Cuando el ser humano madura
y toma la decisión de realizar los más elevados propósitos del Plan Divino, se
presentan ante si muchísimos panoramas y acciones que debe tomar.
El despertar de la
consciencia no es un proceso instantáneo, sino que es el resultado de infinitud
de trabajos en diferentes esferas de nuestra vida. Nadie logrará la
autorrealización del Ser por otro. No. Ese es un camino personal que debemos
recorrer totalmente solos.
La grandeza y profundidad de
la sabiduría gnóstica y la generosidad con que los sabios Maestros la han
entregado, hacen que los discípulos se vean frente a miles de prácticas que
hacer. Por lo cual, eso nos debe conllevar a ser responsables de
autodisciplinarnos. Entonces, debemos decidir qué hacer. Que debemos dejar de
hacer. Como vamos a empezar este largo e infinito camino. Diseñar, poner en
práctica y evaluar objetivamente la estrategia y disciplina que debemos abordar
para vivir los Tres Factores en forma exitosa, triunfal.
Evaluar aquí es apreciar,
captar, darse cuenta si lo que estamos haciendo está dando los resultados que
buscamos y si no es así, proceder a analizar sin justificar todo lo hecho; además escudriñar
nuestro comportamiento con la Ley Divina y nuestro particular modo de
relacionarnos con nosotros mismos, con el entorno y con Nuestro Dios. Obvio y
elemental que la evaluación decisiva e inapelable la otorga nuestro Cristo
Intimo y las Jerarquías de la Ley Divina.
“Dolor
y reflexión, he allí tu camino.” Leed y recordad el libro de
Job y el salmo 22 de David, porque en ellos hay cataratas de sabiduría y
enseñanzas reales y útiles para nuestros procesos. Cada segmento del camino,
cada día y cada noche debemos vivir evaluándonos. Es un constante despertar, es
un perpetuo darnos cuenta de lo que hacemos, de lo que sentimos, lo que
pensamos, y de lo que hablamos. El Verbo
y el Aliento deben ser rigurosamente autocontrolados. Recordemos, hermanos,
que la garganta es un útero creador y que por ello la Biblia dice tajantemente:
“Por vuestras palabras seréis juzgados.”
La disciplina es
absolutamente fundamental para obtener resultados satisfactorios y acordes con
el propósito de la Iniciación. He allí la razón por la cual la Biblia en
Hebreos, capítulo 12, versículos 6 y 7, expresa: “el Padre al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os recibe como hijos; porque ¿qué hijo es
aquel a quien el padre no disciplina?”
Claro y axiomático que la
disciplina esotérica hay que crearla y mantenerla. Esto no es fácil, pero
tampoco imposible. Un ejército por muchas y avanzadas armas pudiera perder batallas si no tiene
disciplina. Y disciplina aquí es guardar los mandamientos de las jerarquías
superiores. Disciplina es orden y ordenamiento de las cosas que prelan sobre
otras en los diferentes aspectos del ser y el quehacer.
Es obediencia y lealtad
a la enseñanza y respeto a los compromisos con el Cristo y con la Cosmicidad.
Disciplina es practicar permanentemente las enseñanzas que hemos recibido y por
las cuales deberemos responder ante la Ley. Porque incluso, el Divino Salvador
del mundo y de los mundos afirma que: “El hombre que conoce mis enseñanzas y no
las practica, más le valdría no haber nacido o atarse al cuello una rueda de
molino y echarse al fondo del mar.”
Por supuesto que, no
pretendemos fijar rutas para la Iniciación, sino enfatizar sobre la necesidad
de ser serios y constantes en la autogestión de nuestra propia Iniciación para
llegar así al Óctuple Sendero, en donde hay que trabajar con escuadras,
triángulos y octágonos…
Hemos visto muchos
caminantes que son indecisos, inseguros, variables, pendulares, bipolares y en
esa forma se convierten con el tiempo en fracasados que terminaran marchándose
de las filas gnósticas y hablando mal de nuestra sabiduría y transformándose en
enemigos de ella. Necesario y urgente es tener Fe en Dios y su Santo Hijo,
nuestro Señor y Salvador el Cristo. Recordemos que: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. La Fe es uno de los dones del
Espíritu Santo, por lo cual inferimos que quien no guarda castidad, jamás podrá
tener Fe verdadera. Y aclaramos que la Fe no es creencia como pretenden enseñar
algunas religiones.
La enseñanza gnóstica debe
ser como verdadera agua de vida que inunde todas las manifestaciones de nuestra
vida. Escoged bien las prácticas a realizar y perseverad en la oración y en
ellas. En Jeremías, capítulo 33, versículo 3 dice Dios: “Clama a mí y yo te responderé y te enseñare cosas nuevas y ocultas que
tu no conoces.” Finalmente, sabemos que en toda labor hay un fruto y en
todo fruto una labor. Procurad, hermanos, que vuestros frutos sean para la vida eterna y
no desmayéis por nada ni por nadie. “Al
que venciere, daré a comer del mana escondido y le daré una piedrecita blanca y
en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce, sino el que
lo recibe.” Apocalipsis, capítulo 2, versículo 17.
Apreciado lector (a), mucho agradecemos hacer tu donación para el sostenimiento y pago de esta noble misión de Pedagogía Espiritual. "Dando es como se recibe".
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