viernes, 1 de febrero de 2019

EL MEJOR DISCIPULO

Foto: Archivo Digital Google
Todo Maestro de la luz divina tiene verdades transcendentales que enseñar, que transmitir. Quien recibe y sigue las enseñanzas de un Maestro es su discípulo.


El Maestro y el discípulo son como el contenido y el continente. Como la forma y el vacío. Se complementan. El Maestro necesita del discípulo para agrandar y perpetuar su obra. Es como la semilla y el campo. El campo no daría fruto sin la semilla y la semilla no se convertiría en fruto si no fuera por el campo que la recibe, la abraza y la multiplica.
Lo anterior es una verdad plena. Un axioma trascendente. Sin embargo, en la dinámica iniciática hay muchos altibajos, muchos encuentros y desencuentros entre la vida de un Maestro y la de sus discípulos.
Hay niveles y procesos del Maestro que no son comprendidos a cabalidad por el discípulo y que por lo tanto son criticados por él.
Hemos conocido casos en que el discípulo sigue rigurosamente al Maestro, con una devoción, con una lealtad rayana en el fanatismo. Mas andando el tiempo, se convierten en críticos encarnizados, en perseguidores y calumniadores del Maestro. Aunque eso no quiere decir que todos los discípulos sean traidores. No. Porque hay quienes por su disciplina, su oración, su Fe, y su sana doctrina son gloria y honra de la enseñanza, y de la obra del Maestro. Es más, muchos discípulos, como en el caso de cristianos y budistas, son guardianes celosos de sus doctrinas y trabajan honradamente para perpetuarlas.
El mejor discípulo es el que sigue y comprueba las enseñanzas del Maestro. Es quien practica fervientemente aquel proverbio latino: "Primum“ intelligere, deinde credere.”
Quien desarrolla una disciplina seria, permanente. Quien alza los ojos hacia el cielo, sin dejar de pisar la tierra. Quien obedece al Maestro sin volverse ciego, ni fanático. Quien sabe que en el Maestro están todos los Maestros. Quien sigue más a su propio Maestro que al Maestro externo. Quien poco a poco va dejando las tinieblas, en búsqueda de su propia luz. Quien anhela profundamente poner un sol, una estrella en la vastedad del infinito Universo. Quien va dejando poco a poco el mundo purgatorial y tomado de la mano de su Madre Divina, utiliza plenamente el don de Kriyashakti para reproducirse como hombre solar. Ese es el mejor discípulo. El discípulo que honra al Maestro y que glorifica al Cristo, ese es el mejor discípulo.
Por esas razones no hay que entrar en vertiginosis. Sino que gozosos, plenos de luz, y como rosas encarnadas en el jardín del Señor, tengamos siempre la humildad de reconocer que: “El hijo no es más que el Padre. Bástale al hijo ser como su Padre.”
El discípulo no es más que el Maestro. Bástale al discípulo ser como su Maestro. Así es. Así es. Así es.

SAAAALLL  TUUUUULLL UUUUUULLL!!!!!

MARIANO JOSE HERRERA VILLERA
MAESTRO M.K.

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