lunes, 15 de febrero de 2021

LAS CIFRAS DE LA MUERTE

La vida es un don de Dios. Ni siquiera es un sólo milagro. Es un infinito y constante conjunto de milagros que se suceden de instante en instante, infinitamente.

Cuando contemplamos el milagro de la vida en sus eternas manifestaciones, llegamos a la inequívoca conclusión de la existencia de un Ser Superior. Supremo. Dotado de una inteligencia magna y eterna. Dotado de incondicional Amor, una Consciencia y de un poder ilimitado e inimaginado, que no nos es posible comprender porque eso es infinito y nuestra mente es finita.

Al Ser que reúne todos esos atributos anteriores, y muchos más, es a quien llamamos Dios. El que tiene el don de la “Continencia”, como lo llamó Tomás de Kempis. Es decir, quien contiene en sí mismo, la capacidad de existir por siempre, sin necesidad de factores o elementos externos a sí mismo.

Ese Ser Supremo es el origen de toda vida. Es el Creador. El Padre de todas las paternidades, de todas las luces y de todos los infinitos.

Pues bien, la obra del Padre, que es la Creación entera, con sus infinitas especies y formas vivientes, están siendo amenazadas por el hombre. Amenazadas por esta civilización de víboras, de depredadores infernales. Esta civilización materialista y obscena en su proceder, está acabando con la vida sobre el planeta.

 Por lo que actuando así, estamos precipitando el final de este día Cósmico, y produciendo “Las Cifras de la Muerte”. Las estadísticas y los informes dan terror, pero son reflejo fiel de la equivocación y maldad del hombre.

Veamos:

Los abortos provocados llegan ahora a 56 millones al año. Entiéndase que esos abortos son asesinatos alevosos y premeditados contra inocentes criaturas humanas, a quienes descuartizan en el vientre de sus madres.

Los cinco países con mayor tasa de homicidios están en Latinoamérica.

Honduras con tasa de homicidios de 90.4 por cada 100.000 habitantes, está en un vergonzoso primer lugar en el mundo.

Venezuela, con tasa de 53.7, es el segundo. Y su tasa ha aumentado consistentemente desde 1.995.

Belice, tasa de homicidios de 44.7.

El Salvador, 41.2.

Guatemala, 39.9. Para comprender cabalmente estas macabras cifras, es preciso relacionarlas con la cantidad de habitantes de cada país, y así veremos el nivel de violencia y desprecio por la vida propia y la ajena.

La cantidad de homicidios anualmente en todo el mundo sobrepasa los 464.000, cifra exorbitante comparada con las víctimas de guerras que es de 89.000 al año.

La población mundial ha pasado de 1.000 millones en el año 1.800 a  6.000 millones en el 2.000. Pero el 31 de Octubre de 2.011, se alcanzó una  sorprendente cifra de 7.000 millones de seres humanos sobre la tierra. Cada minuto nacen entre 323 y 358 bebés.

Según la Unicef, 4.000 niños mueren diariamente por desnutrición crónica. Y en todo el mundo, más de 165 millones de niños sufren desnutrición severa.

África sufre sequía por más de 10 años, y eso ha originado que más de 53 millones de personas estén al borde de entrar en hambruna total. De esos 53 millones mencionados en riesgo, un 16% son niños menores de 5 años, quienes sufren un infierno de inanición y dolor que no permitirá una vida larga, y mucho menos saludable.

Países africanos donde el hombre, prevalido de machismo e ignorancia, tiene hasta 5 mujeres, y procrea de 18 a 23 hijos. ¡Qué horror!

El pasado 2020, los humanos lanzamos a la atmósfera un total de 12.500 millones de toneladas métricas de Dióxido de Carbono y otros gases de efecto invernadero.

La humanidad actual destruyó entre 2.010 y 2.015 más de 3.153.600 hectáreas de bosques. Y su voracidad depredadora continúa.

Los incendios forestales de Australia del 2020, produjeron emanaciones de gases en cuantía de 300 millones de toneladas métricas lanzadas a la atmósfera; además de la muerte de miles de ejemplares de la exótica fauna de Oceanía.

Según la ONU, 2.600 millones de personas dependen de la agricultura; sin embargo, el 52% de los suelos mundiales sufre degradación. Unido a lo anterior, el 60% de la población depende de la ingesta de  tres cereales, que son arroz, maíz y trigo.

Cuando terminó la Guerra Fría, las ojivas nucleares  eran 22.000, y estaban emplazadas estratégicamente en muchos países, direccionadas hacia el supuesto enemigo. Esas armas fueron objeto de acuerdos de destrucción; sin embargo, algunas de ellas se desarmaron, pero no se destruyeron. De esa manera, queda un inmenso y mortífero arsenal operativo, que unido al que podría armarse otra vez, borraría todo vestigio de vida sobre la tierra.

La bomba explotada en Hiroshima y que destruyó esa ciudad japonesa totalmente, sólo tenía 64 kilogramos de Uranio. La de Nagasaki, explotada tres días después, tenía solamente 6.4 kilos de Plutonio, produciendo los letales efectos por todos conocidos.

Pues bien, el llamado Club Nuclear, formado por cinco países, distribuye sus armas así:

Rusia, 6.375.

USA, 5.800.

China, 320.

Francia, 290.

Reino Unido, 215.

Además hay países que también poseen armas atómicas, como Corea del Norte, India, Pakistán e Israel, pero cuyas cantidades se dice desconocer por parte de la Agencia de Energía Atómica. Sumada a la peligrosa situación anterior, se tiene certeza que hay armas nucleares en manos de terroristas internacionales, quienes las han adquirido ilegalmente, como consecuencia de la desintegración de la extinta Unión Soviética.

Con gran dolor y vergüenza, hemos mencionado esas “Cifras de la Muerte”, con el único objeto de producir en nuestros lectores una reflexión, una catarsis transcendental, que vea la realidad trágica y mortal a que estamos enfrentados. Una realidad horrorosa producida por la mal llamada “Ciencia”, que es un monstruo peor que la Hidra homérica, porque es la liberación de la energía del núcleo del átomo, que lleva implícita la liberación demencial de fuerzas infernales.

Muchos países bajo el manto de esas armas, se creen protegidos, sin saber que es el manto del fuego devorador, satánico, que se derramará sobre todos nosotros, convirtiendo la tierra en un doloroso infierno.

La Ciencia carece de Bioética. Sus postulados y axiomas están cegados por el hambre de dinero y las ansias de poder. La Ciencia no tiene límite ético.

Razón tenía Francois Rabelais cuando dijo: “La Ciencia sin Consciencia es la ruina del alma.”

Ante todo este panorama de terror y muerte anunciada,  nos queda un único camino, que es la búsqueda urgente de Dios Todopoderoso, de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Urgente volver caras hacia lo superior. Lo Eterno. Obviamente que la vida física la perderemos algún día, pero la vida del alma, tenemos que trabajarla. Merecerla. Por eso: “No dejes noche ni día de buscar, hasta que halláis encontrado los caminos del Reino de la Luz.”

Gracias eternas damos a Dios, porque nos ha tocado trabajar con almas. Infundiendo siempre el soplo de Sabiduría y los anhelos de salvación en los corazones humanos. Hemos estado siempre celebrando con el Arcángel Gabriel, el Bautismo de la Sabiduría, el cual realiza el milagro de hacernos humanos.

Esparcir la semilla del Espíritu de Salvación en nuestros semejantes,  para gloria de Dios, es nuestra noble e indeclinable misión.

Es tiempo de buscar a Dios, antes que ya no se pueda encontrar. Algunos han vivido todas sus vidas para el ego. Ya es tiempo de vivir para el Ser, para Dios.

Es tiempo de abandonar radicalmente toda maldad. Abandonar ya toda aberración, iniquidad, concupiscencia, contumacia. Producir un cambio total en el ser, en el pensar, en el actuar.

Tenemos que darnos cuenta que la humanidad está sentada sobre una explosiva y demencial silla nuclear, que tarde o temprano, se activará por cualquier razón,  y dará cumplimiento a la profética palabra de Jesús el Cristo: “No quedará piedra sobre piedra.”

Que Dios, bueno y misericordioso, nos perdone y ponga sus manos sobre el corazón podrido de los líderes del mundo y les dé paz y mucho amor, para que jamás ocurra una nueva hecatombe nuclear.

La Paz es el nivel más elevado para las almas que cumplen las leyes humanas y divinas. La Paz Universal sólo es posible sacando el ego del Templo del Dios Vivo y  practicando el mandato de Nuestro Salvador: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.”

Pablo apóstol, escribió: “Cuán hermosos son los pies de quienes anuncian la Paz.”

Y Jesús el Cristo, nos dijo al momento de su partida: “Mi Paz os dejo, mi Paz os doy.”

Que la Paz y el Amor de Nuestro Salvador, el Señor de la Infinita Misericordia, nazca en nuestros corazones y nos permita seguir viviendo seguros en un mundo tan frágil y volátil.

“PAX DOMINE SIM SEMPER VOBISCUM.”

Amén. Amén. Amén.

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