La Navidad cronológica que se celebra a finales de cada año, no es más que una festividad comercial, carnestolenda que, de lejos y fríamente, conmemora el hecho histórico y humano de la encarnación del Cristo en su vehículo físico, que es Jesús de Nazareth.
Muchas son las formas de celebrar este magno acontecimiento cósmico en diferentes países de la cultura occidental, aunque también hay eventos conmemorativos en Asia, en África y hasta en Oceanía.
La Navidad cronológica de fines de año, festeja con alegría, y cada quien a su modo y nivel espiritual, el nacimiento tridimensional del Hijo de Dios. Del desdoblamiento del Padre, en su Hijo Perfecto, bienamado, en su simiente santa, en el Sagrado Mediador entre Dios y los hombres.
Cristo es la parte divina, espiritual, pura y perfecta que constituye la Segunda Persona de la Trinidad Santa. Cristo pertenece al mundo del Verbo, y es anterior a toda la Creación. En sí mismo es la sustancia de la cual están hechas todas las cosas.
Entre tanto que Jesús es la parte física, histórica y humana que se encarnó en una Virgen, en un tiempo y en una geografía particular del planeta tierra.
Cristo es Poder, es Energía, es Consciencia Cósmica de Dios, es Esencia Inmaculada, es Fuerza inmanente a toda forma de vida física o espiritual. Cristo es la Luz del mundo, pero la Luz que está más allá del Sol, más allá del Fuego Solar, y más allá de toda Luz conocida o imaginada.
Cristo es Dios. En cambio, Jesús es su vestidura física. Sin embargo, esas dos manifestaciones se juntan en simbiosis sagrada y necesaria para formar el Jesús-Cristo. Es decir, Jesús elevado a Cristo, a Redentor.
Luminosamente, Pablo, el más exaltado Apóstol del cristianismo, dijo: "El que se hace amigo del mundo, se hace enemigo de Dios".
El mundo tiene miles de artilugios para atraerte, para encantarte, para hipnotizarte y convertirte en esclavo de todas sus atracciones fatales. He ahí las razones transcendentales del mártir del cristianismo.
En la actualidad, el mundo es una bomba de tiempo sobre la cual está sentada toda la humanidad. Con sus piezas bélicas estratégicamente desplazadas en todas partes y las ojivas nucleares esperando al acecho, este mundo huele a sangre, a llanto, a muerte, a fuego infernal, a maldad, a tecnología de horror, a final de un camino azaroso y huérfano de Espíritu, de cielo y de Dios.
Navidad es vida nueva. Vida en Cristo o vida con Cristo como Salvador, como guía del camino. Cuando la Divina Energía del Cristo invade los espacios de nuestra vida, todo, absolutamente todo cambia. Adviene a nosotros Epifanía que es la Primavera del Espíritu, adviene la felicidad, el gozo supremo del que habló Paramahansa Yogananda. Y con ese arrobamiento místico vemos la Creación entera desde una perspectiva superior, Universal, diferente. Esa es la Consciencia plena del hombre-alma, del hombre que puede ver, tocar, sentir la realidad del Todo.
Sin embargo, para experimentar esa Consciencia Espacial necesitamos despojarnos de los harapos con que actualmente está revestida nuestra alma. Crearnos el Traje de Bodas es urgente y necesario. Indispensable.
Navidad es tiempo de reflexión. Tiempo de siembra y tiempo de cosecha. De siembra porque necesitamos aumentar nuestra Fé y multiplicar los esfuerzos espirituales. De cosecha porque todo final de año, es un cierre de ciclo que implica el pago de nuestras tareas anuales. Recordemos dos enseñanzas sagradas: "Pon tus intenciones por testigo delante de tí. Pero delante de los demás, pon por testigo tus obras".
"Y sin Fé es imposible agradar a Dios ".
Esa Energía Cristica, esa Consciencia Divina, esa Fuerza Universal, ese poder manifestado con el advenimiento del Cristo, nos debe impulsar hacia la Evolución. A ser mejores personas, mejores caminantes de este sendero de la Luz. Que esta reflexión cambie positivamente el rumbo de nuestras vidas. Revalorice nuestras existencias. Le ponga alas a nuestros sueños.
Que esto no sea un mes vacío. De palabras huecas. De justificación para nuestros errores.
Debemos dar el Salto Cuántico que exige el Universo, las Octavas Superiores en las cuales deben vibrar nuestras almas.
Urgente e inaplazable producir nuestro propio Jesús-Cristo. Lograr la fusión santa, la simbiosis entre lo humano y lo Divino. Asistir al Banquete del Señor, a las Bodas del alma, a la estigmatización de nuestro Real Ser con la Estrella de David que junta cielo y tierra.
La Navidad es la fiesta del alma. Es el anuncio supremo de la presencia del Joshua, que es Dios Salvador con todos nosotros. Navidad es la prueba reina de que el Niño Sol, el Niño Dios vence las tinieblas de la ignorancia y que el Espíritu predomina sobre la materia.
Navidad es el tiempo de realizar los sueños del Espíritu en nuestras vidas. El sueño de Ícaro, pero sin derretir nuestras alas.
Sean nuestros ruegos y súplicas al Altísimo porque todos vivamos esta Navidad en paz, en pleno disfrute del Amor de Dios, manifestado en Gracia Divina, en Alegrías infinitas y en agradecimiento por la vida y sus bendiciones.
Que la cigüeña Hagal emprenda raudo vuelo sobre el lago de Amor de nuestras vidas y nos anuncie el glorioso nacimiento de Nuestro Señor el Cristo en nuestro propio corazón.
¡ZAMA ZAMA OZA RACHAMA OZAI!
¡SALVE. SALVE. SALVE!
Feliz Navidad.
Fraternalmente,
Gnosis de Vanguardia.