(REFLEXION XXVII)
Desde siempre se nos ha enseñado que hay que desechar el mal. Hay que huir de él, apartarse del mal y de sus personeros. Y eso es cierto.
Sin embargo, mucha gente no ha comprendido profunda y cabalmente la naturaleza del mal. Su objetivo y los procesos dolorosos, sombríos y tristes que produce el mal en cualquiera de sus manifestaciones.
El mal y el bien están asociados a la luz y a las tinieblas, respectivamente. Cuando el Logos ilumina los cuerpos, esa iluminación no es total y absoluta, sino que se ilumina de frente, pero a su vez, se produce una estela de sombras. O sea, que de inmediato se entra en el mundo de los contrarios. En la lucha de las antítesis.
Desde nuestra expulsión de los mundos paradisíacos, hasta volver de nuevo a la casa del Padre, tenemos que atravesar caminos de maldad, de sufrimiento, de penurias que son absolutamente indispensables para pagar el precio del retorno.
Para pagar el precio de la desobediencia y de la escogencia que hicimos cuando tomamos la decisión de hacer lo que nos dió la gana.
Comprendido este tema, podemos concluir que, el mal es una etapa del bien. Que por haber desobedecido, todo el mal que nos pasa, es necesario para transmitir enseñanza al alma y producir el despertar de nuestra consciencia. Esa es la razón por la cual, en el acto de consagración en el primer grado gnóstico, el sacerdote dice al neófito: “Dolor y reflexión, he ahí tu camino.”
La gente se ha acostumbrado a hablar mal del mal, a criticar, a crear rumores y rechazo automático al mal. Pero muy pocos son los que meditan, estudian profundamente las razones y el por qué del mal que sufren. Antes de rechazarlo, se debería meditar por qué se está viviendo esa situación. En qué estado están nuestras relaciones con la Ley Divina. Por qué me está pasando tal o cual situación. Qué necesito aprender de esta experiencia. Y muchas otras cosas más. Pero si rechazamos ciegamente y sin estudiar, ni aprender nada de lo vivido, entonces el Cosmos infinito te obligará indefinidamente a repetir lo vivido hasta que aprendas lo que necesitas para continuar tu evolución, tu crecimiento.
El libro de Job da una
enseñanza transcendental sobre todo lo aquí afirmado. Quien viene a malponer a
Job ante Dios es el mismo Satanás.
Y en Job, 1.6, está escrito: “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás”. De lo cual se infiere claramente que el mal es hermano del bien. Y que la sombra del Logos es la tiniebla. La reflexión de la luz es la sombra. Luz y sombra son gemelos. Negro y blanco son los colores de los pisos de las grandes catedrales, de los grandes templos. Si aceptamos que Dios es el Creador de todo cuanto existe, entonces también debemos aceptar que Satanás es una emanación desviada de Dios. Por eso los latinos tenían como cierta una frase que decía: “Diabolus est Deus inversus.”
También en los
versículos 7, 8, 9, 10, 11 y 12 del primer capítulo hay explicaciones muy
claras sobre cómo actúan la luz y las tinieblas. El bien y el mal. Así llegará
el lector a comprender plenamente que el mal es un paso doloroso para llegar al
bien. A comprender que el mismo Satanás
trabaja bajo directrices de Dios, y a él sirve, como lo afirmó Jesús el Cristo
cuando lo reprendió habiendo sido llevado a la cima de una montaña y le dijo: “Retírate, Satanás, porque también está
escrito que solo al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Veamos
los versículos prenombrados:
Job 1,7: “Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella”. Eso afirma que, aún el diablo tiene que dar cuentas a Dios.
El versículo 8, del mismo capítulo y libro, dice textualmente: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” Todo ese dialogo confirma claramente nuestra precedente afirmación y declara que las duras pruebas que enfrentamos en el camino de la Iniciación o en nuestra vida cotidiana, son ordenadas por Dios, pero son ejecutadas por el diablo, por el principio del mal. El cuál es nuestro enemigo y a quien debemos vencer para que abra paso a niveles superiores del Cosmos y permita el despertar de nuestra Consciencia.
En el versículo 9 y 10, se dice: “Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?”
“¿No
le has cercado alrededor a él y a su
casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición;
por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra.”
“Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y veras si no blasfema contra ti en tu misma presencia.”
El diablo aparece allí como el instigador, el Tiphon, proponiendo a Dios cuál debe ser el proceso, la prueba a imponer al Iniciado.
Y Jehová Dios dijo a Satanás en el versículo 12, del capítulo 1: “He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.”
Esa es la orden directa de Dios para probar a su siervo, de quien había dicho en el versículo 8, que es el número correspondiente a la Justicia Divina y a la paciencia, “que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” Dicho esto y de inmediato comienza el calvario, el vía crucis para Job.
Cae fuego del cielo y acaba con las 7.000 ovejas que tenía.
Los 3.000 camellos, las 500 yuntas de bueyes. Los 7 hijos varones y las 3 hijas, fueron muriendo de una u otra forma. Y hasta su propia esposa le decía cuando lo vió lleno de sarna y rascándose con un tiesto, “Sal al patio. Maldice a Dios y muérete.”
Todo el proceso de este Iniciado es pedagógico, aleccionador y motivador para quienes tienen Fe y confianza en los designios de Dios.
La estructura verdadera
del Iniciado gnóstico es una fortaleza blindada que resiste hasta los más duros
golpes de las terribles pruebas que deben vivirse, experimentarse en su cruel
realidad y pasarlas para gloria de Dios. Algunos seguidores de Mahoma decían
antes: “El trabajo, la guerra y el dolor
para nosotros y la gloria para Dios. Dios es el más grande.”
El libro de Job describe profundamente los dolores y también los pensamientos de ese Iniciado y la acertada forma en que enfrentó sus procesos para salir triunfante en ellos.
Job llegó a extremos de maldecir hasta su concepción y nacimiento. Sin embargo, ninguna de sus imprecaciones las hizo contra Dios. Incluso, el mismo Señor Jehová lo confirma en el ultimo capitulo de ese libro, versículo 8, “Porque de cierto a él atenderé, para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.”
Afirma el texto bíblico
que Dios le restituyó todos sus bienes al doble. Es decir, al final del proceso
iniciático, tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y
mil asnas.
Y tuvo de nuevo siete
hijos y tres hijas.
Y bendijo Dios el postrer estado de Job, más que el primero.
En estos tiempos de confinamiento y reflexión, muy conveniente sería que muchos lectores tomaran la tarea de leer este importante libro, que por lo demás es muy corto y de entusiasta lectura. Y así crecer en Espíritu, en Fe, en Verdad.
Es el tiempo de expandir la consciencia y convencerse que los tiempos malos deben aprovechar para bien. Que este mundo de materia camina sobre dos pilares, que son el bien y el mal. Al igual que nosotros los seres humanos, caminamos sobre dos piernas. Hay que estudiar el mal, aprender de sus dolorosas lecciones y seguir adelante. Siempre adelante, aún por encima de las tumbas de nuestros propios defectos, pero seguir adelante.
Justamente, es en eso que reside la grandeza de los hermanos gnósticos del mundo, en que conocemos el bien y el mal. Conocemos la luz y las tinieblas; y sin embargo, nos hemos decidido a hollar la senda del bien, la senda de la luz divina.
“Solamente ascendió a los cielos, el que descendió de los cielos.”
Para ascender es preciso descender. Por eso el mal era necesario. El mal es una etapa del bien, en el camino de retorno a la casa del Padre Celestial. Por esa razón hay más alegría en los cielos por un pecador que se arrepienta, que por mil justos que no necesitan de ello. Allí se prueba una vez más que, el infierno es la matriz del cielo.
Hermanos queridos,
suplico a Dios por vuestro bienestar y avance espiritual y que el sello del Ángel
del Señor sea impuesto hoy y siempre en nuestras frentes y en nuestros
corazones, para que ninguna plaga toque nuestra morada.
Amen. Amen. Amen.
PRÁCTICA
1. Respiración profunda
por varios minutos.
2. Cadena de irradiar
Amor.
3. Meditación
transcendental en los eventos malos que estamos viviendo personalmente y
también en los que vive la actual humanidad.
4. Mantram BA EM AUSAR y dar gracias a las Divinidades haciendo la
señal de la Cruz.
MARIANO JOSÉ HERRERA
VILLERA
MAESTRO MOISÉS KAOMNICO.
Si usted no posee cuenta Paypal, favor comunicarse por nuestro correo electrónico. herreramarianoj@gmail.com