultura occidental se observa una inmensa alegría,
un deseo de compartir, de festejar, de fortalecer los vínculos y la unidad
familiar. Hay en el ambiente una manifestación espiritual para los hombres y
mujeres de fe y hasta para el profano hay una excusa para festejar, para llenar
de bienes materiales y regalos a sus seres queridos. Pero es innegable que las
energías del amor signan con su paz y su divina gracia a los seres de buena
voluntad, a quienes han hecho del amor no una franquicia para someter al
semejante, o una pose falsa que esconde sus propias tinieblas, sino para
quienes sienten que el Cristo es amor que vivifica, que enciende corazones y la
saca del tormento, de la desesperanza y los transporta a un estado de gozo, de
plena armonía consigo mismo y con la Creación.
¿Para qué sirve el
nacimiento del Cristo? Sirve para muchas
cosas, en el plano espiritual es un evento del alma que se reconcilia con Dios.
Es el plan divino ejecutado en el hombre, es la parte integrándose con el todo.
Es la diversidad manifestándose en la unidad, a lo cual, sin saberlo, las religiones
aducen cuando celebran la Primera Comunión. El nacimiento del Cristo en el
hombre es la transcendencia de lo mortal a lo inmortal, es el máximo escalón de
la escalera mágica de Jacob, que nos lleva de la materia al Espíritu, de la
tierra al cielo. Es la gloria de la bandera mexicana señalando que el águila ha
devorado a la serpiente y que el espíritu Nahualt es el mismo león de la tribu
de Judá.
Atendiendo a los
dos principios eternos o energías que rigen este plano, vemos que en el hombre
materialista el advenimiento del Cristo a la tierra sirve para expresar sus
abominaciones, sus iniquidades y pasiones salvajes. Para el capitalismo es la
época del año en que venden todo tipo de bienes y conque tratan de saciar su
hambre de dinero. Sin embargo, la navidad es la expresión del Cristo en el
corazón del hombre, es el Renuevo concedido a Josué en el capítulo 3 del libro
de Zacarías. Es la fragante rosa de los antiguos rosacruces. Cristo es la
Estrella matutina iluminando nuestro nuevo día. Así aparece representado en la
Conjuración de los 4 elementos del sabio Salomón. Cristo es la máxima
concentración lumínica y vital de los 4 elementos y el éter de vida eterna. A
él sea la gloria y las alabanzas de todo lo creado.
Navidad no es
estreno y vanidad. Navidad no es borrachera, ni cohetes artificiales. No es
glotonería y gula desatadas. No es consumismo ni pasiones. Más bien, es época
de reflexión, de recogimiento, de unión y paz. Época de amor y paz en el
corazón. Es época de reconocer la gracia divina que nos concede a su Hijo
unigénito para escribir con fuego la gloria del Creador. Época para reconocer
que Cristo puede nacer miles de veces en Belem de Judá, pero si no nace en
nuestros corazones, es vano todo su sacrificio. Nosotros los gnósticos poseemos
el Ritual de Navidad del cual extraemos algunos párrafos para deleite de
nuestros amigos con las inmanentes bendiciones del Altísimo.
“Una vez más nace
Macro cósmicamente, en la inmensidad de la bóveda celeste, el Cristo Cósmico,
el Disipador de las Tinieblas, Fecundador de la Tierra, Restaurador de la
Naturaleza y Reparador de los males causados por la serpiente infernal.
Una vez más, nace
Micro cósmicamente, el Cristo Interno en el pesebre de la Ciudad Cuerpo.
Por ser Hijo de la
Luz del Gran Sol Espiritual, es la única estrella que nos da el suave calor de
amor puro y sin macula alguna, y es así como nos ilumina con absoluta claridad
el camino que debemos seguir.
Así nace entre
nosotros el eternamente esperado, el Enviado Divino, el Profeta de las Naciones,
cuya palabra nos da el Pan que conforta y la Sangre que nos da la Vida.
Mi Hijo es tierno como lo es el
pensamiento de lo Divino, nace y palpita delicadamente en el pecho de los que
le aman y cumplen con la perfección de la Ley. Huye con lágrimas en los ojos de
los posesivos, egoístas, celosos, traidores, fornicarios y perversos, y al irse
él, éstos quedan nuevamente sumidos en el Reino de la Tiniebla y el Dolor.
Es tan tierno como el pétalo del Lirio y
de la Rosa y tan sutil como el primer Rayo de la Claridad que da la Aurora. Él
es el Rocío de la Vida del cual no sólo nace él, sino que por su amor y por su
generosidad, de él se forman todos los verdaderos Hombres.
Amarle es lo
mejor, seguir su camino de acuerdo a sus prescripciones y participarle al Universo
entero, esta buena noticia del amor y de la alegría.
El nace del Agua y
del Fuego, o sea, cuando termina el invierno y de nuevo aparece el Sol, es
entonces cuando el agua animada por el calor del fuego Solar, se evapora y se
convierte en el Espíritu que da la acción y el Movimiento a todo ser y a todas
las cosas y todo cuanto está muerto vuelve a vivir. Así, nace bajo la
Constelación del Cordero el día de la Resurrección (20 de abril) de nuevo
derramando la Luz, el Amor y la Primavera de la Vida.
Por eso es llamado
el Niño Sol. El Niño de la llama cuyo fuego regenera los mundos.
Admiración de los
Ángeles y de los Dioses, es el Cordero Inmaculado del agua y del fuego.
Padre-Madre engendrado no creado y es por eso que se le representa por el
Vellocino de Oro o por los peces que simbolizan la vida que surge de las aguas.
Salud Niño Divino,
VEN, VEN, VEN, te invitamos a nacer en nuestro corazón para que tu cuerpo y
sangre regeneren nuestras Vidas, para que seas el pan del Alma y la Vida de
nuestro Espíritu y te conviertas en la Luz y estrella de nuestro futuro.
VEN, VEN, VEN, te
invitamos, te amamos y te damos alabanzas.
FELIZ NAVIDAD A
TODOS NUESTROS HERMANOS Y QUE LAS BENDICIONES DEL CRISTO REDENTOR SEAN SIEMPRE
CON TODOS NOSOTROS. SALVE. SALVE. SALVE.
MARIANO JOSE
HERRERA VILLERA
MAESTRO
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