sábado, 29 de diciembre de 2018

LA COPA DE JUDAS

Foto: Pixabay
La humanidad entera conoce la historia de Judas desde hace dos mil años.

Judas, cuya traición fue profetizada con gran antelación desde el Antiguo Testamento y también en el Nuevo, por el mismo Cristo, no es un personaje aislado, lejano y confinado a una época, a un espacio geográfico o cultural. No. Ese personaje también habita en el corazón de todos nosotros.

Judas es un personaje tenebroso que representa la humanidad oscurantista que no quiere recibir la luz del Cristo. Este personaje también simboliza los seres que no tienen un centro de gravedad permanente. O sea, los llamados bipolares. Judas es en nosotros el materialismo grosero y arrogante cuyo único norte es el dinero.

Este apóstol falso simboliza a aquellos seres que critican al Maestro y que en su día y en su hora, están dispuestos a traicionar no solo la parte física, personal del Maestro, sino sus enseñanzas.

En la copa de Judas bebe la gran ramera que se empecina en adueñarse del alma, de la consciencia colectiva de la humanidad.
La falsa ciencia que se opone y combate la sabiduría y ciencia del Espíritu, declarando razones que la Razón ignora, bebe en la copa de las bacanales de Judas.

Todos los que desechan la roca de salvación que es el Cristo con sus energías redentoras, beben en la copa de Judas, por lo cual rodaran inexorablemente al reino de las energías pesadas, la llamada muerte segunda o mundo de la involución.

Beben en la copa de Judas todos los Maestros y falsos profetas que se desvían de la doctrina verdadera del Padre de todas las luces.
Todo aquel que traiciona los sagrados principios de la Luz y se desvía hacia doctrinas erradas, hacia mundos de tiniebla y perdición,  bebe la copa de Judas.
Por considerar de suma importancia, transcribimos dos de los 49 arrepentimientos dados por el Cristo a sus discípulos, y que están contenidos en la Pistis Sophia. Veamos:

“Decid a aquellos que enseñan doctrinas erradas y a cada uno de los que son instruidos en ellas: Ay de vosotros, pues si no os arrepentís y abandonáis vuestro error, iréis a los castigos del gran dragón y de las tinieblas exteriores, que son sumamente crueles, y jamás seréis lanzados al mundo, sino que seréis sin existencia hasta el final.”

“Decid a aquellos que abandonan las doctrinas verdaderas del Primer Misterio: Ay de vosotros, pues vuestro castigo es triste comparado con el todos los hombres. Pues vosotros permaneceréis en el gran frio y hielo y granizo en medio del dragón y de la oscuridad exterior, y jamás seréis lanzados al mundo desde esa hora, sino que os congelareis en esa región y a la disolución del universo pereceréis y  dejareis de existir para siempre.”

Sabemos que Judas conoció perfectamente los Misterios del Altísimo, pero que al final los abandonó. Por lo cual, los castigos descritos por el Cristo en el párrafo anterior caerían inexorablemente sobre su alma. 

Quien miente traiciona al Padre que es la verdad. Todo el que traiciona es Judas.
Quien fornica y no transmuta sus energías hacia el templo corazón, es claro que desecha las energías de salvación que el Padre nos ha dado para reconciliarnos con él. Y en el fondo, desecha y traiciona el papel del Cristo Salvador.

Quien fornica es indigno del Misterio de la Vida, porque queriéndolo o no renuncia a la energía del Espíritu Santo dador de vida.

Esa es la razón por la cual en el cuadro de la Ultima Cena, su autor Leonardo Da Vinci, plasmó a un Judas con la copa derramada, para alegorizar la falta de hermeticidad del falso apóstol. Todo Judas tiene sobre su frente el número 21, que es el número del traidor.

La historia de la vida espiritual de todo Maestro está siempre acompañada de la figura de un traidor. El traidor es necesario. Es un personaje, un fantasma tenebroso que debe aparecer en la obra teatral y ser vencido, superado por el Maestro con las armas de su inteligencia, de su divina gracia, de su paz, de su luz divina, de su paciencia. Ahora se comprenderá por qué el Cristo, glorioso Hijo del Tesoro de la Luz, nos dijo: “En paciencia poseeréis vuestras almas.”

Esa es la vida espiritual. El traidor siempre acompaña al Maestro. Es necesario para su ascensión. El drama de Jesús no sería lo que es sin la presencia de Judas.

A propósito, en la explicación del IX arrepentimiento de Pistis Sophia, de la pluma luminosa e inspirada de Samael Aun Weor, aparecen estas afirmaciones.
“Todos los iniciados son odiados por los profanos y profanadores.”
“Los adeptos suelen ser perseguidos por sus mismos discípulos.”
“Los adeptos son alabados y venerados por aquellos que más tarde se convierten en sus acusadores y perseguidores.”
“Terrible destino el de los adeptos; hoy alabados, mañana perseguidos  por sus mismos devotos y pasado mañana amados nuevamente.”
“Ciertamente los traidores exclaman: “Nuestros ojos se han saciado de mirarlo, lo conocemos, es un perverso.”
“Así es como sufren los adeptos”.

La historia de la Gnosis en la presente Era de Acuario está plagada de vergonzosos eventos de traición, de agresiones, de persecución, de discriminación y de descalificación. Las organizaciones gnósticas del mundo son parcelas y territorios bien demarcados y pertenecen siempre a Maestros, o a  sus seguidores, y los de una organización son rivales y no se tratan con los de otra;   y ese odio, malestar y recelo o resquemor lo transmiten a sus fanáticos.

La sagrada Liturgia Gnóstica nos dice en algún ritual Osiriano, que: “El duro combate al que se entregan los Dioses es conforme a mis voluntades." pero eso se refiere a los Dioses de la Luz en contra de los de las tinieblas. No se refiere a nosotros, puesto que no somos Dioses, por lo menos, no somos Dioses en plenitud de funciones. Somos más bien, Dioses caídos, sin fuego, sin luces,  y  sin poderes.

Sabemos que la sabiduría es una sola, pero hay dos caminos para adquirirla: el del bien y el del mal. La sabiduría que es inmanente al Ser y la sabiduría que produce la caída, el error, que es terriblemente dolorosa. Como en el caso de Judas o el de Pistis Sophia con sus 13 arrepentimientos.

Es urgente y plenamente necesario para el religare con el Cristo Intimo, que cada uno de nosotros haga una profunda reflexión. Urge la constricción honda, espontanea, que lave el alma, que la sumerja en una honda catarsis y reconozca y transforme el Judas interno en discípulo verdadero de Nuestro Señor. Hace falta transformar el Judas en Matías. Matías es el apóstol que remplaza a Judas y que lava la traición de la humanidad. Cuando nuestro Judas interior ha muerto, entonces nace el Matías conciliador, capaz de recomponer la perdida amistad con nuestro Salvador y enmendar la falta cometida.

Este tema es práctico, es de mucha utilidad para mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás. No es preceptiva literaria. Es de gran utilidad que dejemos tanta hipocresía, tanta mentira. Todo aquel que miente finalmente se convierte en traidor. La traición al Maestro, al Cristo Interno, es también traición al Padre.

Por todo lo cual, hermano querido, empieza hoy mismo a cambiar tu actual realidad. Nadie puede hacerlo por ti. No lo dejes para mañana. El mañana no es otra cosa que la continuación del presente. Deja de mentir, aunque toda la sociedad lo haga. Empieza a ser tú mismo. Empieza el eterno y feliz viaje hacia la verdad que es el Padre. Antes de pronunciar una mentira, acuérdate que ella es un cimiento falso sobre el cual no te conviene construir el edificio de tu vida. La mentira destruye, tarde o temprano. Toda mentira siempre conspira contra su autor. Aunque estamos en tiempos tan fraudulentos que Gargha Kuichines, el Gran Maestro Causal, me dijo: “La mentira la cree todo el mundo, pero la verdad ni con testigos.”

Este no es un artículo exclusivo para gnósticos, pero si lo eres, recuerda el Ritual de Iniciación cuando el Sacerdote oficiante colocando la espada de la Ley sobre tu palpitante corazón te advirtió: “Este sería el castigo de tu traición si llegaras a tal extremo.”

Ahora, durante 7 días sumérgete en tus propias dimensiones internas. Toma respiraciones profundas muchas veces y canta siete veces las palabras sagradas: SAAAL  TUUUUL UUUUL y medita en tu propia consciencia. En que ocasiones has actuado como el Judas del cristianismo. No es necesario pertenecer a ninguna religión. Ninguna religión podrá cambiarte, si tú no quieres cambiar. Pide, ruega, suplica y clama a voces el perdón del Justo Juez, la misericordia de Dios. Reconcíliate con él y trabaja para merecer su perdón. El hijo prodigo siempre se arrepiente y siempre vuelve a la casa del Padre. Que él nos bendiga y nos ayude con su amor y su divina misericordia hoy y siempre.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS. QUE EL CRISTO SALVADOR NAZCA EN EL PESEBRE DE NUESTROS CORAZONES Y TRANSFORME NUESTRAS VIDAS PARA GLORIA DE DIOS. ASI ES. ASI ES. ASI ES.

MARIANO JOSE HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.

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jueves, 13 de diciembre de 2018

CONSIDERACIONES SOBRE LA FAMILIA DE HOY

Foto: Archivo Digital Google
Por milenios se ha definido la familia como la célula fundamental, esencial de la sociedad. Vista desde esa perspectiva, la familia constituye la piedra angular de toda sociedad, y por consecuencia el entramado, sobre el cual se cimientan las naciones y pueblos de toda la tierra.

Sin embargo, por la complejidad, por la crisis en que se debate la familia actual, consideramos inaplazable realizar a manera orientativa, algunas consideraciones sobre el funcionamiento de la familia de hoy.

Hay familias con comportamientos y relaciones muy particulares.
A.)  Hay familias convencionales muy funcionales.
B.) Familias Funcionales pero no convencionales
C.)  Familias convencionales pero disfuncionales.
D.)  Familias desvertebradas, pero funcionales.
E.)  Familias heteromorfas disfuncionales.

El origen de la familia es desde los tiempos del Neolítico. Pero la Biblia asoma su institucionalidad desde el momento de la creación de la mujer, en el Génesis, capítulo 2, versículos 21 y 22.

Las familias convencionales son aquellas que tienen en su estructura Padre-Madre-Hijos, o sea la triangulación psicoafectiva.  Su grado de funcionalidad está determinado por la fortaleza de sus valores elementales y transcendentales. Por la armonía entre sus miembros, la calidad de la comunicación intraestructural. Los valores compartidos y practicados. Los objetivos comunes, el respeto piramidal entre sus  miembros y la sana y permanente convivencia. Este tipo de familias afrontan sus retos o problemas en forma unida y resiliente, de manera que todo problema, es oportunidad de superación y de aprendizaje y crecimiento. Sin embargo, este es el segmento del nicho familiar que está en disminución o en peligro de extinción.

Las familias Funcionales pero no Convencionales, son aquellas que aun teniendo sus miembros grandes diferencias, o siendo de características e intereses diferentes, aprenden a convivir desde la tolerancia, el respeto a sus ideas, aprenden a respetarse y a amarse desde las diferencias. Porque sus miembros de avanzada y futurista conceptologia tienen profundo respeto por el libre albedrio. Entienden que cada ser humano es único e irrepetible, que tiene derecho a respetar y ser respetado en cualquiera de sus manifestaciones. Su Cosmovisión puede ser única, atípica, pero es su Cosmovisión y ella sirve de sustento a su vida, a su existencia. Lo grande e interesante de este grupo es que todos con su comportamiento, con su fuerte tolerancia, con su actitud intencionalmente colaboran para que el grupo funcione.

Muy asombroso y preocupante que  haya alta tasa de familias convencionales pero que sean disfuncionales. Familias que tienen la presencia de los padres, de los hijos, de comodidades, de alta capacidad adquisitiva, pero que tienen grandes falencias, grandes e irreconciliables diferencias entre sus miembros. Familias sin afecto, sin amor, sin verdaderos valores. Donde la estructura comunicacional es demasiado frágil o, simplemente, no existe. 

Familias donde los padres han perdido su función fiscalizadora, ductora y orientadora de sus hijos y se han convertido en permisivos y omisivos. Familias en que sus miembros no se comunican jamás. Llenas de odios, de rencores, de violencia intrafamiliar. Donde los hijos no respetan a  los padres y estos no ejercen ninguna autoridad sobre ellos, solo son proveedores de bienes y servicios y de un techo. Pero la calidez y objetivos del hogar no existen.

Donde cada miembro es una isla, sumido en su burbuja. Hijos rebeldes. Padres concupiscentes, llenos de juicios y prejuicios. Seres que mascullan diariamente el pan amargo de la ira y la amargura. Que andan en tinieblas. Sin norte ni proyecto alguno de vida. Hijos que aborrecen a sus padres y los maldicen o al revés. Lo cual me hace recordar lo preceptuado en Levítico 20,9: “El hijo que maldijere a su padre o a su madre, irremisiblemente morirá.”

Hay también familias desvertebradas, pero funcionales,  que son aquellas en que los miembros son muy diferentes en años, en parentesco, en capacidades físicas, motoras, psicológicas, pero que funcionan, porque su simbiosis, su alianza es necesaria para la convivencia o para la sobrevivencia. Pueden estar constituidas por una abuelita y sus nietos; por un tío, su mamá, y los sobrinos. También por los abuelos y dos o tres nietos. Pero ante su necesidad extrema se juntan, se auto ayudan, se solidarizan con el otro y se comunican valores y experiencias. Se van transformando en escuela de vida y así trascienden sus infortunios hasta consolidarse como una gran familia, cimentada en el amor, en la paz, en la armonía.
Familias heteromorfas que por la naturaleza de su composición son como el agua y el aceite y nunca funcionan. Personajes sombríos, abismales, corruptos, desadaptados, rémoras de una sociedad caótica y degenerada. Familias estas donde el prototipo es la violencia, las aberraciones sexuales, el consumo de sustancias psicoactivas. Donde la aberración es tal que incluso, hemos visto casos en que los padres mandan a los hijos a vender droga o en donde los padres para aparentar ser buenos y comprensivos les compran ellos mismos la droga a sus hijos. 

La familia no necesita de una redefinición, como me sugirió un sabio en amena conversación. Lo que necesita son valores y principios que blinden a sus integrantes ante la agresión permanente de una sociedad que se desintegra y que agoniza estrepitosamente. Si la desintegración de la familia continua, si se acelera, entonces la humanidad del planeta estará en severa amenaza, y sufrirá el impacto mortal en su base fundamental, en su unidad más emblemática.

Definitivamente, es inaplazable formar a los hijos en valores. Pero en valores no solamente elementales, sino transcendentales, pero una formación que se transforme en conducta, que no sea meramente intelectiva, que sean valores firmes, estables, que blinden a los hijos “Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura.” Solo Cristo forma seres de luz, seres con valores elementales y transcendentales. Ciudadanos del Cosmos infinito. Seres que puedan decir como Fenelon, el filósofo francés: “Amo a mi familia, más que a mí mismo. Amo a mi patria, más que a mi familia, pero amo a mi Dios más que a mi patria.”

Que Dios nos bendiga siempre y nos ayude a ser parte de su Sagrada Familia.


MARIANO JOSE HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.

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