Cuando el gnóstico sincero busca la realización intima de su Ser, recibe en el Ritual de Consagración un mandato que es el título de este escrito. Sin embargo, es evidente que muy pocos entienden el contenido de esa orden sacerdotal y mucho menos la practican de momento en momento, en cada acto de su vida, en el pensamiento, en la palabra y en el sentimiento.
He allí por qué, después de muchos años de trajinar en los diferentes grupos gnósticos, esos seres no tienen ningún avance significativo. Están petrificados, anquilosados en el tiempo como fieles imitadores de la mujer de Lot. Mirando hacia el pasado. Lucen, en conclusión, como personas vulgares, comunes y corrientes, pero con un pesado fardo de creencias y prejuicios sobre sus espaldas, cargando el bulto de la mitomanía estéril de su propia consciencia, semejando al siervo negligente y torpe de la Parábola de los Talentos, hecho este que les impide cumplir el mandato dado por el Espíritu Santo, cuando nos dijo: “Creced y multiplicaos.”
Nadie podrá convencerme que no hay miles de gnósticos adoradores de personalidades humanas, de mal llamados misioneros y de malhadados rectores. Gnósticos que pierden miles de horas viendo telenovelas y farándula diariamente, siguiendo las estrellas estrelladas de Hollywood, admirándolas y teniéndolas como modelos a seguir, hermanas que andan metidas en el mundo de la moda, en vanidosos salones de belleza, en grandes centros comerciales. Comunidades de hermanos egoístas, donde todos quieren ser protagonistas e impostores, con personalidad bipolar o multipolar, y rezanderos impenitentes, esos no son gnósticos que batallan por autodescubrirse, por subir, por ascender en la escalera mágica de Jacob. Son hermanos que han bajado los brazos y en los cuales andan a sus anchas los demonios del deseo, la mente y la mala voluntad. Por todo lo cual, al no haber cumplido el mandato de “Despojarse de todo lo que brilla con reflejo engañoso,” son esclavos de sus concupiscencias y rebeldías, moradores del mundo de las tinieblas y prisioneros de Instituciones pétreas, atrasadas, que los utilizan para fines comerciales y de explotación. Recuerdo cuando la voz del Jerarca Anubis Sabaoth me dijo certeramente: “El que convierte a la gnosis en negocio, la gnosis lo convierte en demonio.”
“Despojarse de todo lo que brilla con reflejo engañoso” es sincerarse, es abandonar los apegos y la mentira, abandonar la sataneria y las poses pietistas, es salirse de la zona de confort, es indagar, investigar, es dejarse de tanto autoengaño, es quitarse la túnica de Aristipo, la falsa humildad, la falsa y antigua personalidad para dar paso al hombre nuevo. Es quitarle a la sabiduría gnóstica tantas arandelas y tanta chatarra inútil. Es dar el conocimiento sin descalificar ni humillar o engañar al discípulo. Hay grupos gnósticos que parecen las cofradías católicas y cuyos instructores, cuando alguien les pregunta algo sobre esta ciencia y sabiduría del Espíritu Universal, le responden prepotente y airadamente: “Usted no está preparado todavía para saber eso”. O con evasivas como: “Después le explicamos eso.” Y conste que este tipo de actitudes no son únicas de Latinoamérica, sino también de Estados Unidos y Europa. He sido testigo de esos desafueros. Otros hermanos se dedican toda la vida a ser borregos de Maestros o perseguidores de gnósticos que no siguen a sus externos boddhisatwas. Olvidándose que el verdadero Maestro es el Cristo Intimo, que pacientemente espera en nuestro interior por su desarrollo y expansión, por su unión con el Macrocosmos, con el Gran Todo y con la Gran Nada.
El discipulado gnóstico a nivel mundial ha asistido estupefacto y activo en la tragicomedia de enfrentamientos entre los seguidores de Maestros. Discriminando, descalificando, injuriando, difamando, calumniando y persiguiendo lanza en ristre, a sus propios hermanos de linaje sagrado. Olvidando que la Gnosis es una sola y que en ella no debe haber ni corrientes ni tendencias. Olvidando o desconociendo que como dice la Biblia: “Dios no hace acepción de personas.”
El gnóstico no emocional, ni confesional, el verdadero, es aquel que se rebeldiza contra sí mismo, contra parámetros preconcebidos y esclavizantes; es aquel que muere de instante en instante y promueve el nacimiento del hombre nuevo. Pablo, el gran Maestro Hilarión, dice en 1Corintios, 15. 31: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en Nuestro Señor Jesucristo que cada día muero.” Y el Cristo nos dijo: “No echéis vinos nuevos en odres viejos.” El vino nuevo es el mágico licor de la sabiduría, que nos permite comprender y juzgar todas las formas y el odre viejo es la mente, la antigua personalidad, que jamás podrá convivir con estas sagradas enseñanzas, puesto que no hay alianza entre Dios y el diablo.
Insisto una vez más, que, la Gnosis hay que desencriptarla, sacarla de la jaula en que muchos hermanos queriéndolo o no, la han convertido en prisionera, en inútil para el buscador. El árbol cambia de hojas pero no de raíces. No podemos perder la tradición, porque es traición. Diseñar y aplicar nuevas estrategias metodológicas y didácticas es urgente, inaplazable, pero antes es indispensable sacar los mercaderes del templo y hacer, hacia adentro de las personas y de las Instituciones, una profunda y sincera autoevaluación, una autocrítica, una cirugía perfecta con bisturí electrónico, para extirpar el carcinoma fatal que está carcomiendo el Árbol de la Vida, que es en el cual cada uno de nos debe tener su nombre escrito. No una justificación de errores, sino una catarsis real que nos lleve a ser más eficientes y eficaces. Es decir, poner los dedos en la llaga, no para que sangre sino para que sane.
Si el discípulo no es capaz de despojarse de todo lo que brilla con reflejo engañoso, nunca podrá hacer realidad las últimas palabras del Ritual de Consagración que sentencian lo siguiente:
“Te hemos empezado.
El papel de los Iniciadores
debe limitarse hasta aquí.
Si llegas por ti mismo
a la inteligencia de los Arcanos
merecerás el título de Adepto.
Pero sábelo bien:
Seria en vano, que los Sabios Maestros
quisieran revelarte
las Supremas formulas de la Consciencia
y del Poder Mágico;
la Verdad oculta no podría transmitirse
en un discurso.
Cada uno debe evocarla, crearla y desarrollarla por sí mismo.
Eres Imitatus,
O sea, el que otros han colocado en el Camino.
Esfuérzate en llegar a Adeptus,
Es decir, el que conquista la Ciencia por sí mismo;
En una palabra,
El Hijo de sus propias obras.”
Querido hermano, lee, relee y medita muchas veces sobre el contenido de las palabras finales del Ritual de Consagración que hemos transcrito para ti, y encontraras que hay un camino largo entre las palabras iniciales y las finales. Ese camino es la Iniciación, es la vida misma del caminante. Nadie puede transitar por ti ese camino. En consecuencia, provéete de los mejores aprestos, herramientas y del mejor alimento para andar la senda triunfalmente. Busca el Mana Verdadero que es el sustento del Cristo e invoca, como Pistis Sophia, los infinitos poderes de la Luz del Padre para que sea ella manifestada en el Cristo Intimo y en tu Madre Divina quienes formen el Gran Sol de Medianoche que guía a los Iniciados en la noche terrible del desierto.
Algunos grupos gnósticos tienen Liturgia religiosa. Otros tienen Liturgia Iniciática. La primera esclaviza y fanatiza. La segunda libera e inicia al caminante. Sin embargo, en ambas se consagra lo siguiente: “Hay palomas y hay serpientes. Podéis escoger.”
En lo interno se nos ha enseñado que el principio es igual al final, más la experiencia del ciclo, por lo cual si el discípulo cumple cabalmente con lo preceptuado en el título de este articulo y también con lo último del Ritual de Iniciación, podrá convertirse en adepto de la Fraternidad Blanca y podrá proclamar con honrosas palabras de Fuego Eterno lo dicho en el Ritual Osiriano de Primer Grado:
“Yo os digo a vosotros, Hermanos Gnósticos, deberéis sobrepasar a todos los pueblos de la tierra, en gloria, poder y fuerza sobre lo que se ve y sobre todo aquello que está oculto a los ojos de la carne.” Así es. Así es. Así es.
MARIANO JOSE HERRERA V.
V.M.M.K.
V.M.M.K.
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